lunes, 21 de enero de 2013

Final del fuego


Un ritual al fuego que nos dice adiós a algo que termina antes, mucho antes de lo planeado. Arena y mar se fusionan a la par para convertirse en calor, las llamas convocan a las estrellas que en el abismo de lo imposible acompañan con su belleza a la luna. Sentimientos desencontrados porque no se quieren ir, no reproduzcan canciones tristes que así llaman a lo melancólico. Alegría por lo vivido y miedo por retomar la rutina, esa que nos convierte en títeres de la cotidianidad y del día a día haciendo que prioricemos detalles y olvidemos lo esencial. Sirve vivir apartados para saber que extrañamos, pero en esta noche el fuego invita a que se queden. A que sus ojos se pierdan en las chispas que a su vez se pierden en el aire, abandonando su esencia de luz para convertirse en átomos de la nada. La mismísima nada, esa que jamás nadie entenderá. Como la línea del horizonte, como el calor del sol y la música que generan el fuego y las ramas. En la arena, claro.

Suspira para no llorar, sonríe al recordar y teme que al volver olviden las verdaderas alegrías: el volar de una gaviota sobre el Pacífico o por qué no, una canción en honor al fuego.

Así empiezan el final del viaje, un cierre perfecto para días que quedan grabados como sueños en las mentes de cada una. Un lugar llamado Manuel Antonio y nuevamente se dejan sorprender por lo que vendrá. Un bar y una guitarra, el rock nacional sigue presente hasta en Costa Rica y mis queridas nos deleitan con acordes y voces que juegan al recordar.

La razón de dicho recorrido se amortiza en la compra de una mochila, luego nos convertimos en pájaros para contemplarlo todo desde arriba: ahora sí, vuelan y vuelan en serio, cierran los ojos para sentir el aire fresco en la cara, y con fuerza y decisión sale el sol. El agua vive a 130 metros debajo de ellas, encierra especies y se tiñe de turquesa. Las islas como manchas bellas decoran el paisaje, y a la noche recorren los bares. Una aventura que parece efímera, no es posible tanto. Exaspera la sensación de lo eterno que hay en todo. Ahora sí, llegó el final.

Llueve porque el cielo llora y a la Nona se le hace difícil correr con sandalias. Cansadas de haber visto monos, iguanillas verdes, serpientes, bestias salvajes ¡y es que hay más animales que en la selva! Pero ojo, ahí hay un cangrejo. Cerremos esto con sonrisas que los recuerdos quedan. La vuelta siempre es dura pero vamos, nadie nos quita lo bailado. 

Adiós


Tere mi amor, pues te has vuelto uno de mis grandes amores, esos que permanecen ocultos pero latentes, adentro pero visibles. Querés que se queden porque sin ellas nada es lo mismo. Wow, qué ego, pero qué más era de esperarse. Mas vamos, seamos sinceros, le dieron un haz de luz a algo que ya tenía luz propia. Una filosofía de vida que acompaña a los hippies que viajan en bici, a los wannabe que viajan en cuatri, a los que se creen locales y es que están equivocados porque hoy las locales son ellas. Llega gente con valijas al lugar de los buenos cuerpos, al pueblito de los benditos perros, que a la par de los autos caminan, juegan, se mojan con el mar y en algunos casos se pelean. Éste es su hábitat para ellos, la playa los acoge con una sonrisa y ellas caminan a su lado mimetizándose con esas ganas que tienen ellos de vivir y vivir acá. Nos diste tanto y sos, ay querida sos tanto, y no es la tierra que se levanta, no es el supermercado del pueblo, no son los bares ni el mar celeste ni las palmeras paradisíacas ni los atardeceres de otro mundo. Pues de otro mundo son. Sos vos en todo tu conjunto y en ese conjunto está la gente que (en redundancia con su frase de cabecera) no quieren hacer más que vivir la vida pura. Eso es lo que sos y eso es lo que nos llevamos de vos, pero ojo, una parte nuestra queda acá. Abrazala y cuidala por favor, que algún día si tu mar y los perros quieren vamos a volver a buscarla y por qué no, cambiarla por otro pedazo más grande. Bobby me dice baby please stop crying, pero nostalgia y melancolía se fusionan para hacer un explosivo... y ¡qué mejor que los recuerdos que dibujan una vida! Que las gaviotas vuelen sobre el Pacífico y las piedras se queden donde están, ya que las estrellas lo contemplan desde lo alto y en nuestras mentes ya grabadas están. Eso sí, para siempre, bonita. 

Otro viaje más


Hazañas las hay para tirar al techo, construyeron un telar de anécdotas eternas y memorables, quisieron quedarse por siempre juntas pero no pudieron. No se puede ser siempre joven, no existen las vacaciones sin fin, un mar sin arena no es posible, un horizonte torcido lo mismo. Es derecho y es perfecto, como todo lo vivido. Se fueron y dejaron pisadas en la tierra, marcas en la casa, humedad en las sábanas y recuerdos que perduran. Porque hay sol y hay playa y así todo es mejor y más ameno, más bonito y más placentero. La despedida como todo adiós deja una cuota de nostalgia y no se permite sonreír. Emprendieron otro viaje hoy, distinto y final para decirle chau a una experiencia de la cual salen victoriosas. Invictas. Ni la lluvia ni las pocas horas de sueño ni la convivencia de a un millón ni las multas (bueno, ojo  con eso) ni la multitud pudieron más que ellas, nada hizo que disfrutaran menos. Está en cada uno disfrutar de cada momento y de todas las cosas, sacar de ellas el lado rosa y opacar el negro –a algunos nos gusta más el negro, pero hay excepciones- y ser consientes de la divinidad que esconde lo mundano, de la belleza excepcional de un atardecer, del amor atrás de la amistad, así como de quienes hicieron posible el viaje. Habiendo superado todo tipo de expectativas retoma el juego, ese piso sobre el cual los jugadores avanzan sin antes detenerse a mirar: el mar que nos regala espuma y se lleva al sol. Y a escuchar, música y gritos, cuentos y más cuentos. A oler. Humo y humedad. Tocar, arena y agua. Degustar. Comidas, atún, queso y ron. Fruta queso y ron. 

Cuatro ruedas y cascadas altas


En definitiva uno no debería estar donde uno no pertenece, y si se dan vuelta las cosas concluiríamos en que ellos debían estar ahí y entonces. En ese momento y en ese lugar. Para vivir un verano especial, cerca del fuego y al lado del mar. Si Bob Dylan es amigo de Bob Marley y el hecho de que el primero esté vivo, quizás son datos irrelevantes. Para ellos. Cartas y trucos y viajes que hacen que todo tome otro color, las amistades del verano y la cotidianeidad del día a día nos convierte a todos en pequeños compañeros del camino, y quién sabe algún día, de la ruta que va al sur.

Compartir atardeceres es como enchufar un alma con la otra y que juntas entren en sintonía, cada uno lo vive a su manera pero vamos che, con la playa de por medio es distinto. Con cervezas y ron también. Con una cascada de agua fría y una montaña difícil de subir y más aún de bajar, y aplausos para los que nos tiramos de ahí (muejuejue). Para las nonas de la excursión, vayan a tocar la cascada y que se conformen con eso, bien que felices están. Y aprendamos a reírnos de las desgracias pues jugar con un poco de adrenalina no es joda, una mala caída de un monte y una zuma y para una radiografía volemos a San José. ¿Son estrellas? ¿Son celebrities? Na, son dos gomas que tuvieron suerte (hay que verlo con ojos positivos) y viajan en avión privado, helicóptero, una fisura y atención de Greys Anatomy para la momentáneamente inválida. Un corsé y a la playa, mierda. A otras les arde al hacer lo suyo. Mientras ellas viven una película que bordea finamente lo trágico y lo cómico, las otras viven frescura y noche al fin. Cuatriciclos, velocidad, arena y estrellas. Juegan con el ruido del motor que hace que todo sea más fiero. No es lo mismo sin ellas pero qué más da, están volando.

No hay que acostumbrarse a que las expectativas nos superen.

Cuidado con tanta ferocidad en cuatro ruedas que acá nada es gratis. Lo que es una negociación de veinte mil colones con alguien que quiere remodelar su auto, pueden convertirse en cientos de dólares mañana. Multas. Para variar, más multas.

Un párrafo aparte para la india que de india nada tiene. Perdida y cuarenta minutos más tarde, arrastrándose por una pared vertical y bañada en tierra, con bolso en mano y los pelos completamente revolucionados llega ella. Claro, con la ayuda de mougly. Te veíamos más curtida, india. En vano mucho campo y mucho Monte para que llegues a tu lugar y en vez de lucirte con ganas, te pierdas caminando en high ahogando tus pies en piedras y hondos pozos. Este era el lugar para las alpargatas, no la facultad.

Correr tiene lo suyo, mas pasear por los verdes prados al lado de chacras y vacas raras no está mal. Emprenden una travesía con expectativas altas y joviales. Ya que somos vitales aprovechemos. Y la terminan en un hospital, ante la gravedad del asunto, la ambulancia ruge al avanzar, el helicóptero truena al despegar y ellos en la playa gritan al rodar.

Nena, la palabra del rock nacional. Esas noches de música lo transforman todo. Con los Redondos empieza y con ellos también concluye. La hamaca que inspira magia se mueve y nos invita a acostarnos, a fumarnos la electrónica del vecino y que juntos vivamos todo a fondo. Para mañana poder sentir que lo vivimos con pasión. Me gusta ser romántica pues el romance nos rodea. En la fina luna y en un cielo imposible de entender, este romance vuela como quien vuela al comprender que son ellos los que atraviesan la aventura de acostarse con el mar y despertarse con el sol. 

El mundo del mar


Un despertar agitado e inolvidable por un dejo de resaca y gritos. Aceleran para no perder el día, pero ¿era necesario despertar al alba? La hiperquinética ya no camina, corre al supermercado para desayunar como se debe. Agarran lo primero que ven y con una hora de sueño embarcan en la camioneta escolar (porque son escolares que van a una excursión) y solamente falta el guía que pregunte "¿tienen todo chicas? ¿Fueron todas al baño? Buenísimo, entonces ahora ¡a divertirnos!" No tienen grandes expectativas, solamente que el día se acomode al presupuesto. Tras morir en la combi suben al barquito que eso sí, las despierta. Paisajes que no se cansan de zarparse, no les alcanza con un cielo claro, también hay mar transparente. Pero tampoco alcanza con eso, también hay islas. Pero claramente y era de esperarse tampoco se conforman, y nos deleitan con rocas con forma de arcoíris y vamos que somos turistas y no olviden que estamos en una excursión (mejor hablemos en tercera persona) así que agarran los snorkels para sentirse algo patéticas, y ya que están se disfrazan con salvavidas amarillos. Flúor, ejem. Un llanto descocado que las toma por sorpresa y arrancan.

Tras una aventura se sumergen en arrecifes y nadan con peces de todos los colores. Le dan la vuelta a una piedra, la vuelta al mundo de la vida marítima. Como marcianos con máscaras invaden la vida de los que nadan, se sorprenden de sus rayas, texturas, colores, movimientos y tamaños, pero ellos simplemente viven y quién dice se sorprenden de semejante acontecimiento que para ellas no es más que una visita.

Se rinden frente a otro desafío de darle la vuelta a la roca, la chila lucha en vano contra la corriente y tras una ola de soledad las encuentra. Se les hace agua la boca frente a tanta fruta, los acompaña Ramona, el gracioso resultado de un cruce entre un chancho y un perro feo y comen sin poder repetir. Hasta ahora con lo del presupuesto venimos flojo...

Pero el paisaje lo vale. Con miedo de desperdiciar plata en vista cierran los ojos para dormir, pero ellas disfrutan así. La siesta del medio día es fundamental para recobrar fuerzas y robar cerveza, que a la noche y con el calor hace falta. Eso sí, la siesta más cara de su vida. Loros que comen pelo. Baja el sol y ¡qué manera de disfrutar hermano! Todo viene bien nada viene mal, una imitación de Mafer acompañada de carcajadas desaforadas para concluir la tarde y empezar otra. En la que el sol se escapa con el mar y las tortugas de la isla te las debo. Y más cuidado cuando hablan de "comida libre, te dan todo lo que quieras" que en una de esas hay alguno que se hace ilusiones fuertes...

Experiencias que hablan por sí solas se convierten en más razones para sonreír y agradecer cuando se va la luz y salen las estrellas.

Bendito seas, Bocas


Costó llegar pero llegaron. Costó cuatro aviones, un barco, quién sabe cuántos taxis, quién sabe cuántas combis y un par de balsas. Eso que siempre viene y nunca llega… hasta que llegó. Otras siete las reciben en una casa verde que las saciaría con comida y tardes, vistas y burritos. Algunas se obsesionan con el lugar, otras quieren innovar. Tras recorridas, islas, ranas rojas y tortugas que son tan solo sustantivos abstractos pues yo no los vi, más noches de alcohol y locura, yankies y mañanas revolcadas en risas y boliches con piletas y hamacas… básicamente de eso se trata Panamá. Lluvia debajo de palmeras y qué momentos, solas y apartadas se sienten como en una especie de- digámosle Limbo, un lugar en donde todo se detiene. Todo frena, el mundo rueda pero ellas no lo sienten. Sólo cuando se va el sol.

Con una que quedó atascada y deportada en el país de ¿residencia? siguen caminando y esperando ansiosas el rencuentro. Lo que no quedan atrás son los lujos, se hospedan en los mejores hoteles con las mejores madres  #Ersilia/Arsilla/Orfilia y un desayuno que por haberlo decorado con palabras exageradas, deja algo que desear. Tardes de música y lluvia, soles que no aparecen pero qué más da, ellas lo remplazan con su luz.

Juntas arrancan el año, rebalsan de comida y canciones, “do sol do” y no sigamos que podemos estar escribiéndola hasta mañana. Susanita, querida Susanita. El encuentro con alguien que empezó siendo (algo despectivamente, seamos sinceras) el millo, siguió siendo alguien que agradaba por los regalitos y acabó siento el querido y amoroso Kevin, ese que nos pedía shampoo y se instalaba a conversar sin razón en la cama, ese que aceptaba chocolates con una sonrisa, ese que seguía queriendo regalarnos cositas y que nos lo tomáramos como obsequios navideños… ay Kev. Gracias por tanto.

“Este lugar me cambió” y se van cumpliendo los (no) objetivos del 2013. Esos zapatos que quedaron como escombros en el mar de la fiesta, alguien que corre en vano para evitar un saludo, “dinner at six” te la debo. Adiós pudor, adiós estrés, adiós Buenosairenses desesperados y apurados. Acá es todo lento. Si tenés hambre bancátela, “si mi amor, no mi amor”. En vez de quejarnos aprendamos un poco más de esta gente que con cuarenta años parece de veinte, que no saben lo que son los colectivos que rebalsan de gente y una ciudad en caos.

Nada de malo tiene darle un besito a alguien que te gusta, así que olviden las convenciones y sean felices, que si para algo está el verano es para dar amor, y amor a lo lindo. La noche es un riesgo, bordean la muerte, y así terminan todas. Con astillas, con marcas, moretones, como si vinieran de la mismísima guerra. Ejem... guerra.

Panamá. ¡Bendito seas! Uno de los cruces de frontera más calurosos de nuestras vidas. Panamá. Agua por doquier, risas para conmemorar, noches largas y mañanas desquiciadas. Panamá. Balsas, islas, sale el sol y se agradece a Dios, verano y ¡sí! Queridas amigas.