jueves, 7 de agosto de 2014

Querida Mar

Querida mar,

Esta caminata me recuerda a vos, vos que me pones romántica, que tu falta me pone nostálgica, que tu color y tu música imagino ahora, entre los árboles que dejan ver la luna blanca y grande, como tu espuma que baila. Te recuerdo hoy porque te añoro entre esta vida y aquella, que si bien Olivos -mi pueblo- no me da lo que esa rambla en esos días de calor y agua, me mantiene alejada del ruido y del humo, de los gritos, luces y superpoblación que había hoy en Liniers. Ugh.

Y de vuelta te recuerdo, y no puedo hacer más que sonreirte y escribirte, y aunque no pueda mandarte esta carta a través de ninguna paloma o ningún avión, te la mando a través del aire, como esos besos que se mandan los enamorados cuando viajan, se separan y se vuelven a encontrar después de años. Porque vale la pena esperar un año para volver a verte, vale la pena extrañarte para volver a encontrarte. Meterme adentro tuyo. Mirarte de noche, vos bañada del reflejo de las estrellas, de ese aire cálido en una noche un poco más fría. Vale la pena caminarte, como camino hoy entre los árboles y adoquines. Vale la pena escucharte para volver caminando a casa, una vez más, a ese asado de recuerdos. Para amanecer al día siguiente y volver a verte, esta vez mi querida, de día.

Y todo se pone mejor hoy cuando ya con la campera atada a la cintura, corre este aire fresco en una noche de calor. Porque comienza a sentirse y claro, entendemos que estás cerca. Cada vez falta menos. Corriendo vuelvo entonces a escribirte y contarte, amada mar, que te recuerdo.


“He always thought of the sea as la mar, which is what people call her in Spanish when they love her (…) the moon affects her as it does a woman, he thought”. 
The Old Man and the Sea, Ernest Hemingway.