jueves, 30 de agosto de 2018

Mumford and Sons, entre el sonido y la verdad


“Conozco mi debilidad, conozco mi voz”, canta Marcus Mumford que de esta manera abre lo que se convertiría en una noche de euforia y folk en su primer paso por la Argentina. Lejos de ser débil, su voz patenta una noche inolvidable, dejando rastros y expresiones bíblicas de su segundo álbum, Babel; canciones que ya se están volviendo clásicos de Sigh no More, su disco debut; y la garantía de que todavía tienen mucho por hacer como su última y radiante creación: Wilder Mind.

Los ingleses se destacan por su autenticidad, tanto su música como sus letras detonan frases de honestidad, uno de los valores más importantes con los que cuenta la música: “Esto es lo que siempre fui (…) No me digas que cambié porque no es verdad”, cantan en “Ditmas”, uno de los temas más aclamados de su último disco. En “Babel”, la canción que le dio el nombre a su segundo álbum, expresan la misma idea: “Y ya sé que tal vez mi corazón es una farsa / pero naceré sin una máscara”.

Como en todos los recitales, se lucieron en cada uno de los instrumentos: en “Lover of the Light” el vocalista cantó desde la batería inquebrantable y Winston Marshall acompañó con el banjo dándole el toque especial que los distinguió desde el comienzo como una banda que sabe combinar el rock y el folk. Fue este último quien rugió con su guitarra eléctrica en “Bellow My Feet”, canción que comienza con un dúo del tecladista Ben Lovett (aplaudido en un instrumental justo antes de lucirse en “Dust Bowl Dance”) y la guitarra acústica de Marucs Mumford, al que después se incorpora la tercer guitarra de Ted Dwane.

“Esta es nuestra primera vez en Argentina, y ya la amamos”, dice la banda entre canción y canción, haciendo un recorrido por las bandas del line up que ya se habían presentado en el festival y anticipando la llegada de Florence and the Machine. Tras la promesa de Lovett de volver al país, el público responde con “I will wait”, una de las canciones más celebradas de Mumford and Sons. Ojalá sea cierto y ojalá sea pronto.

La música suena e impacta por su prolijidad entre cada instrumento. Las letras son impecables y se pasean por temas sagrados como la verdad, la gracia y la redención. Es inevitable no conmoverse y saltar a la par de ellos. La solidez del grupo queda en manifiesto en cada canción, el sonido permanece en el aire y se hace uno con el viento, llega a cada alma y la mueve, la hace bailar.

Las canciones elegidas de Wilder Mind fueron “Tompkins Square Park”, “Monster”, “Ditmas”, “Snake Eyes”, “Wilder Mind” y “The Wolf”, el tema que los despidió. Una performance que se aleja de este mundo y se acerca a las estrellas, espera la vuelta de este grupo que les canta “Sos todo lo que alguna vez esperé”, y al haberlo logrado, se van satisfechos, saciados, limpios.



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