jueves, 30 de agosto de 2018

WILLIAM S BURROUGHS Y SU ENCUENTRO CON IAN CURTIS


La Generación Beat, ese grupo de escritores de Estados Unidos que le dieron forma a la cultura que vino con la Segunda Guerra Mundial, tuvo sus influencias en la música. 19 años nos separan de la muerte de William S Burroughs, uno de los principales autores de esta época, inspiración para estrellas comoIan Curtis, David Bowie, Patti Smith y Kurt Cobain. Cuenta la leyenda que el cantante de Joy Division tuvo la oportunidad de conocerlo. El encuentro no salió como el británico lo esperaba.

En septiembre de 1956, en una de sus cartas a Allen Ginsberg (otro escritor de la misma generación, amigo y amante), Burroughs habla del suicidio en general: “El joven inglés estaba hablando del suicidio, de la vida como algo que no vale la pena vivir. Esto me pareció increíble, yo siento que debo ser muy feliz. Tengo una especie de revelación, pero no puedo ponerla en palabras”. A veces la historia juega con las casualidades y los artistas se adelantan en el tiempo, porque ese “joven inglés” bien podría haberse tratado de Curtis, con quien se encontraría 23 años después, en 1979 en un recital en Bruselas, en un centro de arte que guardó un espacio para las bandas (entre ellas Joy Division) y terminó con la lectura de leyendas del movimiento beat como Burroughs y Brion Gysin. Convencido de recibir algún que otro halago, Curtis se acercó a Burroughs, que lo confundió con alguien más del público y le dijo que se fuera: “He told him to fuck off”, contó en su momento Stephen Morris, baterista de la banda.
Jack Kerouac describe a William S. Burroughs en su novela épica On the Road bajo el seudónimo de Old Bull Lee. Burroughs, a su vez, habla de sí mismo en Yonqui (1973), donde se apoda Bill Lee. Sus libros autobiográficos, inundados de escepticismo, surrealismo y sátira, revelan su adicción a las drogas. Sus admiradores -Ian Curtis, David Bowie, Patti Smith y Kurt Cobain- imitaron su forma de escribir y aplicaron a sus letras la técnica del cut-up: cortar textos al azar para generar nuevos contenidos.
Las letras de Joy Division son lo que se considera oscuras, pesadas, quizás un reflejo del alma de quien las escribió, como lo es toda obra de un artista. “Para mi Joy Division era acerca de la muerte de mi comunidad y de mi infancia. Era completamente irrecuperable”, dijo Bernard Sumner, guitarrista y tecladista del grupo. Burroughs solía decir que “el lenguaje es un virus” y creía fervientemente que esa enfermedad había afectado la mente y cuerpo de todos los hombres. En su caso, fue su único medio de salvación: escribir, escribir, escribir. Tal vez no fue el caso de Ian Curtis, que la oscuridad pudo más, aunque su legado haya quedado para salvar a otros: inundado de arte y música. Fue admirador de Franz KafkaJ. G. Ballard, estudioso de Sastre, un obsesionado del nazismo, un soñador y miedoso del divorcio, tema que lo llevó a escribir “Love Will Tear us Apart”, frase que aparece en su lápida. Un sensible, un escritor, un poeta. “En vivo, nos manejábamos visualmente viendo a Ian bailar”, dijo Sumner.
No todos los finales son felices: las adicciones de Ian Curtis, sus problemas de salud, la depresión y epilepsia que no le permitió terminar sus últimos recitales –como teloneros de los The Stranglers, perdió el control, tiró la batería y tres días después intentó suicidarse con una sobredosis de fenobarbital- llevaron a que el poeta de Manchester se suicidara en la cocina de su casa, con una soga para colgar la ropa. Puso el disco The Idiot de Iggy Pop, le escribió una carta a su mujer y decidió terminar con tanto sufrimiento de la manera más trágica y triste. Se fue muy temprano, con solo 23 años. “El suicidio nunca es bueno. Es una maniobra cobarde, Oh hermanos”, escribió Burroughs.
Fiel admirador de Lou Reed, Curtis fue comparado con Jim Morrison. En Touching from a distance, Deborah Curtis plasma la vida de Ian. El título del libro es una frase presente en una de sus principales canciones, “Transmission”. Curtis utilizaba los libros para calmar o potenciar sus cambios de humor. “Todo el tema estaba culminando en una obsesión mental y física”, cuenta su mujer: Creo que todos esos libros le alimentaron su costado más triste”.


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