martes, 8 de marzo de 2011

Poema


Tomo aire, cierro los ojos y sonrío. Y en el silencio, me atrevo a hablar de él, sin más ni menos. Habitan en mí esas fuertes ganas de homenajearlo. No con palabras elegantes e importantes, sino humildes, sinceras, pero no por ello menos ricas y verdaderas.


Hay ante mi ser un papel en blanco, una birome negra y una persona cuya vida quisiera dar a conocer a la humanidad entera.


Conocerlo es la más grata bendición. 
Escucharlo, una muy bella satisfacción. 
Pues sus palabras llenas de experiencia y sentido son, 
Aunque de bromas y chistes 
Trate muchas veces su canción. 


Yo creo que no hay nada en este mundo como la alegría que habita en él. 
Es la misma la que hoy me incentiva a vivir y disfrutar como él. 
Pregúntenle a cualquiera sino, si al verlo a él no ve esa majestuosa sonrisa 
Que como anillo al dedo se le ha apegado a su ser.


Inocente como el mar, 
Sabio como la arena,
El busca la felicidad
En las cosas más plenas. 
En la simplicidad, en la naturaleza,
En pequeños momentos y en las personas buenas. 


Contemplación, admiración que no defrauda, que no deja qué desear. 
No quiero yo en este texto dejar de mencionar 
Su lado como papá que tanto he de valorar. 


Y es que en su andar, ciertamente ha dejado huella, ha dejado marca. 
Y en ese lindo caminar, quisiera a su lado siempre estar. 
Compartir cosas como libros y canciones  a lo largo de ese hermoso musical, 
Si es que así se lo puede llamar, poéticamente, 
A la vida de este papá que no ha hecho más que cantar.




Es su vida, arte para soñar. 
Es su camino, un sendero para andar.
Es su historia, un libro para narrar. 
Es su canción, melodía para cantar.
Es él, mi papá, una persona hecha para amar.