domingo, 8 de diciembre de 2013

Una put- despedida más

Y de vuelta las aguas del río se esmeran, las avasallan, se dejan lucir para que se luzca la despedida de algo que se va para volver. Ese dejo de nostalgia en la felicidad de lo que sienten, ese melodrama que se percibe al saber que no se puede ser cien por ciento feliz. Porque siempre, por más perfecto que sea el momento, una lágrima quiere escaparse para decir, la muy puta, “algún día se terminará”. Algún día ya no estarán acá, en este barco que tantas veces las hizo sentir las reinas del canal. Las divas del río. Las protagonistas de una aventura playboy. Sin embargo, el agua y el viento se ponen de acuerdo para recordarles hoy el lujo de vivir así, el lujo de vivir. Y se alegran al ser concientes de que son concientes de ello. Es el atardecer el que juega con sus recuerdos y no pueden evitar evocar a ese lugar que añoran (el cual exige tratamiento psicológico –o psiquiátrico- para dejarlo ir, hoy y de una vez por todas. Pero cómo dejarlo ir…)

Es la Santa de Justina la que les alegró esta –como tantas otras- tardes. Noches. La ilusión de que el año se va las acerca más a la realidad que a la fantasía, pues fin de año siempre las agarra sumidas en la tragedia del fin, de no querer que se termine. Menos este. Que rebalsó de bendiciones, se sumió en noches de fiesta y se bañó en tardes eternas, acompañadas por la buena compañía. Los lunes no jodían tanto, porque hasta el miércoles se alimentaban de los cuentos vividos y mientras, en el interín, por qué no, vivían también.

No sabe si es o no necesario que se vayan, pero se van. A ese lugar de la nieve… Vail, le dicen. Son personas que saben disfrutar, así que van a saber acomodarse a las circunstancias e inventar historias nuevas, para claro, después poder contarlas.

Y mientras Barry White acaricia el ir y venir del barco que se mueve con las olas, mientras el sol las quema hasta que les arde, mientras algunas andan en lanchas que rugen y se deslizan en bananas que las nutren de adrenalina –sangre y lágrimas-; se lamentan de que alguna no pudo ir y andará viendo, en vez, a un héroe del rock.

Otro 7 de diciembre más, otro aniversario feliz de La Flaca, la que tanto soñó con el bendito bonete bonito, la que... seamos generosos y digámosle canta su propia canción de cumpleaños. Otro festejo, esta vez no en un jardín, no en una galería, no en una pileta. Sino en el paradisíaco Sueco. El año que viene, mínimo, ¿Uruguay? 

Pero es la vuelta la que las revuelve hasta llevarlas a ese punto en el que, si tenían alguna excusa para no emocionarse, ya no la tienen más. Y emocionarse no implica llorar. Implica, sí necesariamente, dejarse tocar por ese universo imposible que las supera, las deja anonadadas, les hace entender, a la fuerza, que son un punto en esa bola de esa galaxia. Y que encima hay ocho bolas más. Es la noche la que tiene esa mística única y tan difícil de poner en palabras, que acoge las estrellas y las ofrece una por una, haciéndolas aparecer a medida que el cielo se vuelve negro y el río, plateado. El frío se guarda para que el calor permanezca triunfante, luchando intacto a pesar del movimiento.

Es el río, hoy, quien les pide que se queden. Es el verano el que se acerca, y ellas, las descaradas, se alejan de él sin piedad. O no, no sin piedad. Porque todos sabemos, que a fin de cuentas, incluso La Bombo nos va a extrañar.  

domingo, 10 de noviembre de 2013

Escribiéndome

El amor se mira y no se toca

Maldito sea el miedo, ese que aparece cuando menos lo necesitás. Te ahuyenta junto con tus deseos y hace que todos los colores se conviertan en putas sombras, y las maldice porque inevitablemente la paralizan, no la dejan actuar, no la dejan ser ella misma. Es inevitable no reaccionar y no mostrarse tal cual es, miedosa. El miedo corta más profundo que las espadas, por qué se lleva consigo toda la inocencia y la ingenuidad, dejando en su lugar escepticismo y desconfianza. Es por culpa de su sensibilidad extrema que no quiere sufrir, porque claro, moriría en el intento. “El que no arriesga no gana, pero el que arriesga puede morir por amor”. No sabe entonces cuán dispuesta está a someterse a semejante revuelco de sensaciones, porque no sabe con certeza a lo que se expone. Habló del amor toda su vida, escribió poemas e historias invocándolo, lo odió en canciones y lo admiró en boca de sus héroes, mas cuando se trata de vivir eso en carne propia… está al borde de la abstención. Por qué, se pregunta, esta vez entre lágrimas. Por qué tanto miedo, dónde se fue toda esa seguridad que ayer te envolvía, que toda tu vida te identificó. Basta de maltratos, basta de ironía, basta de sarcasmo. Basta de todo.

Entregate a eso que algún día podríamos llamar amor. Que hoy, pues, es cariño.

Y entonces deja la cabeza de lado, actúa un poco por impulsos y se concentra solamente en sus pasiones. O ni siquiera se concentra, pues estas actúan de manera libre, sin ataduras, locas se vuelven y están movidas por la espontaneidad. Ahí, entonces, se permite los besos, los abrazos y admite que se gustan. Que están dispuestos a jugarse un poco más de lo que estaba dispuesta ayer. Que ya no le molesta lo que entre armas y golpes le dijeron, que puede meterse de lleno en esta rueda que comienza (circular) y que si ha de sufrir, pues cargará con el dolor en su momento.

Que el miedo no te prive de vivir.

Se habla a ella misma, pues no puede controlar sus pensamientos. Esos que siempre estuvieron a su favor, viendo ángeles donde probablemente no los había y siendo siempre, hasta en los peores momentos, positiva. Dándole la mano a la muerte y siendo amiga de aquella, que ya hace rato, está del otro lado de los abismos. Que la mente te acompañe ahora también entonces, viendo las cosas como son: bellas. Disfrutá como supiste disfrutar siempre. Alegrate que siempre tuviste infinitas razones para sonreir, y hoy tenés una más.

Sonreí, también, porque tenés esa hermana que te da la tranquilidad que vos no encontrás en vos misma.


De vuelta, abrí tus brazos que el amor es como el mar. Inmenso, infinito, y una vez que te moja no querés salir, querés quedarte en cambio y seguir descubriendo su esencia, sumergirte en él y abrazarte con las olas. Evoquemos entonces, ese día en que juntos, cuando Dios así lo quiera, nos tope con el amor. 

martes, 5 de noviembre de 2013

De vuelta vos, el ridículo

De vuelta sus estúpidas apariciones, de vuelta su estúpido encanto y sus palabras fastidiosas, insoportables, que prometen lo impensado, esas cosas con las que ella ya ni siquiera sueña, ni siquiera busca, mucho menos encuentra, y menos aún cree que algún día las va a encontrar. De vuelta su cara, pintada de maldad, amando el caos cuando no lo hay, queriendo algo más que solo eso que quiso siempre y añoró jamás. De vuelta su locura, sus genes que no saben lo que quieren pero que seducen hasta el agotamiento, borracho, ingenuo, por demás loco. De vuelta se desilusiona y esta vez se golpea el pecho, porque sabe que esta vez es distinta a las demás. Esta vez de todo el resto. Se separa del egocentrismo que lo rodeó siempre y lo sacude esa viveza de a ver, date cuenta, ya no da para más.

Porque esta vez como todas la lleva a escribir, y le molesta.

Porque esta vez como todas se promete no verlo más, y sonríe, sabiendo que no es posible. Que nunca lo será. Como quien no puede escaparse de su sombra, como quien no puede dejar las drogas. De vuelta, esta vez, como ninguna otra, necesita separarse de esto. Que como siempre, la envuelve.

Idiota la ilusión que los trajo a donde están hoy, estúpido el recelo de extrañarse cuando saben que no se quieren. No mucho, no tantísimo, ni siquiera un poco. Negadora nata, eso es lo que es. Tantos años le costó entender que le gustaba y tantos otros le costará entender que ya, hoy, no le gusta. Pues busca otra cosa, esa que hoy llama a su puerta y le dice “dale che, acá estoy. Dejá de perder el tiempo”.

Pero si tanto le costó reconocer que aquella historia eterna le importaba, cuánto va a tardar en aceptar que esa opción que hoy se le presenta es más que una mera opción. Más que una mera compañía. Más que un mero amigo, pues de amigo nada tiene. Le desespera no entender la situación y no entenderse a sí misma. Pero más le desespera no valorar eso que tanto parece querer, despreciar lo que abraza y que sus impulsos le ganen a sus sentimientos verdaderos. Esos que esconde y que siempre va a tener el miedo de mostrar, acoger y difícilmente, reconocer.

Date una oportunidad se dice a sí misma, pero no puede con la energía del momento. No puede con esa pasión que se presenta de repente y sin querer, como quien se aparece frente a eso que pensó que estaba olvidado, enterrado, como esos libros viejos que ya nadie mira, nadie ojea, nadie tantea… porque prefieren a unas tales indias blancas.

No sabe si alguna vez va a lograr hacerle frente a ese temor de enfrentarse a lo desconocido. Es buena, ella misma lo ve en sus ojos. Y sin embargo se presenta mala frente a la mirada de ese a quien quiere complacer. Pero las palabras lastiman y las personas raramente cambian. Casi nunca, de hecho. Entonces por qué confiar en alguien que a la larga, va a agarrar tu corazón y lo va a romper. Sin piedad, como solamente los malos saben hacerlo.

Por qué no, entonces, quedarse con aquél que sigue apareciendo. De vuelta y como siempre. Sin avisar y de manera efímera. El que avisa no traiciona, dicen. Por qué no aferrarse a lo seguro, al sentimiento de ese que nunca va a comprometerse y adentrarse en un camino peligroso, por ende, nunca va a lastimarla. No con profundidad, por lo menos. Que insólito, ríe con ironía, al pensar que esos son los lujos de hoy.


domingo, 29 de septiembre de 2013

Simulacro de una muerte - necrológica Bob Dylan

“Resting in the fields, far from the turbulent space, half asleep near the stars with a small dog licking your face”. Así describe Bob Dylan el Paraíso en Jokerman, esa canción que sigue enloqueciendo a sus intérpretes, pues todavía no entienden si es del diablo de quien habla, Dios, o él mismo. Pero en ella describe el Cielo, lugar en el que, se cree, descansa ahora en paz tras haber sido la voz de una generación entera.

El poeta que luchó contra la discriminación y el racismo, que criticó a los abusadores del poder y contó historias simples, murió ayer rodeado de sus familiares y amigos. Como habría de ser, lejos de los medios que desprecia, a quienes alejó siempre de su vida privada. Todo lo que cantó y lo poco que calló lo convirtió en el merecedor de la Medalla de la Libertad, símbolo de los mayores honores civiles de Estados Unidos, otorgada por Obama en el 2012. "Muchas de estas personas son mis héroes, cada uno de los que están sobre este escenario ha marcado mi vida de forma profunda", dijo el Presidente de los Estados Unidos durante el acto. 

Cuando todavía era Robert Zimmerman (su nombre original) y tenía 22 años, el joven de un pueblo perdido de Minnesota cantó junto a Martin Luther King en uno de los eventos más importantes del siglo xx, la Marcha por el derecho y la libertad. En 1997 acompañó a otro hombre de la paz, el Papa Juan Pablo II, que lo invitó a cantar en el festival de Bologna, organizado para atraer más fieles a la iglesia. Nació judío, pero se convirtió al cristianismo en 1979.

A la sociedad de los sesenta le faltaba juventud. Esa generación que buscaba una identidad propia y quería diferenciarse de los adultos encontró en Dylan un joven con mirada inocente, deseoso de justicia y verdad. La aparición de los hippies y la desaparición de los tabúes como el sexo, la vestimenta, las carreras tradicionales y los futuros laborales se ven reflejados en The times they are a-changing.

Siempre lo persiguió la eterna discusión: ¿Fue poeta? ¿Cantautor? ¿Músico? Algunos lo tildan de profeta. Nunca va a estar clara la esencia que le definió, que lo llevó a escribir tantos discos y cientos de canciones, incluso en sus últimos años, cuando seguía escribiendo y recorriendo el mundo haciendo la “Never ending tour”. Lo cierto es que las ocho nominaciones al Premio Nobel de la Literatura lo consagran como escritor. El Premio Príncipe de Asturias de las Artes en el 2007 y el Pulitzer en el 2008 y tantos otros Gammys, Globos de Oro, honores y condecoraciones, lo postulan como uno de los artistas más influyentes del siglo.

Desde su aparición, lo define su autenticidad. Siempre es él, con su cigarrillo, sus rulos, sus anteojos negros y ese look casual, simple. Siempre es él, callado frente a los periodistas, irónico en las conferencias de prensa, negado a entregar autógrafos a sus fans, seco, locuaz. Siempre es él, en cada canción, en cada ocasión. Nunca va a hacer sonar una melodía exactamente igual en dos oportunidades distintas. A los recitales solo va a cantar, no saluda al público y es puntual. Recibió la medalla da Obama en silencio y sin expresividad alguna. Porque así es él.  Un hombre de voz ronca y nasal que desacomodó en un principio, y fue escuchada después. Porque tenía que decir lo que nadie decía, y así fue.

En 1966 tocó por primera vez con guitarra eléctrica. El público acostumbrado a las canciones acústicas, lo criticó y le gritó “¡Judas!” mientras cantaba Like a rolling stone en la segunda mitad del concierto Live de Londres. “Mienten”, le contestó al público. “Toquen más fuerte”, le dijo a su banda.

No hay un ritmo que identifique al famoso autor de las “canciones de protesta”. Acompañado siempre de su armónica, tarareó el folk, cantó blues y gospel, rugió con el rock y bailó el swing. Inspirado por Woody Guthrie, Neil Young y Johnny Cash entre otros, él inspiró a Bono, Paul McArtney, Mick Jagger y Eric Clapton. Entre tantos otros más. En Argentina, sus influencias alcanzaron a Charly García, León Gieco, Andrés Calamaro, Fito Páez y el Indio Solari.

Sus canciones son temáticas, buscan la paz y la igualdad social. En su momento dijo que la única vez que le deseó la muerte a alguien fue en Masters of war, canción en la que se vislumbra un grito desesperado y una impotencia implacable frente a la muerte de tantos inocentes. Junto con A hard rain´s gonna fall y With God on our side, expresa mensajes antibélicos. En Hurricane describe cuando declaran culpable por triple homicidio a Rubin Carter, un boxeador inocente, condenado solamente por ser negro. En Only a pawn in their game y The lonesome death of Hattie Carroll, aborda la cuestión de la discriminación racial también. Jon Pareles, legendario crítico musical del New York Times, dice que "las canciones de Dylan se reacomodan continuamente a través de la historia y el tiempo, interpelando perpetuamente el momento presente". 

Muchas de sus letras siguen siendo indescifrables. Murieron con él los significados de dichos versos. Líricos, pero sobretodo sinceros. Vino a este mundo a cantar, pero sin quererlo y sin creerlo cambió muchas mentes, transformó muchas almas y le dio color y lágrimas a un mundo que tanto lo necesitaba. 

martes, 24 de septiembre de 2013

Saturada

Y la ilusión se destruyó, una vez más, como quien destruye un sueño al pasar, al bostezar, al espiar. Sin ni siquiera mirar. 

No es la traición lo que le duele, es el descaro. Haber desparramado tantas horas juntos y haberlas tirado ahí, sin ver que del otro lado había otro sufriendo, pensando en eso, que en otro mundo, tal vez, con otros códigos y un poco más de afecto, podría haber sido posible. Lindo, incluso. Pero para variar, no funciona así el amor. No funciona así la amistad. No era mucho pedir un gesto considerado, un poco de discreción al menos -ruega- por favor. Era lo mínimo que esperaba cuando las aguas nos rodeaban en ese atardecer que compartimos. Lejos de todo, y quién lo hubiera dicho, lejos ahí estabas también de vos mismo. De mí. 

 Es de vuelta la tristeza la que me lleva a escribir, pero los sentimientos exagerados son los que sacan las mejores palabras. Sádicamente te digo gracias por el gesto. Por haberlo hecho hoy y no mañana. Tu cara nos da bronca, y tus palabras solo aumentan esa sensación que me recuerda el estúpido delirio de haber pensado, alguna vez, allá atrás –ayer- que valorabas eso poco y majestuoso que construimos. 

Duele la incoherencia cuando decís que te importa algo que despreciaste, que valorás algo que desechaste. Manipulás lo vivido, de vuelta como todos, y sí, exagero, te culpo, te miro y no entiendo. Porque de este lado siento.

Lejos estás de haberme roto el corazón. Me rompiste la ilusión. Los gestos dicen más que las palabras, así que no hables en vano. No soy apocalíptica, solo soy mujer.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Andá a volar

La sensibilidad mueve montañas, hay quienes huelen colores y quienes escuchan sabores, animales que les dan vida al mundo y reyes que se nutren entre sí entendiendo el amor como algo para siempre. En el reino del amor, ahí viven.

Es una persona por demás sensible. En pos de esa hipótesis, se pregunta:

¿Cuánto tiempo hay que esperar para que su presencia sea una mera sombra más, en ese espectro de oscuridades que (ahora en primera persona) nos rodean? ¿Cuánto más hay que esperar para que tus manos sean eso, nada más que manos, y no esa morfología de dedos que me invitan a abrazarlos con los míos? ¿Cuánto más hay que esperar para que tus labios, tan llenos de vos y vacíos de nada no llamen ya al deseo y me exilien de mi vanidad insana? ¿Cuánto más hay que esperar que dejes de esperar y aparezcas? ¿Cuánto más? ¿Son acaso días, meses, años? ¿Se trata de décadas, siglos, o una eternidad? ¿Cuánto más hay que esperar que dejes de inspirarme, aunque no lo siento, menos aún me arrepiento? ¿Cuánto más hay que esperar que el sol te extrañe, la lluvia te seque y te saque de donde estás para que vuelvas a mí? El tiempo dirá, así dicen, pero el tiempo no dice nada. No ayer, no hoy, no mañana. Ni siquiera murmura. Porque si te cruzo, vaya a saber uno cuál va a ser mi reacción. Si te encuentro, y bendito sea el momento, me recordaría todo lo vivido, y aunque me duela, más me duele todo eso que no vivimos. No todavía, y no nunca.

Te digo adiós, aunque te sigo recordando con cada mañana. Te digo adiós porque aparentemente es lo que hay que hacer, aunque no quiera. Te digo adiós aunque no lo sienta. Aunque no lo quiera. Aunque no lo crea. Te digo adiós a pesar de que todo me dice “bienvenida”, a esta vida juntos, a este brebaje de estrellas, a esta canción nuestra, imposible, infinita. Bienvenida a este mar de sensaciones que nos invitan a dejar todo lo que nos ata a lo cotidiano, que quiere que seamos el “yo” nuestro mas dulce, sincero, ese que se suelta poco y nada. Únicamente en viajes. Casi siempre con amigas. Bienvenida a esta ruleta rusa de besos que no nos dimos y música que al día de hoy, me recuerda al ardor que me transmitieron tus ojos. En ese día cuando juntos nos hicimos uno, y siendo uno inventamos el amor.

Pero te digo adiós, para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en vos.

Por eso, si tienen que pasar este y mil veranos más, este y mil inviernos más, que pasen nomás. Mientras tanto, por favor no hagas del amor algo cínico y burlón. No arranques los corazones, no los despegues de la piel. Todos pueden desaparecer e irse lejos, bien lejos como quien bien busca la cosa.  No te des el lujo de lastimar que la vida es una, los amantes varios y los amores pocos.

La espera es larga, pero no es eterna. En el mientras tanto nos acompañan ellas, que nos invitan a conocer la variedad y bailar hasta con las palomas. Que ellas te acompañen. Volá con el viento como volamos todos, y ojalá que en ese cielo encuentres la pureza que escondés. Hay quien cree en vos, solo falta que vos creas más en vos mismo.


viernes, 23 de agosto de 2013

El campo nos delata

La evidencia de una casa colonial que alguna vez escondió los miedos de un prócer que le escapaba a la muerte, nos acoge hoy en este fin de semana no de lujo sino de majestuosidad empapada en placeres. Esa naturaleza -que una vez más- lejos está de defraudarnos, nos regala atardeceres celestiales y la eternidad de los pastizales nos invita a revolcarnos en el más allá. Las vacas paren y se cumple el mandato de Dios y la voluntad de los hombres. Procrean nomás, y el ciclo simplemente funciona, se aferra a la vida y se mueve por la fuerza de ese motor imponente del Creador.  

La madera que se realizó con los años se consume en el fuego. Albergó diversas generaciones de una misma familia y ahora, nuestros ojos se pierden en las llamas de un ardor que nunca volverá a ser el mismo. Y es que un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río, la leña tampoco puede quemarse dos veces en el mismo fuego.

La sensación imposible de que existe lo infinito se burla de nuestra capacidad para escaparnos del campo e irnos a la ciudad. El viento ahora es el que nos golpea la cara y nos olvidamos de esa vida que arrastramos allá, lejos de esta paz que hoy nos ennoblece, porque nos obliga a pensar en lo eterno, en nosotros mismos, en esa sed de compañía y soledad complementarias. Las pantallas no nos seducen –generalizo- y tenemos esta obligación implícita de separarnos de todo eso que nos facilita muchas cosas, sí, pero que nos separa de tantas otras.

El campo nos delata, revela nuestros más íntimos anhelos y nuestros más tristes pesares.

Hay otra energía, otras ganas, otras motivaciones para despertarnos con el verde, desayunar temprano y nutrirnos del aire libre, alimentarnos de la energía que nos transmiten los árboles, abrigarnos con el sol y claro, adentrarnos en la noche. Bailarla. Es entonces cuando la oscuridad nos baña con esa cuota mágica de silencio, en la que los románticos como yo soñamos con un amor lejano e imposible. Y el inconsciente se levanta para testificar en mi contra.

La generosidad de quienes nos reciben viste la estadía con sonrisas y hace que todos –yo, en exceso- seamos nosotros mismos. Un juego que no disimula quiénes somos realmente, nos descoloca. Algunos saltan y gritan desaforados, otros mantienen la calma y se toman el tiempo del mundo para desmantelar una palabra. Otros no entienden las señas que imitan a un oso, UN OSO, ¡¡¡UN OSO!!! y tantos otros más… perdón, me desvié del foco.

Disfrutamos comiendo, claro. Parrillas que convierten corderos en manjares y conversaciones eternas de amores falsos, no correspondidos, teorías de una generación que sufre, miles de hombres que -llevémoslo al extremo- ya no aman, le tienen miedo a la monogamia, mujeres que se conforman con poco y nada, el miedo a la soledad y el aborrecimiento de amores que desesperan. Y la falta de conciencia de que en realidad y no tan en el fondo, todos le tenemos un poco de miedo al amor.


Y volvemos. A la rutina que nos desgasta y mata una parte nuestra. Esa que corresponde a otro lugar, otros tiempos, otros paisajes. Esa que añora el mar, extraña el sur, busca la energía de esos espacios que rejuvenecen a quien los respire.  Pero que sigue latente y sigue viva, alimentándose de los escombros que quedaron de ese aire y encontrando ese encanto en los destellos de todos los días.  

domingo, 11 de agosto de 2013

Es una epifanía

Es una  epifanía. Tanto costó, tanto se preguntó y cuando menos lo esperó, llegó, le tocó las puertas de la razón y le atacó el corazón sin piedad. Entre haces de sombras y poca luz aparece ese destello que se muestra sin revelarse del todo, en una noche como cualquier otra en una semana de pasiones movilizadas y arrebatadas y un tanto avergonzadas. Sin saber bien por qué, sin captar en profundidad las razones de semejante desazón, sufriendo por algo que seguramente sería en vano, sabiendo que no se justifica pasarla mal cuando no tiene una, sino INFINITAS razones para sonreír. Y ahí está, buscándole la quin- la sexta pata al gato. Son estos momentos en los que agradece ser simple. Todos tenemos recaídas y planteos idiotas alguna vez. Pero que no se haga rutinario, pues conlleva a la miseria, y con ella, a la infelicidad.

Pero como buscadores natos de la Verdad nos alegramos cuando finalmente entendemos el porqué de una tristeza que parecía no tener fundamentos. En este caso se trata de esa inquietud que nos obliga a ponernos mal. Y es eso de tener tanto y hacer tan poco. Cuántos viven quejándose por cosas que parecieran sobrepasarnos, y esos quejosos están bañados en capacidades y aptitudes que puestos al servicio de los demás, hablaríamos de héroes. Pero se limitan a verlo todo desde afuera, sin ser a veces protagonistas de sus propias vidas, entendiendo la vida como ese estado en el cual nos preocupamos por nuestros bienes y nuestros amados. Y a penas duras, por el resto. Me incluyo.

 Se empieza por casa, sí. Pero hoy no me alcanza con amar solamente a los que me aman. Quiero amar más, concreta y fervientemente.

“A los que se les dio mucho, se les pedirá mucho más”. Los talentos se nos fueron dados para que los multipliquemos, los invirtamos en amor, vida, generosidad. Esa es la raíz de la desesperación que nos asecha, la culpa que nos carcome las sienes. Juntos es más fácil. Eso siempre. 
  
Todos somos distintos, y la riqueza de la diversidad se funda en que prestando nuestras manos al mundo y a todos aquellos que nos rodean –y tanto lo necesitan- armaríamos redes de pasiones; me gusta pensarlo como poemas hechos cuerpos, canciones materializadas en actos. Respiraríamos ilusión, seríamos ejemplos de la caridad, anhelaríamos humildad y amaríamos tanto que querríamos morir, constantemente, por amor y nada más.  

Por eso, no estemos tristes. Porque allí en nuestras raíces, están intrínsecas las razones que nos inquietan: querer ser más buenos y más flexibles y más amigos del amor. 

domingo, 4 de agosto de 2013

CaroLinda

Está más allá del bien y del mal. Más allá de lo establecido, de lo permitido, de lo que es modesto y lo que no. Porque esto ciertamente no lo es.

Es desaforado, y quién diría, loco. Como a todos, le llama lo prohibido, el NO se transforma en una necesidad humana implacable y básica de que le digan que sí. O al menos un tal vez. Pero ella es dramática y como diría Borges, asquerosamente sensible. Es una de esas personas que priorizan las pasiones, se dejan llevar por lo que sienten, lejos está de medir las consecuencias, no conoce sus límites y actúa por impulsos. Como actuaría un inocente, o un animal romántico. Y qué mejor.

Está cerca de las alegrías más grandes y roza las tristezas más insoportables. De no hacer lo que hace, no la lastimarían de forma semejante. Pero de no hacer lo que hace, se quedaría siempre con la duda devastadora de no saber qué hubiera sido de ella, de su vida, del amor que podría haber alcanzado y que por miedo, lo perdió.

Es rubia, sexy, precoz y si quiere, puede tener el mundo a sus pies. Porque para ella todo es una cuestión de actitud. El mundo la ve como se ve ella a sí misma: segura, única, con la personalidad suficiente como para plantarse frente a alguien y desnudar su alma, abrirse y quedarse ahí, a la intemperie, sin abrigo, sin paraguas, la tormenta la acosa y los vientos la revuelven, los rayos la lastiman y la lluvia la moja, pero no importa, porque habló, se animó, y lo más lindo de todo es que volvería a hacerlo. Hoy, mañana, y las veces que hagan falta.

Es ingenua y va a aprender del error. Nadie le explicó cómo funcionaba esto, no hay libros que le enseñen a uno cómo actuar frente a las adversidades, no hay películas que ilustren situaciones cotidianas y nos enseñen cómo decir lo que sentimos, hay infinitas canciones, pero ninguna nos cuenta cómo hacer para vencer al miedo, soportar el rechazo, seguir a pesar de los fracasos, levantarnos después de tropezar una, dos, o tres veces. Nadie nos dijo que nos iban a romper el corazón así. Y nadie, claro, nos dijo que éramos tan vulnerables. Indefensos. Víctimas de la desolación y rehenes de amores que nunca van a ser nuestros.

Y seguramente la vean con ojos raros, seguramente la cataloguen como una loca, sacada y de más. Porque no hace lo que hacen todos. Lo dejó todo por algo que ni siquiera ella sabía con certeza que lo quería.

Por ser distinta, la lastimaron. Por hacerle caso a sus sentidos, la razón le declaró la revancha y se le puso en contra. Por dejarlo todo, perdió mucho. Y sabe que el que no tiene nada, ya no tiene nada que perder. Así que eso poco que le queda, está dispuesta a volver a jugarlo. En otra ocasión, con alguien más, y quién diría, mejor.


Jugarlo, sí, pero esta vez, por alguien que lo valga. 

domingo, 21 de julio de 2013

Stunned

Todo se hace más difícil cuando son años los que nos separan, cuando el pasado compartido se nos pone en contra, convirtiendo el presente en algo de temer, haciendo que el mañana ya no sea un mero día más, sino un futuro indescifrable y a decir verdad, algo tenebroso. Ya no sé a qué me depara la vida, no sé si he de estar solo, si he de seguir peleando por lo que aparentemente ya no existe o dejarlo finalmente todo al azar, a esa decisión que tomamos ayer entre dudas y consuelos en vano. Tu recuerdo me acosa y tu sombra me persigue. Pero te extraño cuando te pienso, me confunde no saber si es que sufro por vos o por tu compañía. Si deseo tu cuerpo o un cuerpo que me saque de esta soledad. Y es que si hoy debo elegir entre tus manos o el sonido del mar, opto por esa inmensidad que nos rodea, elijo las olas y la frescura del aire. Tu rostro se va desvaneciendo poco a poco, y si alguna vez te amé, hoy no lo hago con la misma intensidad. El tiempo todo lo cura, pero siempre queda la cicatriz. Las distracciones de todos los días te alejan más de mi y no dejo que las memorias que vagan por las calles me acechen sin piedad. Cuando dejaste de lastimarme, me di cuenta que el dolor no valía. Las lágrimas me recuerdan que seguís ahí, viviendo, llevando tu vida lejos de la mía, la incertidumbre y la pena me recuerdan que no sé si ya encontraste el amor, otro amor, distinto al que yo te di. La música me llena de nostalgia y vive adentro mío, mientras el mundo sigue su curso y allá afuera los días se convierten en años. Pero el sol me calienta las ilusiones, me nutre el alma y me convence de que todo pasa por algo. No creo en las coincidencias, hay un hilo que nos conduce y fuimos pensados para seguir cierto rumbo. Ahí es cuando te descubrí. 

Oh, suspiró mi cuerpo. 

Volví a enterrarme en esta carroza que todo lo arrastra y nada deja atrás. Me ató a ella. Hoy soy víctima de sus mandatos, rehén de su voluntad, amo de sus deseos, mendigo de su amor. Ya no te hablo a vos, le hablo a la locura que me destrozó por entero, ha hecho de mí algo que ni yo mismo reconozco, pobre de mí si pensé que había conocido el amor antes de encontrar esto que me saca de mi cuerpo, cada vez que la veo y escucho su voz, esa que habla cantando y vuela cuando vuelan los pájaros. Condenado al tiempo, condenado a ella, condenado a nuestro futuro sin vos. 

sábado, 20 de julio de 2013

Eso que nos envuelve

Te dedico todos mis escritos. Convierto en calor todo el frío que se esconde entre nuestros cuerpos. Te regalo mis manos para que las cuides y veas en ellas la luna que me diste cuando juntos, el amor nos envolvió. Te lo doy todo, aunque digamos que no es amor lo que nos rodea. Te lo entrego sin decirte que es tuyo, ya nada puedo hacer con esto que me supera, se sale de mí, se escapa hasta vos, queriendo alcanzarte, besarte, abrazarte. No soy yo, es lo que vive adentro mío. No es algo que yo quiera hacer, es algo que debo hacer. Todo indica que está mal, el piano nos dice que no, los árboles se nos ponen en contra, hasta el sol no quiere ver semejante aberración. Pero en contra de todo, actuamos, como si para nosotros la realidad no fuera la realidad que se le presenta al mundo. La percibimos distinta, ergo, actuamos distinto. Inventamos el gozo para hacerlo nuestro, buscamos placer donde no lo hay y la libertad se construye solamente cuando estamos juntos. Que el destino no nos junte, juntémosnos nosotros. Para qué esperar a que algo ocurra, que alguien hable, que alguno decida. Nada de lo compartido fue en vano, todo lo que nos queda por vivir ha de ser vivido. No hace falta que lloremos, dejemos de lado el terror, aferrémosnos a lo que sentimos, que esas sensaciones, hoy y siempre son nuestra única garantía. No trates de demostrarme nada, ya todo está dicho, aunque implícitamente. Nuestros ojos se contaron todo, y ahora sí, suave, de fondo, ahora lentamente, muy lentamente nos vamos dando cuenta, mientras sonreímos y nos agarramos las manos, nos sentimos, escuchamos la canción y nos convencemos, que aunque el mundo no lo quiera, yo te pertenezco. Y el amor es idiota, más idiota de lo que creíamos.
Por esa vida que vas a llevar lejos mío, rezo. Aquella que tiende más hacia el vicio que a la Verdad. Tiende más a la ambición que al esfuerzo, creés que está más cerca de una herencia que de la verdadera felicidad. Pues bien, digamos querido, este texto de vuelta te pertenece, vuelve a vos como vuelvo yo. Una y otra vez, empujados por la inercia, separados por las bases y enloquecidos por eso que solamente está hecho para los locos: el amor.

jueves, 11 de julio de 2013

Autocrítica

El precio de las palabras fluidas es la movilización adentro tuyo. La voz que no quiere callarse. El sentimiento de que siempre hay más por explorar y sobretodo, la sensación de sensibilidad a flor de piel que hace que te alegres por las cosas pequeñas y ridículas, que te deprimas por la boludés más grande y te largues a llorar desaforadamente con la canción que ayer te parecía una mera melodía. Mirás atrás y querés volver a vivir el pasado, repetir la niñez y desear, haciéndole frente al destino y a toda la bendita Creación, volver a desear, con todo el corazón, dejar de crecer. Ahora, ya. Seguramente (y por como viene la mano, lo percibo, no te lo tomes mal, simplemente tenés cara de "déjenme de joder solamente estaba diciendo cómo me sentía") sientas que estás en la mejor edad de tu vida, la flor de la juventud es tu mayor arma de conquista, te sentís ágil, fuerte, seductora, jovial. Y el tiempo te gana sin culpa, la vida te vive, las horas crecen solas y cuando querés acordarte, sos polvo. De vuelta. Volviste a donde habrías de regresar. Nostálgica te dirán, melodramática, para variar. Te culparán de triste y exagerada. Pero al menos no esperás que el futuro te alcance para ser feliz. El presente es tu mejor momento, ya sea hoy, haya sido ayer o será mañana.

Ahora bien, las palabras fluyen como la corriente del río en una catarata. Nada es gratis en la vida, seguramente tengas hoy el corazón roto. O estés rebozando de alegría, que tras leer esas palabras vestidas de melancolía, lo dudo. Mil preocupaciones habitan hoy tu pensar y otras mil golpean tu cuerpo para que las dejes entrar, las recibas, las acojas y para colmo, les des alojamiento y comodidad.

El regreso de ellas significó la pérdida de una alegría. La que tenías antes de que las muy descaradas golpearan tu puerta. Ellas no sabían que había otras sensaciones ocupando antes tu alma. Más plácidas tal vez, y por qué no, más placenteras. Te invito a que después de esta clase de autocrítica las sacudas de adentro tuyo. Te las arranques y puedas ver la luz que se esconden atrás de ellas. Sí, puede ser que con ellas se vaya la facilidad de la palabra, la magia de la prosa. Son atractivas, mas si no te cuidás, pueden llegar a matarte. Y hacerte darte cuenta que como todos, estás creciendo.

Ya no te sorprendés por todo. Ya no te preguntás por el absurdo de tu existencia. Esa canción ya no te hace llorar y el sol es simplemente sol. Creciste.

Eso sí. Vos sos dueño de tu propia cabeza, vos elegís cómo manejar esos pensamientos que vienen sin que vos los elijas. No dejes que te ganen, a diferencia del tiempo, los podés controlar. Empezá por pensar que es pasajero, nada es para siempre. Seguí por entender por qué aparecen las ideas bastardas. Peleate con ellas, (no las maldigas, eso nunca jamás, a nadie) pero confrontate y sé fuerte. Y vas a ver, que cuando te quieras acorda- no, no, no serás polvo. Esta vez serás feliz. De vuelt- sí, exacto. Vas a ser eso que habrías de ser.

domingo, 30 de junio de 2013

Perdió al amor el día que lo encontró

Lo prostituyeron todo. Las calles por las que caminaron, los documentos que firmaron, los cigarrillos que fumaron. Y los que no, también. Todo cuanto tocaron, todo cuanto vieron. 

Los taxistas acechan la aglomeración y escapan de los pueblos, van en busca de ese humo que todo lo consume, mucho y en vano busca, pues a nada llega. Con sus garras desean el deseo de desear todo cuanto puedan agarrar, y con sus dientes intentan devorarse hasta el alma. Por el interior de los pueblos claro, nadie pregunta. Se limitan a correr a donde corren todos. El humo, la oscuridad, el gris, el cemento, las luces rojas, todo lo artificial todo lo sublime toda la superficie de polvo y ruinas pueden más que la desolación y el verde, los ríos y el cielo, el aire puro y la paz.

Los músicos viajan a las capitales del mundo para que los conozcan, los artistas pintan campos para que se vendan en las ciudades, a los jóvenes no les alcanza con sexo droga y rock n roll, quieren más. Todos quieren más. Todos quieren más de todo.  Mientras, los clásicos se vuelven prehistóricos, la historia avanza precipitadamente y como quien corre para que no lo atrapen, centenares de generaciones que quedaron en el olvido, familias que fueron enterradas, descendencias sin continuidad alguna, especies que se extinguieron, palabras que cesaron de existir, canciones que vivieron y murieron con el recuerdo de quien las pensó.

Cartas que por viejas se volvieron amarillas, esa tinta que se borró pero que en algún momento conmovió. El viejo que murió solo y abandonado en aquella casita de campo, junto a sus vacas en una tarde de invierno y frío. El bañero que no pudo salvarla. Y en ella, el amor que perdió el mismo día que lo encontró.

Ahora entrelazan sus manos, esas manos que si se agarran con el meñique, simbolizan la amistad. Esas manos que cuentan historias, dan media vuelta entre sí. Sus dedos se rozan y al hacerlo, se cuentan todo lo que no se dijeron, las uñas la acarician sin lastimar. Ellos se limitan a tocarse entre sí. Lejos de buscar lo prohibido se contentan con agarrarse y amarse en el tacto, sabiendo que en ese instante de la creación y del todo, son lo único que existe, sintiendo que son solo eso, dos manos que se buscan y se encuentran en la alegoría del amor, la epifanía de lo que alguna vez fueron, ni siquiera sueñan con lo que puedan llegar a ser, ahora son.

Nunca más volvieron a preguntarse por ese pasado que nunca fue. Siguieron como todos, caminando por esas calles grises, rodeados de polvo y humarada, lejos de la hojarasca y cerca del cemento descarado que se cuela entre sus zapatos sin vergüenza, recordándoles lo lejos que se encuentran de lo que aman. De los árboles verdes, y claro, no podía ser de otra forma, en ellos perdura la distancia imposible que los aísla a uno del otro. El pasado existe, y basta con que uno lo recuerde para que siga vivo.  

martes, 18 de junio de 2013

Charlando

-Tus ojos me miran y me dicen “seguí adelante, dale che”.

-No entiendo, ¿adelante a dónde?

-No todo está perdido, en serio. Mirá todo lo que ganaste y todo lo que te queda por vivir. La enfermedad es inevitable, la muerte viene con la vida y ni vos ni nadie van a poder hacer algo al respecto.

-Sí, pero sin embargo todo se termina. (Las lágrimas le caen al entender esto último, habla con un dejo de nostalgia y se va sumiendo en una sensación que se parece a la tristeza). No soy dramático, solamente me gustan las historias de amor. Todavía me falta vivir alguna que otra. Pero a la larga, seamos realistas. El amor no es eterno y los vínculos mueren el día que me voy. Me aflige pensar que nos sumergen en este paraíso de familias felices y amigos fieles que se terminan yendo…

-¿Pero vos te pensás que Dios es cínico? ¿Qué te da todo para después arrancártelo de tu propia vida, de tu propia piel?

-No, pero el miedo a quedarnos solos me atacó, nadie quiere cargar con el peso de la vida por su cuenta. Necesito ir con alguien, sea a donde sea, a la guerra, la paz o la adversidad. Todos necesitan caminar juntos. Eso te saca de tus cajas, te llena de valentía. El mundo se presenta como un desafío interesante y una aventura que nos garantiza la alegría, y no como ese lobo dispuesto a comernos vivos. (Frena y piensa). Como nosotros, que juntos opacamos al miedo.

-Acá nadie nunca te va a garantizar nada, ni siquiera la compañía.

-(No escucha) Como nosotros, que nos encontramos en esa mirada que avasalla todo. Y sabemos que venga lo que venga, vamos a estar preparados.

-Apuntamos a una vejez de a dos.

-Y es que es heroico llegar a viejo sabiendo que con amor dejamos gente que se sigue queriendo. No importa cuántos logros uno tenga, si va a ser recordado por muchos u olvidado por todos.

-De hecho, yo soy feliz viviendo en este pueblo… apuesto a que mi nombre desaparece cuando cruce al otro lado.

-Sí, seguro. Pero alcanzó con la sonrisa que le sacaste a ese chico, con ese llanto que frenaste y esa tarde que acompañaste a tu amigo, el que clamaba a gritos tu presencia. Alcanzó con ir juntos aquél verano a esa posada cálida. Alcanzó con escribir este texto y escuchar esa canción que nos hizo llorar.

-Sobró con ir a ese recital que nos llenó de verdad y nos conmovió hasta el cansancio.

-En esta rambla que da al mar me siento abrazada por los ángeles. ¿Te pasa lo mismo? 

Se está haciendo de noche y los barcos salen a ver las estrellas. 

-Mirá, ese velero parece que con su luz quiere tocar el cielo. (Al mismo tiempo levantan la cabeza y miran la luz del velero, y como sincornizados, juntos también siguen con su mirada y miran al cielo. Yo que los estoy viendo les digo, es muy cómico). Nos está esperando ese asado íntimo, pero no quiero abandonar esta sensación que solo el aire nos puede dar.

-¿Cuál?

-El de sentir que somos inmunes, incluso a la muerte. Que esto va a atravesar ese límite infalible y siempre, sin importar cómo, nos vamos a dar la mano a través de los abismos imposibles. 

No hablamos como escribimos, pero sí sentimos así. Ambos lo sabemos, y con eso alcanza.


domingo, 9 de junio de 2013

Ensueño

Es en una tarde de lluvia y café cuando cierra esos ojos que le pesan y se da cuenta, entre una búsqueda de verdad y una cuota de nostalgia que al final, es igual a las demás. Pensó que ella misma era distinta… y no. Vivió criticando la poca originalidad y la falta de espontaneidad de los demás,  y hoy su peor enemigo se asoma para revelarle una verdad ínfima y precoz: “ja, ¿de verdad pensabas que eras distinta?” No te compares con los otros porque siempre va a haber alguien mejor y peor que vos, cierto, pero es inevitable ver que no está absenta de la incertidumbre del amor, de la duda, de la inquietud.

Las apariencias pueden engañarte, pero cuando lo esencial se pone en juego, salen a la luz las verdaderas reacciones que te delatan. Es triste pensar que no puede seguir adelante sin pensar en cómo actuar, sin poder dejarse llevar por lo que siente en el momento por miedo a sufrir después. Hay que pensar menos, sí, pero hasta qué punto uno debe actuar sin pensar. Eso no es ser sabio, todo lo contrario. Pero claro, de vuelta, no se es razonable en el amor. Nunca.

Inundada en el melodrama se pregunta si es una de aquellas almas víctimas que inevitablemente fueron destinadas a sufrir por amor. Las historias de amor son crueles y sufrientes, terminan en desdicha y están compuestas por dagas y suicidios. Las pasiones violentas tienen finales violentos, y el fuego que enamora y consume los cuerpos, los termina quemando.

Mientras, el clásico de siempre espera alguna señal para reaparecer, sabiendo que él todavía no se enamoró y soñando con que ella todavía no encontró el amor. Pero esperó tanto que cuando lleno de coraje -ese que no había tenido nunca y en el cual se había escondido siempre- se decidió a actuar, se animó a hablar y no tuvo miedo de besar, era demasiado tarde.

HOY es el día para vivir, no mañana. Hoy es el día para hacer lo que uno ama y no esconderse por miedo al fracaso. Para levantarse y cambiar la música porque quiere escuchar ESA canción, AHORA. Basta de esperar que las cosas pasen, nosotros tenemos que hacer que pasen. Los románticos se pasan la vida hablando del amor sin sentirlo en carne propia, los desdichados creen fervientemente que no fueron hechos para ser amados y los pesimistas se alimentan de sus derrotas sin poder ver que para ganar una guerra, hay que perder alguna batalla.

Y así se le fue la vida. Suspirando por lo que pudo haber sido, lagrimeando por lo que no fue y soñando que quizás, en algún otro tiempo en algún lugar remoto y muy lejos de acá, las cosas podrían haber sido diferentes. Cerca de la luna y viviendo al lado del mar podríamos ser felices. Pues entonces mudémosnos al más allá. O traé tus cosas acá y seamos felices en la desdicha, que si realmente es él quien te abraza el alma, no se necesita más que su compañía para sonreír en paz.

Sí, los sueños son abstractos. La fantasía quiere ganarle a la realidad y esos ojos pesados hoy se cierran para no poder verla. Pero es más bello vivir en ese sueño. En esa dimensión poco sólida. En ese mundo lejano donde no solo los pájaros son rosas y las estrellas están conmigo. Vos también lo estás. Y juntos nos bañamos en ese mar que se prende fuego con el sol, en una tarde llena de nosotros. 

miércoles, 5 de junio de 2013

Pero más sabe por viejo

El encanto de los viejos, esa particularidad de su piel que se vuelve añeja como su pelo. Sus ojos permanecen joviales y cada vez más especiales con el tiempo, porque a diferencia del resto, vieron más. Dicen lo que todos tienen miedo de decir y escucharon tanto que están más preparados para escuchar lo que nadie quiere. Aunque lo digieren con más dolor.

Caminan más lento, pero entienden que con cada paso que dan, van a algún lado. Oyen menos, pero escuchan más. Ven poco, pero miran más allá. Todo implica más esfuerzo, por eso lo hacen con conciencia y dedicación. Su vida se torna más simple, y como resultado, empiezan a ver cuáles son las cosas que realmente valen la pena. Y comprenden que la felicidad, claro, se esconde en la simpleza. Descubren el valor de la salud y crecen en dolor al ver cómo poco a poco se van yendo los pocos pero buenos amigos que quedaron.

Tienen más desarrollada la paciencia y reconocen que la esperanza no solo es lo último que se pierde sino también, lo primero que se tiene. Ya no tienen miedo de morir porque tienen amados a los dos lados del camino, y se dieron cuenta, mientras vivían, que acá solamente estamos de paso.

El valor de lo compartido: un encuentro, para ellos puede significarlo todo. La generación que nos separa, una que arrasó tecnología pero se olvidó de los valores, no los comprende. Por eso sufren más: cuando ven familias destruidas, ambición de poder y materialismo, silencio cuando lo tienen todo para comunicarse, gobiernos que no aprenden de los anteriores y mandan todo cada vez más a la mierda.

No son cínicos con el amor. Vislumbran los vínculos que construyeron con naturalidad y los cuidan más que al oro.

Ven que sin esfuerzo no se llega lejos. Por eso siguen caminando aunque tengan que llevar el camino a cuestas. La línea que nos separa no es delgada, se trata de una vida que solo por ser vida, está sellada con experiencia. Tienen sus tiempos, y nosotros, los apurados, no entendemos. Y ellos se pueden enojar o se pueden reír, pero saben, saben que en el fondo lo que necesitamos, es eso que nos separa: años.

domingo, 2 de junio de 2013

Un país que cae en ruinas

Un rabino intelectual que cree en el cambio y dice que no todo está perdido. Las cosas están asquerosamente mal, pero eso no significa que estemos estancados y hundidos en un pozo del cual no podemos salir. La esperanza siempre está, necesitamos unirnos en nuestras diferencias y hacerle frente a los que están destruyendo este país. Es deber de los adultos demostrarles a los jóvenes que todavía se puede salir adelante, y con el ejemplo, encaminarlos hacia la participación política. Cómo hacer que los ciudadanos civiles nos convirtamos en ciudadanos políticos sin necesariamente conformar un partido, se pregunta la audiencia.

Combina la metáfora con la ironía y juega con las paradojas, solo los viejos entienden.

El país, dice, ya no tiene problemas políticos –y psiquiátricos-, sino teológicos. Estamos frente a una secta que se creyó su propia mentira. Todos los gobiernos fueron corruptos, pero al estar frente a una sinvergüenza que no tiene cuidado con sus formas y hace todo tan denigrantemente, esta vez todos nos damos cuenta.  

El país está enfermo. Está en una camilla en terapia intensiva. Hay cuarenta millones de especialistas en diagnóstico que dicen cómo hay que tratar al moribundo, qué tratamientos hay que aplicarle, qué es lo que hay que hacer, qué es lo que tienen que operar. Mientras los expertos discuten, disienten y confrontan sus opiniones, el paciente se muere. Hay diagnóstico, pero no hay cirujanos. Hay palabras, pero no hay acción. Y cuando alguno que otro se acerca para tratarlo se da cuenta de que no puede: es mucha la sangre, los huesos están expuestos, es todo muy impresionante. Cuando nadie mira, entonces, entra el carnicero con su cuchillo, lo corta en mil pedazos y se lo lleva. Se lleva a cuestas al país, enfermo, muerto, asesinado.

Sí, hay una periferia de pobres, aclara. Pero también estamos rodeados de gente rica. Rica en posibilidades, conocimientos y virtudes que por miedo a actuar, por miedo a hablar, se quedan callados. En lugar de unirse permanecen aislados. Tratá de salvarte solo y vas a hundirte. Hay pocos peronistas argentinos que conocen el peronismo en profundidad, pocos radicales que conocen el radicalismo. Hace falta una alianza fuerte que trascienda todo tipo de ideología, que como dice, no está tan arraigada como parece.

No es la tarea de los jóvenes hacer todo lo que la otra generación no pudo hacer. Debe ser esta la que impulse el cambio; seguramente no pueda ver las cosas nuevas, pero no es justo que los jóvenes carguen con una mochila que no les pertenece. Sus ojos vislumbran un sueño, el de una madre diciéndole a su hijo “me enorgullecería que fueras diputado”.  

Signos de aprobación entre el público, ancianos que están cansados de esperar un milagro, sería infantil pensar que algo así ocurriera, por más Papa argentino que tengamos, él no va a hacer lo que nosotros no nos animemos a decir. 

Amigo del papa de Roma, habla afectuosamente de su rabino. La Argentina busca ídolos, no ejemplos, y el Papa es un ejemplo. No es el Papa de Argentina, es el Papa del Vaticano. “Cuando lo vi por primera vez, pensé que era Bergoglio disfrazado de Papa”. Busca ante todo la unión en el amor, el respeto por las diferencias y la alianza de todos. Entiende el poder como una vocación de servicio. Y en este sentido, todos necesitamos querer tener poder.

Con sus túnicas rezó sus oraciones en Roma mientras Francisco daba su primera misa. Es judío y cita no solo la Biblia, sino también el Nuevo Testamento. Cree en la unión de las religiones y las oraciones a un mismo Dios a través de distintos caminos. Se comprometió con la política y como a todos, le da lástima ver cómo poco a poco el país va cayendo en ruinas. 

*Citas e ideas de Sergio Bergman 

lunes, 27 de mayo de 2013

No fue una noche más

(Leerlo escuchando Basket Case de Greenday, volumen alto)

La noche se enfría pero la calefacción mantiene el aire caliente, le hacen un ritual ridículo a un cubo que se arma con infinitas piezas y que por ser numerosas, son delicadas. “Cuidado con el cubo”, y el cubo (que es redondo, pero le dicen cubo), se va a la mierda. “Hagamos silencio” y todo terminó, como siempre, en un quilombo de bárbaros. Música que emociona hasta el último sentimiento guardado y alguna otra que habla de unas amigas boluda, unas amigas que dicen que hay que vivir la vida y salir y divertirse y chau pibes y van a fiestas y se re divierten. Ok, se copó.

Buscan las piezas, encuentran alguna que otra cosa, aparece una cámara de fotos, se esconden esas fotos, no hay hombres –todavía- y eso hace que todo se desboque, tienen veinte años, brindan por eso, nunca faltan los cuentos que conmemoran viejas épocas, siempre hay alguna frase trillada que recuerdan, citas que vienen al caso, “no te vas a acordar de la noches que te quedaste durmiendo, te vas a acordar de aquellas en las que saliste”, construyamos anécdotas, todas tienen que volver con al menos tres, “¿tres?” “sí, tres”, si esto fue tan divertido dudan que lo otro sea igual o mejor, miedo a la desilusión, pero ay cuán lejos están del fracaso hoy, siguen bailando y aterrizan en poofs, se miran entre miradas cómplices y comparten lo que sienten, y en el medio, un alma que más despierta que todas graba los momentos insólitos.

Amistad.

El frío no se siente y sigue la fiesta con amigos, esos que se convirtieron en una clase de “una más” y así funciona, todo menos filtro, a la larga estas son las cosas que quedan para siempre, si algo llega a irse permanece el recuerdo, eso lo vale todo, bailan como pueden, todo sea por la sensualidad del momento, la incógnita genera deseo, y el deseo desea más deseo aún, traiciones que se divisan a lo lejos y todo sea por darle lo que le corresponde a una amiga, por eso sacrifican algún que otro empujón con gente que no conocen, y todo es mucho más gracioso cuando a la vuelta, hay gente desaforada que se ríe y amenaza con tal de conseguir comida.

Ir a dormirse con amigas, despertar con ellas, volver a ese tiempo donde todo era eso, donde todas eran una, donde no existía más que el mar y nada era superior a las estrellas, donde reían a carcajadas y vivían a base de playa, donde había mil cuentos por minuto y cientos de momentos para luego recordar, conmemorar y volver a sentir.


No fue una noche más porque fue la ilusión de volver ahí, al lugar de los buenos cuerpos y el hábitat natural de los perros. Acá no hay tantos, pero al menos está Kiwi.  

miércoles, 22 de mayo de 2013

Hasta acá llegamos


Le desespera ver cómo pierde el tiempo ahogándose en un vaso de agua. Es consciente de su idiotez, por eso al menos es un idiota lúcido. Pero maldice al pasado y le ruega al porvenir que por favor, por favor esta vez pueda obedecer su voluntad, hacerle caso a sus pasiones y mandar todo a guardar. Si ya llegó hasta acá, tiene que seguir por ese último retazo de escombros, esa fuerza gastada por el cansancio acumulado de los años. Su encanto lo enamoró, pero ella opta por el silencio que esta vez como todas, le juega en contra, porque en definitiva no es más que una auténtica relatora de cuentos sin fin. ¡Son humanos! Luchan contra el tiempo que pasa alivianando lo vivido y haciendo que todo aquello que alguna vez fue fuerte, hoy sea frágil. Esa sensación de novedad ya no está. Desapareció con ella la adrenalina de encontrarse frente a lo desconocido, la sed de aventura se fue desvaneciendo con el correr de las horas y fue consumiendo a cuentagotas la falsa esperanza de esperar algo que nunca llega. La indecisión fue su mayor enemigo. La peor de las traiciones que hizo que se traicionara a sí mismo y le diera la espalda a sus anhelos. Dejemos de liberarnos con el humo que nada libera. Hablá, para algo están las palabras. Dejate sentir que a la larga es lo único que nos queda. La vida ya trae sus quilombos, así que en vano tratar de complacer a los demás, que cada uno haga lo que tenga ganas de hacer. Que escuche la música que cada uno quiere escuchar. Y claro, lo que está hoy puede faltarte mañana, si bien la soledad es linda, no subestimes la compañía del que está al lado. Puede que mañana no esté. Subí el volumen entonces y que nuestras miradas se encuentren en la belleza de esa música, que nuestros ojos trasciendan el tiempo y nuestras manos se rocen mientras nuestras voces se encuentran en el baile de los sultanes del ritmo. Se buscan y se encuentran en el desencuentro, sus ojos corresponden a otra época. Se ríen y entienden, que pasado tanto tiempo, es en vano disimular. Hasta acá llegaron, la pregunta es hasta cuándo van a seguir. A dónde van a llegar. Cuánto más barro van a pisar sus pies y cuántos días más van a pasar mientras hablan sin hablar y se dan un beso sin siquiera rozarse.  

Es un mundo un tanto salvaje, soportemos la existencia leyendo lo que nos apasiona y caminando de la mano. 

viernes, 17 de mayo de 2013

La obra se llama "amantes"


El telón se cierra, y con él culmina el sueño de que algún día lo nuestro puede llegar a ser real. Nuestras manos rozan la fina línea de lo sublime, entrelazándose entre lo que no existe y lo que sí. La fantasía se hace realidad cuando me pedís que dramatice algo que nos pasa, pero que ninguno de los dos puede llegar a decir. El escenario está de por medio y el público interfiere sin saber que lo que interpretamos con máscaras, es lo que sentimos de verdad. 


De alguna manera saber que no te tengo ni hoy ni nunca, es lo que me mantiene cerca tuyo. La imposibilidad de alguna vez abrazarte, aunque sea remota, me exaspera. Tus años no sobran, en vano tener en cuenta mi asquerosa juventud. Vos sos vos, yo soy yo, y tu mirada cómplice cuando los demás no miran, no es más que eso. Una complicidad, una invitación a algo que no está permitido. El símbolo de lo que es políticamente incorrecto. Una bienvenida audaz, y con ella, el recuerdo de que te vas a casar.

Me llamás por mi nombre entero como quien llama a lo prohibido. Me agarrás de la mano y me decís que haga público el misterio que nos acosa. Total está disfrazado por la mentira, total pasa desapercibido entre otras simulaciones, total es un juego trágico que lucha contra las ganas de que me mires y me digas "al carajo, dejo todo por vos".

La perversidad me carcome las entrañas mientras en esos ratos libres, estamos solos. Hoy es un café, mañana será una cerveza. Hoy es ir y cerrar el lugar, mañana es quedarnos y darnos un beso. 

La realidad supera a la fantasía, guardá esos disfraces y sacá la ropa que usas todos los días. Nuestra vida está rodeada de sueños y vos sos uno de los míos. Shakespeare dijo, “El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen”. Sigamos ciegos, sigamos tontos creyendo que existe un amor cuando todo lo que hay es deseo. 


Para qué angustiarme por lo que nunca va a ser, si puedo regocijarme y jugar con la falacia. Ambos sabemos que en el mundo donde el telón se abre, los dos nos acercamos y entre juegos de luces y sombras, somos amantes. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Cortázar


Siempre hay algo que pensamos y otro pensamiento sublime que está detrás. Como cuando escuchamos atentamente a lo que nos está diciendo alguien, y oímos sin escuchar ese pajarito que canta, esa bocina que ruge, esa canción de la radio del colectivo.

Mirá, entremos acá. En este cuarto. Hay alguien que está escuchando una canción vieja…

-¿De quién es esa canción?

-¿Qué canción? ¿Y quién sos vos?

-Soy la que escribe esto.

-Ah, qué tal… esta canción es de Neil Young.

Bien, ves, acá este hombre oye la canción de Neil Young. Pero claramente está escuchando otra cosa. Como si el sonido de la canción le entrara por un canal auditivo, y lo otro que escucha entra por otro. Ahora… ¿qué es eso otro que escucha? Cortázar. Hablando de sus amigos, que “son pocos pero buenos”.

-Perdón que me entrometa así en tu vida, en tu casa, en tu cuarto, pero eso que escuchás, no la canción de Neil Young, sino  ese otro hombre que habla con tonada española mezclada con algo de ¿francés, puede ser? ¿Es Julio Cortázar?

-No me pidas perdón. Vos me estás escribiendo, vos me creaste. Y sí, es Cortázar. Una de mis entrevistas preferidas. Ahora, si querés metete en su vida, eso sí que es interesante. Mucho más interesante que lo mío, te puedo asegurar.

“Soy muy sentimental, de los que lloran en el cine y de los que luego salen disimulando la cara”, dice el hombre de la voz quemada por el cigarro. El hombre que escribió una novela a los once años, resguardada por su madre –quién al principio dudó que su hijo pudiera escribir semejantes cuentos a tan temprana edad- porque si él la encuentra, la quemará.

“Un pariente de la familia, un tío o alguien así dijo que aquellos poemas no eran míos, que yo los copiaba  de alguna antología de poemas. Y me acuerdo siempre que fue para mí un dolor de niño que es un dolor infinito y terrible, cuando mi madre en quien yo tenía plena confianza, vino de noche antes de que yo me durmiera a preguntarme un poco avergonzada, me acuerdo, si realmente esos textos eran míos o yo los había copiado. El hecho de que mi madre pudiera dudar de mí, fue como esas revelaciones de la muerte. Esos golpes que te marcan para siempre. Descubrí que todo era relativo, precario. Había que vivir en un mundo que no era ese mundo de total confianza e inocencia”.

El que hace las preguntas, Joaquín (Julio marca la jjjjjota de su nombre cada vez que lo pronuncia), le comparte de su wiski.

Ahora ya no es Neil Young el que canta, sino Neil Diamond. ¿Pero ves? ¿Ves lo que te digo? Él apenas se da cuenta. Escucha al escritor que habla, ya con un poco más de confianza. Esa rigidez que mostraba al principio la remplazó por alguna que otra risa, y fuma distendidamente.

-¿Seguís ahí?

-Sí. Claro, siempre y cuando no te moleste.

-Para nada, pero veo que estás acompañado.

-Sí, este es mi perro. Está conmigo porque siempre lo está, y me gusta que conozca a todos mis personajes. De alguna graciosa manera la fidelidad que hay entre nosotros es lo que los mantiene vivos a ustedes. Si muere él, siento decirte que morirán ustedes.

-Qué duro lo que me decís. Entonces dependo de la existencia de un perro. O mejor dicho, del vínculo de ese perro con otra persona.

“A través de los genes y los cromosomas te manda algo que pertenece a otro tiempo y no al tuyo, y tú sin darte cuenta estás escribiendo una novela y en realidad estás transmitiendo un mensaje muy antiguo y muy arcaico”.  

Vio distinto al mito del hombre y Minotauro, aquél viejo monstruo: “Yo lo vi al revés. En el minotauro vi al poeta, al hombre libre, al hombre diferente, y por lo tanto es el hombre al que la sociedad, el sistema encierra inmediatamente. A veces los mete en clínicas psiquiatras, y otras en laberintos”.

-Te dije que sus cosas eran más interesantes. Mirá, estás escribiendo de él. Te dije que su historia iba a ser mucho mejor  que la mía. Igual, debo decirte. A vos, que sos una desconocida, una loca con un perro, alguien que dice que me inventó. Debo decirte que me entristece que me hayas cambiado por otro. Suena estúpido, pero viniste acá a escribir de mí, o eso me pareció. ¿Tan poco interés ves en mí? ¿No merezco un cuentito en uno de esos tantos que aparentemente escribís?

“Mira, si alguna cosa que yo he escrito ha podido mostrarle el otro lado de algunas cosas a mis lectores, a mis amigos, es  la más grande recompensas que puedo tener. Yo sigo teniendo la sensación de que hay algo que está del otro lado, y yo lo sigo buscando”.

-No te voy a mentir, si así lo hiciera nada de todo esto tendría sentido. Vine acá a escribir de vos. A meterme en tu vida y robarte alguna historia. No buscaba algo interesante, divertido, distinto. Solamente quería espiarte y descubrirte. Y me llevé esta sorpresa. Es inevitable, pero sus palabras me perforan la conciencia, me es imposible no escuchar esas palabras, de hecho- “Me fastidia que digas que mis ideas son lúcidas, yo tengo muy-  ¡se adentran en mi cabeza sin siquiera yo quererlo, permitirlo! pocas ideas. Tengo intuiciones.”

-Ya lo sé, y quién soy yo para culparte. Si acá estoy, escuchando de vuelta las palabras de este hombre cuya gran maravilla como escritor fue “haber escrito una obra que correspondía a su edad, su tiempo y su clima y de repente descubrir que planteó problemas que le correspondían a la generación siguiente”. Sí, Rayuela. Es incontrolable, sus palabras simplemente se incorporan al pensamiento de uno, le tocan el alma y dejan un tatuaje, como esos que él lleva en su propia alma, los de García Lorca.

-Por eso mismo es que vine a escribir de vos, porque me llevaste a este poeta que se reconoce a sí mismo como un hombre solitario. Y ahí, de vuelta sus palabras. 

viernes, 3 de mayo de 2013

Estamos viejos querida, la vida nos ganó de mano


Tantos años a tu lado para que de repente y sin remordimiento o pena alguna, las neuronas de tus recuerdos se vayan. Y con ellas, todo lo que fuimos. Los hijos que tuvimos, nuestros años de jóvenes ebrios de amor y juventud, la vida entera, TU vida, esa que viviste alguna vez. Y que hoy seguís viviendo pero muy lejos tuyo. 

Yo sé que tus ojos miran y buscan el amor, pero qué es el amor sin nuestra historia detrás. Hay algo que te desconecta del día que vivís, de todo lo que ves y escuchás. Sueño con que los acordes de aquél piano que alguna vez te toqué traigan a tu memoria nuestros roces. Invoco a lo infinito para que me traiga algo de tu tacto, y que con el sol aparezca esa sonrisa en tu rostro. Pero sentida. Recuerdo cuando sonreías para luego reír.

Con cada día que pasa todo se vuelve más borroso para vos, los nombres son meras letras agrupadas al azar y las oraciones no tienen coherencia una con otra. Qué miedos habitan hoy tu alma, si son los mismos que los míos acercate y lloremos juntos. Qué más lindo que llegar a viejo al lado de mi amor. Acá estoy. Soy yo. Tomá mi mano, me entrego a vos aunque ya no tenga nada para ofrecerte, ya que todo lo dejé ayer, en ese abrazo que nos dimos cuando los pájaros cantaban y aquél perro de la esquina lloraba sin parar.

Si vos no estás, yo estoy con vos. La melancolía no es nada si elijo darle la espalda. Te cuerpo y tu espíritu están conmigo. No estoy tan solo, pues uno está donde se lo extrañan. Y por acá se te anda extrañando amor de mi vida, luz de mis sueños, portadora de mi alma que sufre cuando te vas y se regocija cuando volvés, salta como loca de alegría. Porque está loca por vos.

En vano tratás de recordar dónde viviste tu niñez, quiénes eran tus hermanos, cuáles de todos estos chicos que te rodean hoy son tus nietos. La belleza no te abandonó aún, pero claro amor, nunca lo hará. Los años se reflejan en tus movimientos lentos, tus pocas ganas de caminar, tu falta de hambre y poca sed. Mas la experiencia se esconde en tus entrañas, tu piel delata tus saberes, y tus manos, lo compartido. 

Si la vida me ofrece una revancha, volvería a darle la misma tregua. Por ahí me andan preguntando si de haber sabido que pasaría esto, hubiera aprovechado mejor los años de lucidez. No puedo responder que sí, los dos sabemos que vivimos intensamente y pensando en el presente, sin imaginar un futuro reluciente. Nadie sabe a qué nos depara el porvenir. Ciertamente no me lo imaginé así: al lado tuyo y sin vos. Hoy te pido que te concentres, que me mires a los ojos y me encuentres. No simules una caricia, que sea sincera. Esta vez entre todas las demás, te pido que sea sincera y tuya. Estamos viejos querida, y la vida nos ganó de mano.