martes, 9 de septiembre de 2014

Amor

No es hoy el deseo de una ilusión lo que la lleva a escribir, ya no es el querer encontrarlo en medio de los árboles que dibujan la noche, hoy no siente por él lo que todo el mundo siente por sí mismo, no busca comprenderlo, no quiere quererlo, no entiende que hoy no le urge el deseo del amor, sino la saciedad del mismo. Rebalsan los abrazos y sonrisas, el amor del bueno, ese del cual uno lee en los libros. No es un simple enamoramiento, no es un deseo de los cuerpos, no es ese que uno busca cuando se siente solo ni con el cual sueña cuando tiene sed de romance. No. Es ese que la deja sin aliento por unos segundos, el único que la va a salvar de las miserias del mundo, que la va a acompañar cuando todo esté perdido; cuando entienda que no comprende nada, cuando el miedo a la soledad sea más grande que sus ganas de vivir, cuando las canciones ya no alcancen para hacerla sonreír. Ahí estará ese amor, consolándola en la oscuridad, murmurándole poesías y palabras de aliento. Se tratará, en parte, de amor propio. Ese que nunca va a perder.

Hoy sopla las velas rodeada de gente que ama, esa que le da color a las cosas, energías para seguir, razones para creer que el mundo, a pesar de todo, vale la pena. Vamos, que los días están para vivirlos. Vamos que aún cuando se cree que ya no hay razones para disfrutar, se llenan la boca de merengue, toman un vaso de cerveza y salen a bailar. Cuando se cree que la paciencia se esfumó como el humo de su cigarrillo en una noche de frío, aparece un cuerpo enfermo de alma sana y le dice que aunque las piernas ya no puedan caminar, se sigue caminando con el corazón. Cuando las ganas son pocas y la fuerza no alcanza, viene una madre con un corazón que tiene debilidad por el amor –y que es fuerte gracias a eso- y le dice que si necesita apoyo, ella se lo da. Si necesita un empujón para adelante, ella la va a empujar. Y con su ejemplo, entiende que darlo todo por el otro –incluso la vida- es posible.

Porque –¡y ahora somos publicitarios del amor!- lo que de a uno es casi imposible, de a dos se puede. Hoy no necesitás amor querida, estas saciada de amor. Vas a explotar de amor. Hay demasiado amor a tu alrededor, repartilo y disfrutalo. Que de amor, a no ser que seas Julieta, no te vas a morir.



Y claro, hoy se vuelven reales todas esas ilusiones que ayer parecían imposibles, hoy se hace realidad nuestro sueño, hoy ese amor efímero se concreta, toma forma, agarra envión y sale nomás a la ruta. Para encontrarse con vos y demostrarte que no estás tan lejos de –incluso- la santidad. Le diste tanto amor al mundo que hoy te lo retribuye, te devuelve un poco de esa inmensidad. La luz del sol no se compara con la luz que viene de tus ojos, las estrellas no se asemejan siquiera a tu alma y no alcanzan las arenas del océano para contabilizar los actos de generosidad que entregaron tus manos. Les avisamos que está en camino, que viene con fuerza, que se acerca la gloria de tus brazos. Todo lo que hiciste tiene recompensa, sos más compañera que ninguna y más madre que cualquiera. El mar te clama y los pájaros te llaman, pero a vos te necesita el mundo, y no exagero; en vano apelar a la tercera persona en este escrito cuando el lazo que nos une es tanto más personal, íntimo pero poco secreto, grande pero escondido, por demás amoroso. De amor se llena el aire y tus ganas de seguir abrazándonos, cuando las canciones no alcanzan para comprarnos la vida. Porque no hay nada que comprar, todo se nos fue regalado, por añadidura. Como tu amor.