jueves, 30 de agosto de 2018

A 47 AÑOS DE LA MUERTE DE JACK KEROUAC


Las historias de Jack Kerouac no viven sin música: cada personaje se mueve y se pasea por las páginas al ritmo del jazz, con cada instrumento que suena mientras el lector lee y se mueve al compás de las melodías que escapan de los equipos de hi-fi. A 47 años de su muerte, el autor […]

Las historias de Jack Kerouac no viven sin música: cada personaje se mueve y se pasea por las páginas al ritmo del jazz, con cada instrumento que suena mientras el lector lee y se mueve al compás de las melodías que escapan de los equipos de hi-fi. A 47 años de su muerte, el autor y fundador de la beat generation es reconocido no solo por sus novelas –clásicos, obras de luz, de arte- sino por la influencia que tuvo y sigue teniendo en la música.
“Supongo que si Jack Kerouac no hubiera escrito On the Road, The Doors nunca habría existido”, dijo el tecladista de la banda, Ray Manzarek, en su libro Light My Fire: My life with The Doors. Aunque su fuerte era el jazz, artistas de rock como Bob DylanThe BeatlesJohn Cale y Patti Smith reconocieron a Kerouac como una de sus grandes influencias tanto en su música como en sus formas de vida.
“El jazz aparece en sus libros como un modelo para su escritura, como una presencia liberadora, como un elixir intoxicante”, escribió el diario El País. En On The Road (1957), novela que lo consagró, relata la experiencia de Sal Paradise (álter ego del escritor) y Dean Moriarity (álter ego de Neal Cassady) en su viaje por Estados Unidos y parte de México, en el que ruedan y se desparraman por la ruta 66 y brillan entre anfetamina y jazz con canciones de Billie Holiday, Charlie Parker, Dexter Gordon, Slim Gaillard, Lester Young, Anita O’Day, George Shearing, Louis Armstrong y Willie Jackson. Todos ellos son “flores sagradas flotando en el aire sobre el amanecer de la América del jazz”.
Bob Dylan y Allen Ginsberg visitando a Jack Kerouac en el cementerio de Lowell en 1975
Sus historias son retratadas: fiestas psicodélicas, euforia, las desesperadas ganas de andar. Los paisajes se convirtieron en un ícono de la historia norteamericana y todo tomó color y vida: la música, los artistas, sus héroes, heroínas, dioses. “Cuando terminó de tocar, el viejo Dios Shearing volvió a su rincón oscuro, y los tipos dijeron ‘no queda nada después de eso’”, escribe tras la visita al club de Anita O’Day en Chicago, cuando vieron a George Shearing: “Tocó una innumerable cantidad de canciones con acordes que iban cada vez más alto, hasta que el sudor empapó el piano y todos escuchaban con temor y miedo”.

En su novela semi-autobiográfica publicada en 1965, Desolation Angels, afirma que “la única verdad es la música”. El bebop suena en New Orleans con Louis Armstrong, y Roy Eldridge rockea el jazz del mundo “vigoroso y viril”. Y entre medio de toda esa música, deambulan y viven los niños sumergidos en la noche bop de Estados Unidos.
“Cambió mi vida como se la cambió a todo el mundo”, dijo Bob Dylan refiriéndose a On The Road. Habiendo inspirado a artistas de esta envergadura, Kerouac se retira del mundo con la cabeza en las nubes, el corazón en las alcantarillas y con el alma vagando por alguna ruta moviéndose al ritmo de las trompetas. Sus imágenes y personajes quedarán, como quedará también la música que vive en cada frase de su obra, siempre.

“Cada tanto, el llanto de la armónica sugería una melodía que algún día será la única melodía del mundo y alzará las almas de los hombres hasta que alcancen la alegría plena”. Esperamos que su alma haya alcanzado ese estado de plenitud. Con o sin paz, pero con arte y música, eso seguro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario