jueves, 22 de diciembre de 2011

Dios soñó con el amor


“Amemos la realidad en que vivimos”

No todo es negro. No todo es falso, ni mentira, ni oscuro ni negativo. No todo es vacío o silencio. Existe la música, y con ella, la armonía, y a la par, la bendita paz, y a su alrededor, abrazos. Luz, esperanza y besos.

Dios soñó con un mundo lleno de amor, y algunos lo proyectan en sus vidas. Dios soñó con niños felices, y algunos padres así lo permiten, se esfuerzan y lo consiguen. Dios soñó con un mundo transparente, en el que rija la verdad y los hombres se manejen con ella. Dios soñó con un mundo feliz, en el que la música llene el alma de las personas y las haga bailar. A las almas, digo. 

Dios soñó con un mundo bello pero simple, donde la contemplación de la naturaleza le baste a cualquiera para alcanzar la felicidad terrenal en su máximo esplendor. Dios soñó con un mundo en el que el hombre y los animales convivieran en paz. No peleemos entonces. 

Dios soñó con un universo más allá de la Tierra, y nos regaló las estrellas. Dios soñó con una fuente de calor que calentara hasta a la más fría criatura: el sol. Dios soñó con algo inmenso, que estuviese en constante movimiento, que habitara criaturas y se mantuviese vivo con las olas majestuosas y la espuma triunfal. Creó, así, el mar. Esa dimensión eterna donde se esconde un sol naranja y perfecto. Ese lugar soñado que transporta las mentes a espacios imposibles, sueños inalcanzables y pensamientos que se vuelcan en lágrimas. Dios soñó con algo frío que no era ni hielo ni lluvia. Pero era frío, y caía del cielo.  Y todo lo convertía en blanco. En puro. Y en él, el hombre se revuelca y se hunde y automáticamente, sonríe. La nieve, tan bonita en su simpleza. 

Dios soñó con el amor. 

Dios soñó con ver al hombre feliz. 

Y a lo largo de esta vida, en la que la mayoría de las cosas la vida misma no comprende pero no por ello cesa de preguntarse, en la que la luz que viene de un encuentro con un hermano, del concejo de un viejo, del canto de un pájaro, de aire de mar o de la calidez de la luna nos calienta el interior, somos felices. Esa luz que viene de otra dimensión, de otra era, de otro MUNDO. Pero que evidentemente está con nosotros y lo mantiene en vida. Esa luz que lo ordena todo y que a mí me gusta llamar Dios y llamarlo mi amigo. Porque alguien que soñó con darme el mar, la luna, el sol, las estrellas, puede ser considerado alguien que me amó. Y alguien que me amó es, a su linda y graciosa vez, un amigo. 

Gracias por eso, luz.

Gracias por eso, Dios.

Gracias por eso, amigo. 

Porque Dios amó el amor y odió el odio. La muerte es inevitable y misteriosa. Una incógnita, una pregunta. La vida, en cambio, es vida. Es amor. Es nacimiento, es un florecer, es una sonrisa. Hagámoslo más simple entonces. Más música, más jardines, más árboles. Menos gritos, menos peleas, menos plata. Pues la persona que dijo las verdades más ciertas y claras del mundo, hablaba del amor y caminaba en sandalias.  

viernes, 9 de diciembre de 2011

Cumpleaños feliz


Una persona. Un amor. Muchos amores. Muchas personas. Una familia. Única, unida, fuerte, sobreviviente. Un anhelo de felicidad, una sonrisa del alma, y con ella, un abrazo del corazón. Una persona, un amor. Una mamá. 


Decidida a luchar contra las adversidades, ella camina. Decidida a agradecerle a Dios, ella reza. Decidida a mejorar, ella calla. Decidida a educar, ella enseña. 


Acompañándome en el dolor, me abraza. Ella abre su corazón, y sin límite alguno, entrega. Bendita sea su generosidad.


Amada por Dios, la rodea gente buena. Un marido que volvería a elegir mil veces mil. Unos hijos que –esperemos- le iluminan sus años. Y años que pasaron. Proyectos concretados y objetivos logrados. Mas a no refugiarnos tanto en el pasado, disfrutemos de una dulce proyección del futuro. Decidida a gozar el presente, ella vive. 


Y esa vida la cuida, sabe valorar lo que Dios le dio, que mientras cantaba, creó el mundo. Me gusta imaginármelo así. Que mientras construía, cantaba. La cuida, entonces, pues corre, se mueve y come sano. Y es esa una forma de apreciar el cuerpo, magnífica creación del Altísimo. 


Muchas veces paciente, otras no tanto. Pero siempre con amor y buenas intenciones. Siempre con ganas de cuidarnos y perseverar. Siempre con ganas de vernos crecer y vernos felices. 


Bailemos esta vida tan linda. Y hagámoslo juntas. Cantemos esta sinfonía sin fin, pues la vida es limitada, pero la alegría no. Seamos positivas, pues hemos sido creados para amar. Explotemos nuestras capacidades al máximo, ya que no hay nada más gratificante que poner al servicio nuestros talentos. Sembrémoslos, que de la mano de Dios, todo da frutos. Abundantes, claro.


Tomemos sol, volemos en los abismos de las olas del mar eterno. Me hiciste crecer, me hiciste superar mis dolores, me hiciste reír, me hiciste –no- me hacés feliz. 


Sí, nos peleamos. Sí, me hiciste doler y yo también a vos. No me tuviste paciencia, yo tampoco a vos. Nos equivocamos. Pero nos une el amor, y lo importante es que siempre nos perdonamos. 


Que tengas un muy feliz cumple ma, y desde lo más fondo de mí, que seas feliz. Y que esa felicidad no sea ordinaria. Que traspase los límites de toda imaginación humana, que se desborde, que se extralimite, y ante todo, que busque el cielo. 


Que sin duda alguna, lo va a encontrar. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Crónica de una mente que desespera


La piel se eriza, sube el calor a la cabeza. El calor de la desesperación, le dice. Minutos, horas sentada, al principio en el piso –gracias a Dios- frío, ahora en un sillón. Y es que me conformo con un piso frío, un lujo. Nunca me lo hubiera imaginado. 

El ruido de la puerta que se abre y se cierra aproximadamente sesenta veces por minuto (sí, a cada segundo) ya forma parte de mi mente, ya se incorporó, es tan constante que ya ni lo escucho. La gente pasa, camina, corre. “Que se vaya a la re putisíma madre que lo parió”, hasta rugen algunos. Con la tarjeta que les da el paso, acceden cada uno a sus oficinas. Los motoqueros del delivery entran tatuados y peinados, y con sus infaltables piercings llegan con sus bolsitas a deshacerse de los pedidos. Oficinistas, policías, gente uniformada, civiles, viejos, jóvenes, todos entran. 

Pocos saludan a los recepcionistas, los más sonrientes y amigables del lugar, que cada vez que tienen la oportunidad, hacen algún chiste boludo y ríen a carcajadas. Y comen, comen todo el tiempo. “Hay que divertirse, sino…” y vuelven a reír. Esos pocos que saludan, decía, esos tan pocos, son los más viejos. Benditos sean los viejos del lugar. “Bueno fin de semana…” infaltable. 

Mas qué desesperante resulta la pérdida de tiempo. Más aún cuando uno tiene mil y una cosas en la cabeza, proyectos, trabajos que podría estar haciendo, estudios que podría estar adelantando, y no estar sentada en este sillón como una pelotuda escribiendo una crónica de cómo vuelan mis pensamientos en un día encerrada en una oficina; viendo cómo la gente entra y sale, cómo los guardias y los recepcionistas cambian… el turno cambia. La gente que entró conmigo a las diez de la mañana vuelve a su casa a comer, a dormir, y yo me mantengo cuerda escribiendo. Escribiendo. 

Y es que más desesperante se hace aún la espera cuando uno tiene un reloj digital JUSTO EN FRENTE del tamaño de un plasma que no solamente marca los minutos sino también los mismísimos segundos, que por momentos uno se queda tildado, pensando en la nada y en que si esa nada existe, mientras los ojos se pierden en el abismo de un dos que se convierte en un tres y en un tres que lenta y pausadamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo y nada lo apurase, se convierte en un mísero cuatro. Puta tiempo, cuánto quisiera que volaras. O que yo volara, eso sería mejor, así me escapo de acá y estoy en cuestiones de segundos en mi casa, en mi cama, o al menos estudiando; para volver acá a las tres de la tarde, volando, sin perder el tiempo, sin tener que atravesar esos lugarcitos de ropa que después comprendí que era el tan nombrado Once, que vengo a darme cuenta hoy, en este día tan bello y tan único –fijate si no soy optimista, me cuesta tragar después de decir eso- del olor a mierda mezclada con más mierda que hay ahí, en el Once. Pero claro, esa mierda no se compara con la mierda de esperar ahora, acá, viendo cómo los viejos de traje le miran el culo a las minas que pasan, todas, bien vestidas con pantalones apretados. Y ellas, claro, les sonríen. Puf, ja digo yo. Y no lo disimulo. 

Pizza para ellos, ensalada y tarta para ellas. Y diez minutos más, diez minutos menos, para ellos es todo lo mismo. “Y, bueh, diez minutitos”… como si el diminutivo acortara el tiempo. 

Y sin más que un bloc y esta birome, yo sigo escribiendo, LA VEZ que no salgo con un libro, y no tengo ni música ni teléfono, uy, vieca debe estar re preocupada, supuestamente volvía a comer a casa, qué ilusa fui. Ya ni hambre tengo. 

Y el tiempo sigue pasando, y esos segundos siguen avanzando, y los tipos del delivery con los cascos en la mano siguen llegando, fa, me siento inútil. Ellos pueden hacer lo que vienen a hacer, dan las bolsitas y se van, ¡¡¡SE VAN!!! 

Pero esto no termina acá. Yo de acá saco una buena nota. Esa es mi venganza, y qué mejor venganza que esa. Uy, quiero ver V de venganza, me dijeron que estaba buena. En fin, me voy a ir de acá con una buena nota y dos amigos: los recepcionistas que por cierto, ya se fueron, porque claro, a las dos cambió el turno. Y yo sigo acá y hasta llego a preguntarme, ¿volveré algún día a mi casa?

Me cago en todo lo que tenga que ver con el gobierno, it´s all the same and old shit. Qué ironía, resuena y resuena en mi mente la canción “bonito, todo me parece bonito”.

Bien irascible, bien irascible, si no estaré luchando por conseguir esto. Me siento en una selva donde me quieren comer la cordura. Esto debería llamarse más bien “crónica de una mente que en la desesperación, busca inútilmente la esperanza”.  

miércoles, 20 de julio de 2011

Qué romance


Empezó como una curiosidad, creció en un placer, evolucionó hasta convertirse en un disfrute, se está transformando en un amor. Fue, por momentos, un escape. Mas ahora no, porque no está fuera de lo rutinario, sino que convierte esa rutina en algo más ameno y mucho más bonito. 

Le cambia la vida a la gente, provoca emociones, convoca a llantos y con ellos, afloran sonrisas. Los ojos brillan, los corazones bailan. 

La mente vuela. El cuerpo se inquieta. Son tangos, son clásicos, ahora es un minué, ayer fue una balada, mañana va a ser ¿Coldplay? No, Don Mclean y un tenue pero no por ello menos fugaz “but they could have told you Vincent, this World was never meant for one as beautiful as you…” 

Suave es el contacto de los dedos con las teclas, pero fuerte lo que pasa por dentro. Los ojos no quieren abrirse, pero la pierna participa, marca el pulso y acompaña al sonido. Pero ojos, no se ofendan. Ustedes brillan.

Figuras que aluden a acordes y acordes que componen una melodía, esa melodía que no deja nada atrás sin volverlo más piadoso y más feliz. Esa melodía que resuena hoy y siempre, que cambiará la vida de tantos o importará a pocos, pero esa melodía que es melodía al fin, y que solo por serlo es digna de ser honrada valorada y destacada.

Letras, a veces, que intervienen. Palabras románticas, frases que conmueven. No se vayan nunca. Gracias músicos, por hacer música. Gracias piano, por sumar alegrías y restar tantas cosas malas. Gracias a vos, desconocido, por dejarme expresarme de una manera tan gratificante y armoniosa. Esa que me invita todos los días a soñar y ergo a escribir.  

martes, 12 de julio de 2011

Carta a los que hacen música


Ustedes hacen magia. Creando letras y sonidos de la nada, sinfonías y ritmos del aire, generan belleza. Al inspirarse, derraman inspiración por todas partes. A ustedes, los creadores de la música, gracias. Gracias por regalar tantos momentos alucinantes y profundas alegrías sin siquiera saberlo. A todos ustedes. Los conocidos públicamente y los que no también. Porque tuvieron el valor suficiente como para hacerlo, sin saber si iban a tener éxito o no, sin saber si iban a tener fama o no iban a ser escuchados y reconocidos, sino que ofendidos y rápidamente olvidados. 

Ustedes, que aprovechan los dones que se les fueron dados para ser felices y hacer felices a terceros. 
Crean mundos nuevos, inventan realidades magníficas y logran establecer, entre una mezcla de armonía y talento, sensaciones bellas. 

Ustedes, los creadores del arte de la música, sin saberlo, cambian el mundo. Siéntanse identificados, reconocidos y dichosos. Porque sin siquiera saberlo hacen, día a día, a mí y a unas millones de personas más, inmensamente feliz con su música. 

miércoles, 8 de junio de 2011

Chicha


Y es que para ella la felicidad está al alcance de los sueños.

Camina de la vida disfrutando de cada paso. 
Pensamientos reservados sin ser expresados... para ella tal cosa no existe.

Con inocencia de niño da palmaditas en las colas de los más chiquititos y en las espaldas de los más grandes.
Ha pasado a ser una más de entre aquellos para quienes trabaja, esa familia generosa y que por más que postiza, más verdadera que ninguna.

Con mil y un novios por el camino, ella se mantiene firme en su postura: "no, nada de amores. Mi único Amor es Dios".
¿Deberían ser tomadas entre pinzas las infinitas historias que cuenta? ¿Fueron reales tales aventuras, semejantes hazañas, inolvidables relatos, tanto amor? ¿O fueron meramente sueños?
Si así lo fueron, es decir, nada más ni nada menos que invenciones del inconciente, de su mismísima imaginación, pues cuánto más interesante la convierte entonces a la encantadora Chicha.

Famosa por haber tenido una aventura con Rodrigo, ella canta. Ella baila.

Imposible pasar por la cocina sin intercambiar palabras con ella. Imposible intercambiar palabras con ella sin que a su interlocutor se le escape una sonrisa. Impoisble que se le escape una sonrisa sin que piense que Chicha es una persona de la que uno nunca se va a olvidar. 

Experta en echarle leña al fuego (en la manera literal de la expresión) ella le encuentra el encanto hasta a la flor más marchita del campo (esta última vez, metafóricamente hablando).

Ojos negros, pelo oscuro y con setenta y pico años encima, ella clama haber sido "una pinturita" de joven. Necio quien siquiera lo dude.

Decidida a no viajar en tren (y sino pregúntenle a mi amiga Dama), ella viaja en colectivo. Los hombres se enamoran cuando la ven, y ella se ve obligada -porque si hay algo que ella no es, es ser descortés- a contestarles con una sonrisa aquellas conocidas preguntas acerca del clima. Incluso una vez un hombre se bajó en la misma parada que ella. Créame, eso dio mucho  a que hablar.

Pollera larga, sentadita en el sillón -hablando, por su puesto- y de vez en vez, pollera para arriba y a acomodarse las medias sin pudor alguno. Ella es ella. Siempre. 

Amiga de "Rusito" como pocos. Sí... ella se quedó una semana con él y lo bañó. Y con la certeza intocable, sostiene que "hay pocos tan fieles como los perros". Cuánta verdad Chicha, cuánta verdad. 

Es, a fin de cuentas, de esas personas cuya personalidad e intensa vida merece un reconocimiento. Este es el mío Chicha. Humilde, sencillo y algo pobre tal vez. Pero un reconocimiento al fin. 

Ojalá la vida nos vuelva a cruzar y así pueda volver a oír esa versión tuya de "Los caminos de la vida", algo diferente pero tanto, tanto, tanto, tanto más interesante.

martes, 8 de marzo de 2011

Poema


Tomo aire, cierro los ojos y sonrío. Y en el silencio, me atrevo a hablar de él, sin más ni menos. Habitan en mí esas fuertes ganas de homenajearlo. No con palabras elegantes e importantes, sino humildes, sinceras, pero no por ello menos ricas y verdaderas.


Hay ante mi ser un papel en blanco, una birome negra y una persona cuya vida quisiera dar a conocer a la humanidad entera.


Conocerlo es la más grata bendición. 
Escucharlo, una muy bella satisfacción. 
Pues sus palabras llenas de experiencia y sentido son, 
Aunque de bromas y chistes 
Trate muchas veces su canción. 


Yo creo que no hay nada en este mundo como la alegría que habita en él. 
Es la misma la que hoy me incentiva a vivir y disfrutar como él. 
Pregúntenle a cualquiera sino, si al verlo a él no ve esa majestuosa sonrisa 
Que como anillo al dedo se le ha apegado a su ser.


Inocente como el mar, 
Sabio como la arena,
El busca la felicidad
En las cosas más plenas. 
En la simplicidad, en la naturaleza,
En pequeños momentos y en las personas buenas. 


Contemplación, admiración que no defrauda, que no deja qué desear. 
No quiero yo en este texto dejar de mencionar 
Su lado como papá que tanto he de valorar. 


Y es que en su andar, ciertamente ha dejado huella, ha dejado marca. 
Y en ese lindo caminar, quisiera a su lado siempre estar. 
Compartir cosas como libros y canciones  a lo largo de ese hermoso musical, 
Si es que así se lo puede llamar, poéticamente, 
A la vida de este papá que no ha hecho más que cantar.




Es su vida, arte para soñar. 
Es su camino, un sendero para andar.
Es su historia, un libro para narrar. 
Es su canción, melodía para cantar.
Es él, mi papá, una persona hecha para amar.