martes, 16 de diciembre de 2014

Mi primer texto como periodista

Mi primer texto como licenciada no ha de ser periodístico, ha de ser más romántico. Poético tal vez, autobiográfico, o por qué no, parte de un texto más largo, de una crónica que se escribe todos los días, de una novela larga pero distendida: mi vida. Hoy lejos de terminarse una carrera, empieza una. No veo esto como un fin, sino como el principio de algo grande. La continuación de hacer lo que disfruto y amo: contar historias.

No hubiese sido lo mismo, eso seguro, sin los ángeles que tengo en el cielo, esos que me hacen el camino mas llano, que me tiran sogas cuando lo necesito y convierten las olas en viento a favor cuando he de remar. (Gracias de vuelta, de verdad.)

En estos cuatro años salí a la calle, conocí un poco más el mundo. Un mundo que me sacó lágrimas y me sofocó; pero ese mismo que me enamoró. Entrevisté árabes, musulmanes, judíos, famosos, cartoneros, desconocidos, humoristas, periodistas y jueces, nutricionistas, artistas, psicólogos, políticos, economistas, enfermos, mecánicos, profesionales y científicos. Grabé corrí ESCRIBÍ edité hablé actué reí. Critiqué discos, obras de teatro, películas, cocinas de restoranes, partidos de rugby, peluquerías. Aprendí a hacer una pizza, me hice amiga de los amigos del Papa y me armé un nuevo grupo de amigas que ahora también amo. Y lo más lindo es pensar en todos esos mundos quedan todavía por conocer.

Todavía tengo huevo en el pelo y pintura en algunos lugares –especialmente adentro de las uñas y atrás de las orejas- y de a poco voy entendiendo un poco más cómo funcionan las cosas, cómo la vida es tan… vida. Cómo cuatro años pueden pasar volando, pero que si gozamos de cada momento de esos años y se vive queriendo vivir lo que uno vive; si en vez de estar mirando lo que puede pasar miramos lo que está pasando, uno es más feliz. No siento alivio porque termina algo que disfruté y empieza algo nuevo que seguro disfrutaré también.

Básicamente, porque nací para contar historias. Porque nací para contar cuentos. Nací para amar la literatura, y amarlos a todos ustedes, claro, mis lectores.



lunes, 1 de diciembre de 2014

Crónica de una feria

Porque en la vida todo llega, brindo con mi sombra, con la que compartí diez días de trabajo que pasaron volando, como los Díaz, como los días, como los pájaros. Las anécdotas quedarán para siempre, y si dudan de que haya gente PARA TODO, trabajen en atención al cliente en una feria de Buenos Aires. Buenos Aires la bella, Buenos Aires la romántica, la de la ciudad de los poetas, dueña de gente vieja, una Buenos Aires que hizo soñar a los pintores y alimentó la curiosidad de los cineastas. Dueña de los tangos de Gardel, de los cuentos de Borges y de las proezas de Cortázar. Auténtica y precoz detona, como siempre, sus mil y una caras, y acoge a toda esa gente: Gente sin ganas de buscar, pero gente con ganas de encontrar, gente pero sobre todo mujeres: mujeres grandes, viejas, jóvenes, mujeres desesperadas, mujeres apuradas, mujeres de todo color forma y tamaño: mujeres rubias, mujeres morochas, mujeres arregladas, mujeres con calzas, mujeres con tacos y mujeres casi descalzas, mujeres sordas, mujeres gritonas, mujeres calladas, mujeres con rulos, mujeres de pelo lacio, mujeres embarazadas, mujeres altas y otras bajas, lindas, blancas, morochas. Mujeres, mujeres, mujeres que buscan consumir, comprar, otras solo mirar, jubiladas que vienen a pasarla bien, otras a pasarla mal, mujeres que torturan a sus novios haciéndoles hacer la fila, hombres que vienen por motus propio, hombres que compran, hombres que defienden a sus mujeres, hombres guapos, hombres trabajadores, hombres no tan hombres. Pero un hombre en especial, que manda palomas mensajeras para ser un poco más romántico que el resto, un hombre de otro mundo diferente al suyo, un hombre que la enamora cuando la mira, un hombre que nunca va a ser su hombre, un hombre con ojos como el mar que le da ganas de nadar en ellos, un hombre que la hace olvidar del tumulto de la feria, que la lleva de la mano a un cielo un poco más cielo que el verdadero, un hombre que no le promete nada pero que la hace soñar hasta olvidar que está trabajando.
Porque Coas puede ser un caos, pero ellas lo ven de otra manera.
Porque así la comida es más rica, la pizza no la cansa tanto, las filas son más cortas, el trabajo más ameno, su amiga más amiga todavía. Que les digan idiotas, que les griten, que se quejen, que escriban en el libro grande, que traten de quitarles la paciencia porque no van a poder quitarles la sonrisa, que las bañen de malestar porque ellas van donde la brisa, que sean tontos, porque ellas son vivas. Porque pueden verlo como un trabajo agotador de diez días intensos. Pero ellas lo ven como pasar más tiempo juntas. Eligen vivir la vida y disfrutar de lo que les toca vivir, por eso se emocionan con la gente que pasa: el aire es demasiado puro, la familia demasiado íntima, las estrellas están demasiado cerca, el calor demasiado fuerte, las lágrimas demasiado grandes: todo la emociona, sobretodo el amor, cuando va de la mano de una pareja que busca remeras de Channel, brillos de Dior. El desgaste de señoras que luchan por una sociedad que funcione, por hospitales que cuenten con los insumos suficientes, por niños que tengan lo necesario para vivir mejor. La emociona ese amor de la mano de una señora que va a pasear, de un hombre que busca en el mapa hasta encontrar lo que busca, de un músico que baila y canta con un público de tres viejas que aplauden como si estuviera cantando en el Luna Park bajo las estrellas, con millones de fanáticos bailando a la luz de la luna. Esa luna que la baña. Aquella mujer que se llama a sí misma gorda, que quiere a la gente como la vaca quiere al ternero, casada para siempre con el amor de su vida, graciosa como ella, realista como pocos, y valiente. Sin temor a la vida vive; sin temor a lo que el resto piense, habla; sin temor a los locos, ríe.

Cualquiera puede bailar en un escenario. Porque claro, de vuelta, la vida es como uno la mire. Por eso seguirá soñando con ese hombre con ojos de mar. 

martes, 18 de noviembre de 2014

Algún lugar

Con la vida finalmente llega ese día en que tomamos conciencia de que vivimos. Sí, sí, de que estamos vivos y de que nuestro cerebro es chiquito, limitado, pero que nuestras pasiones son grandes, nuestras ganas de vivir más grandes todavía y que cosas como la música, las letras y el calor nos hacen bailar, tal vez despacio, lento, al ritmo del reggae quizás, mientras el fuego nos dice que el asado se está cocinando, mientras un perro corre dando vueltas por ahí, mientras soñamos con escuchar de más cerca el mar o vamos al mar directamente para verlo y escucharlo. La vida no pasa mientras pasa todo eso, la vida es eso: bienestar. Y nada tendría sentido si hemos de vivirlo solos. Porque la felicidad es un café, está escondida en un chocolate, se resbala por la ventana con las gotas de lluvia, se sacude con el perro cuando corre sobre el pasto largo, desprolijo, verde como la hierba que te inspira. Está en esa tarde cuando se fue el sol, en el último abrazo que le dieron, en la primera estrella que sale en la playa y en el humo del cigarrillo que se diluyó en el aire y se dejó abrazar por las brazas del fuego. Se quema cuando arde, como tu amor.
Juntate conmigo y sentite a gusto, pasemos un buen rato sentados en la arena. De poco sirve el mundo si no se comparte, en vano tu cuerpo si no está junto al mío, por qué no dejamos que pasen las horas sin que pase nada. O que pase todo en ese nada, que seamos uno nomás, mientras siendo uno somos todo.
Vayamos ahí, a algun lugar y tomemos conciencia de lo que somos, de que pronto ya no tendremos la destreza y agilidad que tenemos, de que la vejez va a venir, como todo, como la muerte, como el polvo. Seremos felices entonces también, por qué no, al entender que vivimos como teníamos que vivir: disfrutando, agradeciendo, y una vez más, siendo concientes de lo que nos rodea. Que los que están dormidos se despierten y duerman más siestas, basta de esperar las cosas grandes cuando las cosas grandes son las chiquititas que les pasaron hoy.
Ahora sí, vayamos juntos a algún lugar que tenga mar. Yo escribiré pensando en mis lectores y vos sonreirás pensando en mí.   


One love, one heart, lets get together and feel all right--- 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Ya sos un ángel

El sol se asoma y ya empieza a soñar. 
El río es una posibilidad.
Los perros corren y los chicos ven el mar, 
pero lo más bello es que al cantar,
logra entonces suspirar,
porque sabe que sus nietos
tienen tanto que contar.

Los faroles iluminan la noche
que sola y oscura y sin reproche
acoge a los perros que despacio,
pasean sin dueño a la medianoche.

Un perro en particular
ha de mirarte con esos ojos lánguidos, 
y vos con tu eterna generosidad
has de regalarle un pedazo de pan.

Y que los miedos desaparezcan, 
y a tu cara vuelva la luz.
Pues la muerte hoy te invita a que vivas,
Solo que en otro espacio y sin tu cruz.

Ya te habrás reencontrado con el amor de tu vida
que ha de haberte esperado hasta este día.
Orgulloso y feliz debe haberte abrazado,
viendo cómo llenaste de amor a esta familia.
Abrácense por toda la eternidad ahora, 
porque claro, ya ni la muerte los limita.

Y se despierta en mí una nostalgia eterna
al comprender que la muerte siempre llega.
Que los sueños la anticipan y la recuerdan
cada vez que cierro los ojos para no querer verla.

Pero qué hermosa ha sido tu vida,
siempre tan llena y blanda y distendida 
que hasta los pájaros hoy te contemplan y te miran
pues la libertad al fin recobra forma 
y te eleva al cielo, oh bella mía
para que seas, finalmente, un ángel ahí arriba

Ya no has de sufrir, solo has de sonreír.
Andá en paz, caminá con fuerzas y sin limitaciones.
Pues ahora las piernas te permiten
disfrutar con todas tus pasiones.

Trajiste amor, nos dejaste amor
Levantaste la cabeza y bajaste el corazón
Nos dejaste ayudarte y acompañarte en el dolor
Y nos enseñaste a entregarlo todo, con o sin razón. 

Te estaremos hablando, te estaremos rezando.
Más aún te estaremos recordando
pues sentiremos tu ausencia, extrañaremos tu sonrisa
hasta que al fin comprendamos
que estás donde la brisa.

En aquél árbol que se mueve con el viento
en aquella tarde de café y cuentos.
En el pasto verde, en el mar,
y suavizándonos el alma
cuando hemos de cantar.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Más miedo que amor

¿Hacía falta llegar hasta donde llegaron para darse cuenta que se tenían afecto? ¿Algo un poco más verdadero de lo que creían? Algo más parecido a un cuento de Julio que a una mera canción de ingenuos, más cercano a una tarde de mares que a una mañana de libros secos.

Es el primer texto que empieza con un signo de pregunta y no creo en las casualidades. Las coincidencias no existen, lo único que hay son almas conectadas en el tiempo, en el espacio, porque alguien así lo pensó. La pregunta que la lleva a sumirse de vuelta en esa rueda de incoherencias e incertidumbres. El miedo de no serle fiel a sus principios idiotas, ridículos y entonces, enamorarse.

A veces la razón es mucho más fuerte que las pasiones, y eso nunca es bueno. O casi nunca. Siempre es ella, es inevitable serse infiel a sí misma. Pero ¿y si pensaba que era algo que en realidad nunca fue? El hecho de que la haga cuestionarse de toda su integridad, de que la descoloque de semejante forma, ya dice tanto, tanto que la saca de vuelta de ese lugar de comodidad. El de nunca dejarse conocer, nunca dejarse sentir, nunca mirar a alguien a los ojos sin una barrera, abrazarlo sin una especie de escudo, de tocarlo sin tocarlo y darle un beso, claro, sin sentirlo propio. Porque piensa entonces, que nunca lo será.

No se deja intimidar por nada, pero de repente se intimida ante tanta seguridad, una persona tan frontal, dispuesta a dejarse romper, quebrar, fracasar. Por alguien que le ofrece un poco más que solo dudas.

Pero ahora todo cambia y cabe la posibilidad de soltarse y arriesgarlo todo a esa tempestad que tal vez el día de mañana la haga polvo. ¿Qué pierde con intentarlo? No lo sabe, pero una posible respuesta le da miedo: todo. Si se involucra se lleva consigo toda su vida. Por eso le cuesta tanto abrirse a ese retazo que queda, aunque ahora duda que todavía lo tenga.

Quieran los ángeles que todo vuelva a la normalidad, y que en ella desaparezca ese miedo que aborrece, que hace que se esconda en protecciones absurdas y lleva a que se pierda de tantas cosas lindas y blandas, mucho más blandas que la rigidez que la envuelve.


Si vale la pena o no involucrarse en esta oportunidad que se le presentó, lo sabrá en el camino. Ese que puede presentar, en un futuro no tan lejano, escombros de corazones que van a sufrir. Y ahí, de vuelta, ese pesimismo insoportable. Que la defiende de su amigo como si fuese el peor y más vil de los enemigos.  

domingo, 19 de octubre de 2014

No son solo sueños

No dejes que los sueños sean sueños, te dicen mientras mirás todos los días los mismos videos en Youtube, escuchás las mismas canciones mientras te enamorás de quienes cantan esos clásicos, mientras soñás, como siempre, con alguien así, con esos pantalones apretados y esa cuota de romance en las palabras de amor que a pesar de todo, todos los rockeros cantan. En esas canciones que dibujan frases con forma de nube con forma de corazón, mientras las luces iluminan esas sonrisas cómplices que hay entre el músico y yo. Porque existe, solo hacía falta cruzarnos en un bar en los noventa. No dejes que tus sueños sean sueños, te dicen mientras mirás esa película que de vuelta te enamora, mientras los personajes caminan por las calles desiertas de Nueva York, fumando el humo mientras las flores a sus alrededores caen, rojas, sangrientas porque entienden que los amores son perros, son idiotas, son egoístas, incluso a veces cínicos. Los amantes caminan y se miran, y el calor en la mirada es tal que no se puede ni cortar con diez bolsas de rolito, ni aunque se los tire al fondo del Pacífico, ni aunque los chocara el mismo Titanic, esta vez una versión más moderna del mismo. Las calles son oscuras, hay dos copas de vino de por medio y los violines de fondo le cantan a las estrellas. No dejes que tus sueños sean meros sueños, te dicen mientras escuchás Romeo and Juliet y soñás con que el amor se personifique en eso que en pocos minutos te explotaría el corazón, que con solo una serenata te promete el mundo, te hace el amor y llora mientras te dice que te va a amar para por y hasta siempre. ¡¡¡Pero vamos!!!  No dejes que tus sueños sean sueños, te decís a vos mismo mientras sos consciente de que no sos capaz de hacer nada si no es por vos mismo. Mientras sos consciente de lo que no tenés pero más consciente de lo que no te falta, mientras entendés que el mundo es tuyo y de todos –pero en parte tuyo- y que si querés a alguien para compartirlo, no alcanza con soñar. No alcanza con quererlo. No alcanza con querer pensar que ya lo encontraste, porque siempre estás en búsqueda de algo más grande. No sé qué mierda (aunque espero que no sea mierda) hace falta para que todo eso pase en el mundo real, o mejor dicho, no sé qué hará falta para que el mundo real y el fantástico se fusionen de una vez y por todas, para que ya no solo seamos algunos los que vemos las mismas cosas en ellos, sino para que todos encuentren que no es todo producto de una casualidad: que las cosas pasan, así como en los sueños, pasan también en la realidad. Solo hace falta que abramos los ojos y encontremos oh, esa belleza infinita en las cosas de todos los días, y así te des cuenta de que Mark Knopfler realmente te guiña el ojo a vos cada vez que ponés esa canción en Youtube.

martes, 9 de septiembre de 2014

Amor

No es hoy el deseo de una ilusión lo que la lleva a escribir, ya no es el querer encontrarlo en medio de los árboles que dibujan la noche, hoy no siente por él lo que todo el mundo siente por sí mismo, no busca comprenderlo, no quiere quererlo, no entiende que hoy no le urge el deseo del amor, sino la saciedad del mismo. Rebalsan los abrazos y sonrisas, el amor del bueno, ese del cual uno lee en los libros. No es un simple enamoramiento, no es un deseo de los cuerpos, no es ese que uno busca cuando se siente solo ni con el cual sueña cuando tiene sed de romance. No. Es ese que la deja sin aliento por unos segundos, el único que la va a salvar de las miserias del mundo, que la va a acompañar cuando todo esté perdido; cuando entienda que no comprende nada, cuando el miedo a la soledad sea más grande que sus ganas de vivir, cuando las canciones ya no alcancen para hacerla sonreír. Ahí estará ese amor, consolándola en la oscuridad, murmurándole poesías y palabras de aliento. Se tratará, en parte, de amor propio. Ese que nunca va a perder.

Hoy sopla las velas rodeada de gente que ama, esa que le da color a las cosas, energías para seguir, razones para creer que el mundo, a pesar de todo, vale la pena. Vamos, que los días están para vivirlos. Vamos que aún cuando se cree que ya no hay razones para disfrutar, se llenan la boca de merengue, toman un vaso de cerveza y salen a bailar. Cuando se cree que la paciencia se esfumó como el humo de su cigarrillo en una noche de frío, aparece un cuerpo enfermo de alma sana y le dice que aunque las piernas ya no puedan caminar, se sigue caminando con el corazón. Cuando las ganas son pocas y la fuerza no alcanza, viene una madre con un corazón que tiene debilidad por el amor –y que es fuerte gracias a eso- y le dice que si necesita apoyo, ella se lo da. Si necesita un empujón para adelante, ella la va a empujar. Y con su ejemplo, entiende que darlo todo por el otro –incluso la vida- es posible.

Porque –¡y ahora somos publicitarios del amor!- lo que de a uno es casi imposible, de a dos se puede. Hoy no necesitás amor querida, estas saciada de amor. Vas a explotar de amor. Hay demasiado amor a tu alrededor, repartilo y disfrutalo. Que de amor, a no ser que seas Julieta, no te vas a morir.



Y claro, hoy se vuelven reales todas esas ilusiones que ayer parecían imposibles, hoy se hace realidad nuestro sueño, hoy ese amor efímero se concreta, toma forma, agarra envión y sale nomás a la ruta. Para encontrarse con vos y demostrarte que no estás tan lejos de –incluso- la santidad. Le diste tanto amor al mundo que hoy te lo retribuye, te devuelve un poco de esa inmensidad. La luz del sol no se compara con la luz que viene de tus ojos, las estrellas no se asemejan siquiera a tu alma y no alcanzan las arenas del océano para contabilizar los actos de generosidad que entregaron tus manos. Les avisamos que está en camino, que viene con fuerza, que se acerca la gloria de tus brazos. Todo lo que hiciste tiene recompensa, sos más compañera que ninguna y más madre que cualquiera. El mar te clama y los pájaros te llaman, pero a vos te necesita el mundo, y no exagero; en vano apelar a la tercera persona en este escrito cuando el lazo que nos une es tanto más personal, íntimo pero poco secreto, grande pero escondido, por demás amoroso. De amor se llena el aire y tus ganas de seguir abrazándonos, cuando las canciones no alcanzan para comprarnos la vida. Porque no hay nada que comprar, todo se nos fue regalado, por añadidura. Como tu amor.

jueves, 7 de agosto de 2014

Querida Mar

Querida mar,

Esta caminata me recuerda a vos, vos que me pones romántica, que tu falta me pone nostálgica, que tu color y tu música imagino ahora, entre los árboles que dejan ver la luna blanca y grande, como tu espuma que baila. Te recuerdo hoy porque te añoro entre esta vida y aquella, que si bien Olivos -mi pueblo- no me da lo que esa rambla en esos días de calor y agua, me mantiene alejada del ruido y del humo, de los gritos, luces y superpoblación que había hoy en Liniers. Ugh.

Y de vuelta te recuerdo, y no puedo hacer más que sonreirte y escribirte, y aunque no pueda mandarte esta carta a través de ninguna paloma o ningún avión, te la mando a través del aire, como esos besos que se mandan los enamorados cuando viajan, se separan y se vuelven a encontrar después de años. Porque vale la pena esperar un año para volver a verte, vale la pena extrañarte para volver a encontrarte. Meterme adentro tuyo. Mirarte de noche, vos bañada del reflejo de las estrellas, de ese aire cálido en una noche un poco más fría. Vale la pena caminarte, como camino hoy entre los árboles y adoquines. Vale la pena escucharte para volver caminando a casa, una vez más, a ese asado de recuerdos. Para amanecer al día siguiente y volver a verte, esta vez mi querida, de día.

Y todo se pone mejor hoy cuando ya con la campera atada a la cintura, corre este aire fresco en una noche de calor. Porque comienza a sentirse y claro, entendemos que estás cerca. Cada vez falta menos. Corriendo vuelvo entonces a escribirte y contarte, amada mar, que te recuerdo.


“He always thought of the sea as la mar, which is what people call her in Spanish when they love her (…) the moon affects her as it does a woman, he thought”. 
The Old Man and the Sea, Ernest Hemingway.

domingo, 20 de julio de 2014

La sensibilidad al palo

No es la argentinidad de la que habla Bersuit, esta vez es la sensibilidad. Esa que se siente a flor de piel, se convierte en gritos, se personifica en ellas y hace que la indecisión sea la reina en esa noche de preguntas y lágrimas. Esos ojos rojos que derrochan angustia, y las hormonas son tantas que hasta se pueden tocar, tienen color, forma, tamaño. La comida es una excusa (para algunas también el fin) para reunirse una vez más, y pasan las horas y las preguntas siguen sin responderse, y las que dijeron que sí ahora dicen que no y las que dijeron que no ahora dicen que sí y es que son muchas y nadie sabe lo que quiere. O saben lo que no quieren. O no, ni siquiera, no saben lo que no quieren. Ni lo que quieren. Aunque a veces sí… o no.

Solo saben que se quieren.

Algunos festejan el día del amigo con comidas especiales y champagne, pero acá el día del amigo se festeja todos los días del año. O por lo menos digamos que no lo festejan porque esta noche no refleja lo que son. O sí, mujeres con pasiones, mujeres más mujeres que ninguna. Lo que antes era un sí ahora es un no pero se va a convertir en un no sé. Lo que ahora es un tal vez mañana es una afirmación y en menos de dos minutos es un “¡¡¡NO!!! ¿ME ESTAS JODIENDO? OBVIO QUE NO”. El círculo del vicio infinito.

Todos los días son días de catarsis, que el amor existe en sí mismo pero no existe en la vida real, porque claro, es demasiado tarde para desenamorarse de la imaginación. Ya cayeron en ella, y entonces deben convencerse de que ciertas cosas son como son y plantearse enigmas que llevan a la nada, hablar de cosas que no tienen sentido, pero hablar y compartir y vivir. Ese es el sentido. Reírse y llorar y hacer quilombo sin joder a nadie. O a casi nadie.

Porque a la larga… todo llega. Ah, cierto, menos eso que vos buscás.

Y es que siempre está esa persona que te defrauda, que se va con el aire, que vuela en la espuma de las nubes y se convierte en pájaro con el viento, y hay algo adentro tuyo que quiere despertarlo con un balde de agua helada, mojarte y empaparte para que te despiertes, encuentres la luz y la verdad donde verdaderamente está, que te quieras y te quieras y te encuentres y entiendas que en la vida hay algo más que eso que pensás que hay.

Mirá esas grandes cosas que te hacen reír, no las pequeñas que te hacen llorar. Con la excepción de esa vez que me miraste y entendimos que solo podíamos llorar. Ahí, entonces, te dejaste sentir. Ayer no fue una ilusión, ayer fue real.

Cada uno es feliz a su manera pero nadie puede serlo en medio de la incertidumbre. Por eso, aunque dudes en las cuestiones de todos los días, aunque algunas cosas a veces sean un sí, después un no y otras un tal vez (como lo que hablábamos más arriba de mis amigas y yo...) que aquellas que realmente importan sean un SI. O un NO. No todo, pero muchas cosas dependen de vos. No cambies de decisión con el viento, agarrate de vos mismo y edificá tu vida sobre tierra firme y bases sólidas. Que esas, amor, son las que van a estar con vos para el resto de tus días.

Si estás incómodo con vos mismo, no vas a estar cómodo con nadie.

Feliz día del amigo a mis amigos. Ah, y amigas.


sábado, 12 de julio de 2014

Basural

En algún lugar debe haber un basural donde estén amontonadas las explicaciones. Es esta la frase que quedó dando vueltas en su cabeza, girando y revoloteando para cualquier lado, sin dirección alguna, solo dejándose llevar, impulsada por la nada y yendo hacia el todo, saltando insistente, corriendo insurgente, revoltosa, inquieta como ella. Como ella esa noche que fumaba para no pensar, para no mirar la realidad que la acechaba en esa noche mojada, de lluvia, fría, plagada de perros que corrían, de vuelta, para ningún lado. Y las ideas seguían, y la frase se le pegó al cerebro como una calcomanía, esas insoportables que aparecen pegadas en los autos en verano... porque algo le había querido decir, esa frase de Cortázar que leyó en ese libro, esa tarde de verano juntos en la que se acordó que debía seguir con su vida, lejos, sola, y entonces se despidió.

Se dijeron adiós como quien se saluda para no saludarse nunca jamás, como esos enamorados que se dicen adiós, uno desde un colectivo y otra desde la terminal, a través del vidrio que los separa, a través de esos pocos metros, que en minutos se convertirán en kilómetros, cientos, miles, y ya no kilómetros sino años. O tal vez una eternidad.

Y las explicaciones nadie las tiene, solo aquel basural que vaya a saber uno dónde se encuentra, ese con el que los poetas se tropiezan en su corazón mientras que los criminales saben que anda dando vueltas en alguno de esos callejones oscuros, sin salida, tenebrosos como ellos mismos, más fríos que esa noche en la que fumaba para no pensar, para no pensarte. A vos, a nadie más que a vos. Dónde andará ese basural, dónde estarán las respuestas de los libros con finales abiertos, las respuestas a los sentimientos de dolor, a la razón de tu existir, a la causa de la muerte, o mejor, de la vida. Por qué esas especies se extinguieron, por qué no pudiste amarme, por qué se enfermó y murió, por qué hemos de encontrarnos y despedirnos para no volver a vernos. Y por qué, por qué esos años que antes eran kilómetros que algún día fueron solo metros se convirtieron en un mero espejismo, transformaron nuestra historia en un juego cínico, una burla para los enamorados, una ilusión tan lejana que ahora temo que no recuerdes.



Porque alguna vez lo fuimos todo: aunque haya sido poco corto triste y rápido, aunque haya sido por una noche o dos, aunque haya sido una vida, los dos jóvenes y estúpidos y más ingenuos que vivos, seguí recordándome. Yo te recuerdo como esa noche que nos envolvió, en la que los dos supimos que ni un vidrio ni un metro ni un millón de kilómetros podrían separar tu sueño del mío. Que era, para no perder la costumbre, el de soñar juntos.

miércoles, 2 de julio de 2014

Y bailaste

Y bailaste las canciones como pudiste, trastabillaste, tropezaste, te caíste, pero bailaste. La música sonaba y los pájaros silbaban y vos ahí seguías, bailando. Eras feliz: el mar rugía y los desiertos callaban, los bebés crecían y los grandes morían. Y un día bastó con que lloviera para que se acabara la música, se fuera el sol, llegaran las nubes, tronara; y entonces moriste y volviste a nacer. Y en medio de la incertidumbre –y qué peor- seguiste bailando, como pudiste, aunque las piernas ya no te daban, tu sonrisa te dio la energía que no tenían tus brazos, el panorama cambió cuando acompañada de tu cintura diste ese giro de ciento ochenta, y entonces todo cambió de perspectiva. Pero un día fue demasiado el desasosiego, muy pesada la soledad, por demás ilusoria la felicidad. Los sueños se escaparon de vos y la oscuridad opacó la poca luz que te quedaba. Ya ni tu alma podía con lo que cargabas, ya ni tu sonrisa alcanzaba para fortalecer el cuerpo, ya ni las ganas ni el deseo y mucho menos la vida estaban adentro tuyo. Ya no sabías de dónde agarrarte, de dónde sostenerte, de dónde colgarte. Y cuando pensaste que caías para no levantarte, que morías para no volver a nacer, que oscurecía para que no volviera la luz, apareció su mano. Para acariciarte, levantarte y comprender que todo eso en definitiva sí seguía adentro tuyo. Eso y mucho más. No solo había luz, había calor. No solo había sonrisas y ganas de vivir: había ganas de sentir, de cantar y seguir bailando. En el mar, claro, junto a quien te levantó. Junto a esa persona que no soñaste, no esperaste, no buscaste. Solo vino, como vienen las cosas por añadidura, como se te fueron prometidas. A vos, y por qué no, a todos. 

martes, 6 de mayo de 2014

Y si te encontré

Pero no lo escribí pensando en vos, lo escribí pensando en vos.

Y entonces por qué la mierda de quererte sin siquiera conocerte, el capricho de querer besarte solo por saber que existís, solo por saber que respirás el mismo aire, exhalás el mismo humo gris, oscuro como la noche que te conocí, nebuloso como el aire que respiraron los árboles, eléctrico como la música que te consumió, ingenuo como las ganas que me dan de tocarnos con la mirada, abrazarnos con las manos. Hacerte entender que amo la palabra boca porque me remite a la tuya, a esa fina conjugación macabra y a la vez suave porque me haría reír, como vos, pensando que algún día entenderíamos por qué nos sentimos así, sin querernos, porque es obvio que no te quiero, solo quiero quererte. Entenderte en el medio de esta –de vuelta- puta incertidumbre, puta rueda de preguntas y respuestas sin respuestas.

Punto, sigue la vida. Preciosa, graciosa, malvada. Porque entiende y me sobra al entenderme, mientras yo no la entiendo a ella. Se ríe de mí y juega ese juego sádico, hace que vea todo con esos ojos cínicos, haciéndome saber que algún día habríamos de cruzarnos pero que no sería para volver a juntarnos.

Y la música me devuelve un poco de todo eso que vos no me das, y los libros me regalan todo cuanto no me quisiste dar, las palabras me demuestran que en verdad sí existe todo aquello que vos, -ay- no te animaste a entregar.

Mientras me enamoro de lo nuevo, de lo joven, de eso que representa todo lo que otro no significó, no fue, no quiso ser; me río al comprender cómo todo funciona. Cómo las preguntas al final sí tenían respuestas. Cómo él no era para mí, yo no era para él, y aunque nos quisimos, yo siempre fui para vos.

Desde el principio.
Desde siempre.
Hasta el fin.

El romance es romance siempre, solo busco encontrarte y quiero encontrarte buscándome. A mí, solo a mí, mientras bailo esto que me cantás, mientras sueño esto que se escapa de vos para llegar a nosotros, ese nosotros que fue pensado para ser nuestro siempre.

Sigamos fumando el aire, sigamos sin saber qué pasa, sigamos sabiendo que el otro existe. Seguí siendo vos, que yo, baby, siempre voy a ser yo.

But it’s not that way
I wasn’t born to lose you


I want you, I want you
I want you so bad
Honey, I want you

domingo, 13 de abril de 2014

Why should we needlessly suffer?

Y si has de leer esto alguna vez, ojalá lo hagas con una sonrisa. El presente es triste pero el recuerdo es lindo, y quiero que sonrías, que hayas encontrado eso que hoy entre lágrimas y dolor buscás. Es posible ser feliz, pero es difícil serlo en medio de la incertidumbre. Porque vos podés seguir adelante, rezo. Porque vos podés ser feliz, sonrío. Porque solo falta que abras los ojos y te des cuenta de que la alegría uno la elige, no la gana, camino. Porque el amor también se elige, el que busca encuentra y vos te vas a encontrar. No dudo de tu capacidad de amar, de tu poder de introspección, de tus ganas de vivir. Solo hace falta que respires un poco más profundo, abras los brazos un poco más y te dejes sentir. Te quieras a vos mismo. Te aceptes como sos y veas todo eso que sos. Tal vez hace falta que encuentres la alegría en la pequeñez,  que veas a Dios en cada sonrisa, que descubras el placer de despertar en una cama, la libertad que nos da mirar el cielo, lo felices que nos puede hacer dejarnos mojar por el mar, la inmensidad del pasto verde en el campo -kilómetros y kilómetros de paz- y la tranquilidad en el silencio que hay en ellos. El hecho de que el mundo es imposible, efímero, inmenso… y nos lo regalaron. 

Seamos, entonces, dignos de él. 

La locura de volvernos locos escuchando una linda canción y percibir, entre letra y música, lo que el cantautor quiso decir con esas palabras de dolor y gracia. They tell me its a sin to know and feel too much within, pero si sentimos que así sea. No te encariñes tanto con la lluvia, mejor buscá el sol. Tal vez no es el momento para caminar juntos, tal vez nunca lo fue. Solo el destino sabrá qué nos depara y qué nos deparará mañana. Uno vive lo que vive, y eso no es una lucha, es un baile. La vida no es un juego sádico, es una balada de amor. No está para que nos torturemos pensando y nos enfermemos culpándonos a nosotros mismos cuando no somos culpables de nada. De nadie. Solo sentimos y hacemos lo posible para convertir cada momento en algo más lindo, más ameno. No te juzgues. Los demás nos van a ver como nosotros nos vemos a nosotros mismos, por eso tenés que ser sexy, atractivo y encarar la vida con actitud. Pues solo hace falta que te des cuenta de que lo único que hace falta es ser vos mismo. Ayer, hoy, mañana, siempre. Quien te quiera como sos, bienvenida sea, esa va a ser la persona por la cual valdrá la pena dejarlo todo. Quien quiera cambiarte, que vaya a volar. En el aire seguramente encuentre otro amor. Porque todos hemos de encontrarlo. Empezando por uno mismo, amá, amá, amá. Llorá en paz, que después de una tormenta siempre sale el sol más lindo, más fuerte y caliente, con un cielo claro, como tus lágrimas. Y luego, entonces, podrás sonreír de vuelta y sumergirte en esta –de vuellta- balada de amor que claro, es la vida. 

martes, 25 de marzo de 2014

Y ya pasaron años

Y ya pasaron años -aunque vistos desde acá parecen horas- desde que nos separamos, ya son años que no nos escuchamos, que vos agarraste una ruta para seguir con tu vida yo tomé otra para continuar con la mía. Ya son años que permanecés cerca de tus seres queridos mientras yo, en otro plano de la Creación, seguí una vida distinta, eterna, que nunca ha de perecer para que algún lindo y santo día volvamos a encontrarnos. Pues hemos de volver a besarnos, a callarnos para mirarnos y ver que en realidad, nunca nos hemos separado. Ese día nos volveremos a abrazar con las manos, volveremos a mirar el mar acostados en la arena que siempre nos bañó en tantas alegrías. Respiraremos ese aire que se nos escapaba –escapa-, esa brisa que nos calmaba haciéndonos entender que nos pertenecíamos. Bien nos hizo saber el tiempo que así fue. Desde un principio yo sería tuyo, vos serías mía, juntos seríamos uno y siendo uno fuimos todo. Y es que las pasiones nos aclamaban a gritos y el mundo nos pedía que fuésemos más justos con él, que dejásemos un poco de amor para el resto y que nuestros besos, aunque sean unos pocos, fueran repartidos con equidad. Hoy te miro desde otro lado, el lado más brillante, más bello, más imposible si se puede, y te cuento que aunque te extraño, te amo más. Parecen horas, pues te veo y te contemplo con cada sueño, te toco con cada recuerdo, te escucho con cada canción y te encuentro con cada amanecer, esos en los que el sol se asoma para que le compartas un poco de tu luz. Que hoy, querida, a pesar de todo, no te falta. Luz te sobra y se escapa de vos para alcanzar a los otros. A tus hijos, nietos, amigos. A Dios, que clama para que confíes en El y te entregues a su Gracia y a sus brazos que te abrazan, pero te pide que no te rindas frente a su Misericordia. Eterna, infinita, esta vez y por siempre posible. Seguí adelante, amada mía, como lo hiciste siempre. Seguí adelante aunque el pronóstico no sea el mejor, más vale dejar todo lo que pudimos dejar, haber sido todo lo que pudimos ser, haber luchado con todas las fuerzas y haber avanzado aún en las adversidades, aún en los momentos de dolor, aún cuando todo parece en vano. Porque no lo es, nunca lo es. Sos digna de tu destino, pues ve por él. Sos digna de tu familia, pues aferrate a ellos. Y el mundo es digno de tu vida, así que cantá, abrazala y amala con todo tu corazón.

De este lado te extraño, como lo hiciste vos todos estos años. Solo sabe Dios cuándo hemos de reencontrarnos y abrazarnos con nuestros cuerpos, porque claro, todo este tiempo te estuve abrazando con el alma.


Pero si todavía esa hora no ha de llegar, te entrego todas mis fuerzas para que sigas, te canto mil y una canciones para que te motives y que juntos, caminemos a donde la vida nos lleve. Que de la mano del amor, siempre es un destino cálido, amable, en donde más a gusto te sentís. Hoy te recuerdo todas las cosas lindas que construiste, los afectos que alimentaste, los hijos que educaste. Y las enseñanzas que transmitiste sin siquiera saberlo, porque como todo, lo hiciste con humildad. Siempre fuiste inocente frente al amor, poco cínica frente al mundo y sincera con vos misma. La vida nos supera, las enfermedades nos exceden y los misterios abundan. Pero algún día entenderás que el amor hace frente a todo. Y que todo, claro, es por una razón. Seguí peleando con una sonrisa. Que mientras, desde acá, te sigo abrazando con el alma. 

domingo, 16 de febrero de 2014

Tus ojos

 Mirame a los ojos y tratemos de olvidarnos del mundo. Solo por unos segundos, solo por unos minutos. Mirémosnos en la eternidad de ese momento y congelemos lo que sentimos para luego recordarlo, para luego sostenerlo en el tiempo, para petrificarlo por hoy y por siempre, para entender lo que no se puede entender y ver lo que pocos pueden ver, pues todo está ahí, en esos ojos, en esa sonrisa de ojos, en esa mueca de ojos, en ese brillo y ese color y esa luz que esconde toda la inseguridad que no quiere sentir, que se despoja de toda sensación morbosa que no nos deja disfrutar y nos aleja de ese miedo ridículo e insoportable -y más que nada doloroso- de pensar que en la vida no es fácil ser feliz. Que pocos pueden serlo. Que es un destino y no un camino. Que la felicidad está hecha para pocos y que esos pocos son exclusivos. Pero qué error es ese que tan lejos está de la realidad. Porque todos podemos ser felices, solo hay que quererlo. Y es que solamente con contemplar la naturaleza se puede ser feliz. Con agradecer los regalos de todos los días, el sol que se asoma por la ventana, el abrazo de tu mamá, la visita de un amigo, el beso que nos dimos ayer. Es más simple, claro, si nos miramos a los ojos, devuelta, y olvidamos de todo lo que tenemos alrededor. La vida es un regalo y se nos fue dada para disfrutarla, exprimirla, vivirla como más nos guste, como más felices nos haga, y cuánto más amor haya en ella, indudablemente más sonrisas voy a ver en vos.

El pasado es pasado. La historia es historia. Vivamos con eso porque forma parte de nosotros y nos hizo lo que somos hoy, todas esas personas, abrazos y vivencias nos trajeron hasta acá. Demos gracias y brindemos por eso entonces, porque hoy, bajo la lluvia y la luz blanca de la luna que nos baña, nos damos la mano y entendemos, una vez más, lo linda que es la vida. Lo valiosos que son los momentos que nos regalaron que quizás ni siquiera los merecemos… pero evidentemente hay alguien ahí, velando por nosotros las veinticinco horas del día o más. Sonriendo por nosotros y soñando con que seamos felices. Hoy y de vuelta, claro, siempre. Abracemos al pasado entonces y lo que nos priva de seguir viviendo el presente, dejémoslo ir. Porque el presente se vive y del futuro se sueña, pero no se puede vivir y soñar si seguimos atados a eso que no nos deja vivir en paz.

Paz. Paz adentro nuestro, paz afuera nuestro, paz mental y emocional. Eso es lo que se necesita para vivir… en paz. Tranquilidad y seguridad en nosotros mismos y confianza en el otro. De que no te quiere lastimar, solo te quiere querer. Solo te quiere conocer. Solo te quiere valorar y entonces entender, que hoy, tal vez es una excusa más para ser un poco más felices de lo que éramos ayer.


Se miran de vuelta y es inevitable sonreír, porque a lo lejos el sol se esconde en el mar. Les da ese calor que necesitan para sobrevivir. Y bajo un haz de luces y sombras, el sol se vuelve naranja, el mar dorado, la arena blanca. Las estrellas metálicas y a la vez cálidas los rodean en esa noche de cariño. Y qué mejor que compartir esa necesidad de vivir, de ser feliz; esas ganas de disfrutar con el corazón y abrazarse con el alma. La lluvia cae, los moja, los empapa y juntos, cada uno con sus miedos e inseguridades, con sus angustias y defectos, tan imperfectos como son, se miran. Porque en esos ojos están ellos dos, queriéndose. 

sábado, 1 de febrero de 2014

La fantasía, más real que la realidad

La magia abunda y el lugar funciona como un mundo paralelo. Lejos de la violencia, lejos de las guerras, lejos de la mentira y más lejos aún de la oscuridad. Porque acá todo brilla, los besos no son pocos y los abrazos son miles. La condición para entrar es sonreír, el que no sonríe no entra. La clave del éxito, hacer lo que cada uno tiene que hacer. Y ponerle empeño, coraje y ganas. Estar ante todo, a la disposición del otro para que este disfrute y goce de los colores vívidos, las luces de los fuegos artificiales, de las flores que decoran todo y los castillos imponentes que deslumbran con animales vivos, canciones bonitas y bailes largos.
Y las ganas de disfrutar en este paraíso lejano a la realidad pero cercano a otra realidad, tan real como la otra o tal vez más real aún; más real porque está inundada de la inocencia de los más chicos, más real porque es pura, sincera, producto de los sueños y resultado de volver esos sueños realidad. Ratones que les dan la bienvenida, perros que hablan, ogros que se enamoran, princesas que rompen sus hechizos y pueden ser felices, leones que contemplan la naturaleza, sirenas que quieren conocer otros mundos… todos se complotan para hacer de todo ello un espectáculo a la vista, un regocijo a la imaginación. Los oídos también se deleitan, ya que no hay un minuto de silencio. Las canciones los acompañan, son fieles a las películas que retratan y hacen que uno se mueva al compás de ellas, dándole más ritmo al mundo donde reina la ilusión.

Once almas dispuestas a vivir esto como si fuese real. Porque de alguna manera, lo es. Fue pensado para que lo fuera. Los niños de adentro salen con fuerza y se liberan para reír, cantar y bailar a la par de los ratones gigantes y las princesas de verdad. Y reinan los manjares, las pastas italianas, los mariscos frescos, las hamburguesas locales y los mozos, que como todo en Disney, son alegres y serviciales.


Es un mundo utópico y diferente al cotidiano que nos espera en la Argentina, pero por qué no, es un ejemplo para todos, para sonreír más y pelear menos, para saber que si uno quiere, las cosas pueden funcionar como deberían. Para entender que si dejamos fluir nuestra imaginación y no reprimimos nuestra creatividad, pueden existir otros mundos donde las cosas más impensadas, son posibles. Disney, ese mundo distinto, especial. Pensado para los niños pero en el fondo, hecho para los adultos. Para que estos entiendan, que a la larga, las cosas son más simples. Que el mundo, a fin de cuentas, es mucho más lindo de lo que nosotros creemos. Más original y fantástico. Que cada uno puede hacer su historia, inventar sus cuentos, crear calles, trenes, planetas, mundos submarinos. Y que en ellos se puede vivir y soñar, porque claro, esos sueños algún día pueden convertirse en realidad.

Ciudad blanca


El panorama blanco de hielo y polvo no hace más que enfriar lo que ya está frío, pero los fanáticos se deslizan con sus patines filosos en el centro de la ciudad, lejos de los rincones hinóspitos y los suburbios. Algunos van con estilo, se lucen frente a los espectadores que rodean la pista, que se la bancan tomando café sentados frente calefactores portátiles al aire libre... de esto se trata el primer mundo. Los enamorados van de la mano, se esperan y se miran. Los más chicos, acompañados por sus respectivos padres, aprenden en este domingo lo que probablemente harán por el resto de sus domingos. Los más viejos siguen a pesar de sus limitaciones y otros no hacen más que agregar adrenalina y peligro a la situación.  Más que patinar, sobreviven como pueden, agarrándose de otros para salvarse a sí mismos. Y mientras los otros caen, ellos se arrastran gritando "watch out!!! Watch out!!!"
Lo que de lejos parece un pasatiempos divertido, llevadero y tierno, de cerca denota lo que tiene de guerrero, violento y peligroso. Una vez que estás adentro, y más en un domingo como este en la que el espacio no sobra, no hay regla que valga. Muchos salen con heridas de guerra, pero victoriosos por haber ganado la batalla. Y a dicha aventura se suman las pequeñas del grupo familiar que ya de pequeñas casi nada tienen, y se divierten cuando de la mano, recorren bajo el frío cortante los escasos metros cuadrados -por persona- del baile. Pues claro, bailan, o eso intentan. Y mientras los extranjeros se sacan fotos con suerte de no ser atropellados por otro, los locales miran con un tanto de desprecio y otro tanto de lástima. Porque qué mejor que venir un miércoles a la noche con patines propios. Sin gente. Sin sol. Bajo el imperioso Rockefeller Center, con los faroles prendidos y las estrellas vigilándolos. Actuando como lo que son, guardianas de los sultanes del ritmo, que realizan formas en el aire con su propio cuerpo y brillan sobre el hielo dándole un toque especial a la ciudad que de noche -claro- tampoco duerme.

Every step you take

Calles hechizadas por el insomnio. Avenidas anchas bañadas en luz. La ciudad del primer mundo y capital de la gente solitaria abraza a los viajeros con los árboles del parque y les regala ardillas para que jueguen, ya que con sus colas importantes se acercan con inocencia a recibir el pan que les tiran.  Y se escucha un coro de blues a capela en los pasillos del subte, y se huelen salchichas picantes que ofrecen los carritos de cada esquina, y se perciben las lenguas de todo el mundo que vinieron a ocupar la Gran Manzana, se ven infinitos Starbucks y jóvenes que sueñan con soñar en Broadway. Cantar en Broadway. Bailar en Broadway. Mas ahogan sus penas en Elen's Stardust, dejando la vida en cada canción y los pulmones en cada agudo. Por demás alto, eterno, imposible. Y allá lejos se vislumbra al Cardenal... o no tan lejos... ahora cada vez más cerca... ¡y acá está! ¡lo logró! El hombre que puso tan en claro las palabras de Jesús, el que habló con tanta claridad, hizo emocionar a la audiencia y explicó casi literalmente la Santísima Trinidad, el que dibujó en cada mente lo que es el Amor de Dios y habló de la oveja sacrificada, "and if that isn't good news folks... i don't know what is" finalmente le dio la mano al mejor de sus fans, aquel que lo siguió con un frío insoportable, aquel que viene del país del Papa. Y así, sin más ni menos o con más menos que más, nos da la bienvenida esta ciudad que al final nos daría tantas alegrías, nos llenaría de ropa y nos pondría barreras y dificultades que bien íbamos a poder sobrellevar. La isla en la que el sol se esconde a las 4.30 pm, en la que el frío te carcome las sienes, en la que caminar cuesta caro y las memorias de las cámaras todavía más, nos abrigó del frío por una semana. Nos llevó al pueblo de Bob Dylan que nunca existió. Nos llevó a conocer las calles de los tanos y las memorias de los chinos. Nos deleitó con museos y cuadros de los más grandes clásicos y maestros del arte. Nos hizo bailar en una noche de rock y soñar, por qué no, en cada paso que dimos. Porque cada paso significó un GRACIAS en el corazón de quien lo dio. Ese gracias que nos empujó a seguir, a disfrutar en soledad y gozar en familia. Y ojo que los pasos dados, my dear friend, no fueron pocos.

jueves, 2 de enero de 2014

Y empezó a sentirse

Están en el apogeo de las sensaciones, en el punto cúlmine de esa línea suficientemente gruesa como para sostenerlos a los dos, pero elegantemente fina como para que no se pierda en la excitación del roce.
Sueñan, y sueñan a diario. Lo que empezó como una duda insoportable se concreta en una sonrisa imperiosa, que triunfó y supo alcanzar eso que son hoy: más que amigos, más que la negación de algo que en un principio ella nunca quiso ser. Y él aceptó, desde siempre, con coraje y realismo viendo las cosas como eran: nítidas. Esa seguridad suya que al principio la incomodó, es la que hoy la lleva a creer en esa posibilidad de ser más que lo que creía que eran. Ahora funcionan más bien como dos almas que se enchufaron y poco a poco, con el paso de los días, se encontraron. Voluntariamente y no bajo presión, lejos de las obligaciones y cerca de ellos mismos. De forma natural: sueltos están, locuaces. Solo hacía falta un fin de semana en el mar para encontrar eso que andaba buscando. Y sin saber que lo buscaba, lo encontró, y cuando ya lo poseía, lo abrazó. A ese sentimiento que ahora está lejos de querer perder. Pero con un poco de miedo –y es ridículo admitirlo a esta altura- quiere dejar ir.
Pero en vano las ataduras y barreras que nos obstruyen y no nos dejan ver las cosas como son. Quiere dejarse sentir, esta vez y de una vez por todas. Y para siempre.
La carcome el mismo personaje que ella se creó a sí misma y la obliga a frenarlo todo cuando las cosas empiezan a convertirse en otras, las posibilidades en hechos, la nada en sueños. Esos sueños en encuentros, y lo que era aire, en perfume. Con aquella historia eterna y añeja jamás se lo cuestionó, no se enfrentó con el miedo a abrirse de más, exponerse a lo desconocido y la posibilidad de ver las estrellas. Porque con el sol era suficiente.
Exageró los sentimientos, sí, pero lejos estuvo de donde está hoy. Fue una historia que dura hasta el día de mañana y que sirvió de inspiración para tantas noches en la que desesperó buscando un poco de locura en los ojos de los demás. La encontró, pero ya no sabe si vale la pena seguir escondiéndose en ella.
Todo eso que no se permitía sentir, hoy cambia. Decide dejar la oscuridad de lado. Los escritores sufren, pero no hoy. Tantos músicos que se suicidan, tantos poetas que viven las vidas de otros y se alimentan de historias ajenas y las condimentan con frustraciones propias... pero jamás se reconocen dignos de volverlas realidad. Porque la realidad es única, el destino es uno solo. El de la tragedia.
Lejos está de todo eso. Lejos está de la muerte, del encierro, de las líneas que separan a una cosa de la otra. Pues hoy todas esas ganas, esas noches juntos, esos besos y esas manos se funden para volverse uno. Todos los caminos se deshacen y se convierten en ruta para no temerle al porvenir y escapar, un poco quizás, del pasado que la atormenta. Hoy se deja sentir y es, más que nunca, ella misma. No ese personaje inventado, loco (aunque tal vez un poco sí) y oscuro, negro, cínico. Esa luz empieza a asomarse y le demuestra, que quizás, merece ver las estrellas. Pues hoy, claro, no alcanza con el sol.