martes, 16 de diciembre de 2014

Mi primer texto como periodista

Mi primer texto como licenciada no ha de ser periodístico, ha de ser más romántico. Poético tal vez, autobiográfico, o por qué no, parte de un texto más largo, de una crónica que se escribe todos los días, de una novela larga pero distendida: mi vida. Hoy lejos de terminarse una carrera, empieza una. No veo esto como un fin, sino como el principio de algo grande. La continuación de hacer lo que disfruto y amo: contar historias.

No hubiese sido lo mismo, eso seguro, sin los ángeles que tengo en el cielo, esos que me hacen el camino mas llano, que me tiran sogas cuando lo necesito y convierten las olas en viento a favor cuando he de remar. (Gracias de vuelta, de verdad.)

En estos cuatro años salí a la calle, conocí un poco más el mundo. Un mundo que me sacó lágrimas y me sofocó; pero ese mismo que me enamoró. Entrevisté árabes, musulmanes, judíos, famosos, cartoneros, desconocidos, humoristas, periodistas y jueces, nutricionistas, artistas, psicólogos, políticos, economistas, enfermos, mecánicos, profesionales y científicos. Grabé corrí ESCRIBÍ edité hablé actué reí. Critiqué discos, obras de teatro, películas, cocinas de restoranes, partidos de rugby, peluquerías. Aprendí a hacer una pizza, me hice amiga de los amigos del Papa y me armé un nuevo grupo de amigas que ahora también amo. Y lo más lindo es pensar en todos esos mundos quedan todavía por conocer.

Todavía tengo huevo en el pelo y pintura en algunos lugares –especialmente adentro de las uñas y atrás de las orejas- y de a poco voy entendiendo un poco más cómo funcionan las cosas, cómo la vida es tan… vida. Cómo cuatro años pueden pasar volando, pero que si gozamos de cada momento de esos años y se vive queriendo vivir lo que uno vive; si en vez de estar mirando lo que puede pasar miramos lo que está pasando, uno es más feliz. No siento alivio porque termina algo que disfruté y empieza algo nuevo que seguro disfrutaré también.

Básicamente, porque nací para contar historias. Porque nací para contar cuentos. Nací para amar la literatura, y amarlos a todos ustedes, claro, mis lectores.



lunes, 1 de diciembre de 2014

Crónica de una feria

Porque en la vida todo llega, brindo con mi sombra, con la que compartí diez días de trabajo que pasaron volando, como los Díaz, como los días, como los pájaros. Las anécdotas quedarán para siempre, y si dudan de que haya gente PARA TODO, trabajen en atención al cliente en una feria de Buenos Aires. Buenos Aires la bella, Buenos Aires la romántica, la de la ciudad de los poetas, dueña de gente vieja, una Buenos Aires que hizo soñar a los pintores y alimentó la curiosidad de los cineastas. Dueña de los tangos de Gardel, de los cuentos de Borges y de las proezas de Cortázar. Auténtica y precoz detona, como siempre, sus mil y una caras, y acoge a toda esa gente: Gente sin ganas de buscar, pero gente con ganas de encontrar, gente pero sobre todo mujeres: mujeres grandes, viejas, jóvenes, mujeres desesperadas, mujeres apuradas, mujeres de todo color forma y tamaño: mujeres rubias, mujeres morochas, mujeres arregladas, mujeres con calzas, mujeres con tacos y mujeres casi descalzas, mujeres sordas, mujeres gritonas, mujeres calladas, mujeres con rulos, mujeres de pelo lacio, mujeres embarazadas, mujeres altas y otras bajas, lindas, blancas, morochas. Mujeres, mujeres, mujeres que buscan consumir, comprar, otras solo mirar, jubiladas que vienen a pasarla bien, otras a pasarla mal, mujeres que torturan a sus novios haciéndoles hacer la fila, hombres que vienen por motus propio, hombres que compran, hombres que defienden a sus mujeres, hombres guapos, hombres trabajadores, hombres no tan hombres. Pero un hombre en especial, que manda palomas mensajeras para ser un poco más romántico que el resto, un hombre de otro mundo diferente al suyo, un hombre que la enamora cuando la mira, un hombre que nunca va a ser su hombre, un hombre con ojos como el mar que le da ganas de nadar en ellos, un hombre que la hace olvidar del tumulto de la feria, que la lleva de la mano a un cielo un poco más cielo que el verdadero, un hombre que no le promete nada pero que la hace soñar hasta olvidar que está trabajando.
Porque Coas puede ser un caos, pero ellas lo ven de otra manera.
Porque así la comida es más rica, la pizza no la cansa tanto, las filas son más cortas, el trabajo más ameno, su amiga más amiga todavía. Que les digan idiotas, que les griten, que se quejen, que escriban en el libro grande, que traten de quitarles la paciencia porque no van a poder quitarles la sonrisa, que las bañen de malestar porque ellas van donde la brisa, que sean tontos, porque ellas son vivas. Porque pueden verlo como un trabajo agotador de diez días intensos. Pero ellas lo ven como pasar más tiempo juntas. Eligen vivir la vida y disfrutar de lo que les toca vivir, por eso se emocionan con la gente que pasa: el aire es demasiado puro, la familia demasiado íntima, las estrellas están demasiado cerca, el calor demasiado fuerte, las lágrimas demasiado grandes: todo la emociona, sobretodo el amor, cuando va de la mano de una pareja que busca remeras de Channel, brillos de Dior. El desgaste de señoras que luchan por una sociedad que funcione, por hospitales que cuenten con los insumos suficientes, por niños que tengan lo necesario para vivir mejor. La emociona ese amor de la mano de una señora que va a pasear, de un hombre que busca en el mapa hasta encontrar lo que busca, de un músico que baila y canta con un público de tres viejas que aplauden como si estuviera cantando en el Luna Park bajo las estrellas, con millones de fanáticos bailando a la luz de la luna. Esa luna que la baña. Aquella mujer que se llama a sí misma gorda, que quiere a la gente como la vaca quiere al ternero, casada para siempre con el amor de su vida, graciosa como ella, realista como pocos, y valiente. Sin temor a la vida vive; sin temor a lo que el resto piense, habla; sin temor a los locos, ríe.

Cualquiera puede bailar en un escenario. Porque claro, de vuelta, la vida es como uno la mire. Por eso seguirá soñando con ese hombre con ojos de mar. 

martes, 18 de noviembre de 2014

Algún lugar

Con la vida finalmente llega ese día en que tomamos conciencia de que vivimos. Sí, sí, de que estamos vivos y de que nuestro cerebro es chiquito, limitado, pero que nuestras pasiones son grandes, nuestras ganas de vivir más grandes todavía y que cosas como la música, las letras y el calor nos hacen bailar, tal vez despacio, lento, al ritmo del reggae quizás, mientras el fuego nos dice que el asado se está cocinando, mientras un perro corre dando vueltas por ahí, mientras soñamos con escuchar de más cerca el mar o vamos al mar directamente para verlo y escucharlo. La vida no pasa mientras pasa todo eso, la vida es eso: bienestar. Y nada tendría sentido si hemos de vivirlo solos. Porque la felicidad es un café, está escondida en un chocolate, se resbala por la ventana con las gotas de lluvia, se sacude con el perro cuando corre sobre el pasto largo, desprolijo, verde como la hierba que te inspira. Está en esa tarde cuando se fue el sol, en el último abrazo que le dieron, en la primera estrella que sale en la playa y en el humo del cigarrillo que se diluyó en el aire y se dejó abrazar por las brazas del fuego. Se quema cuando arde, como tu amor.
Juntate conmigo y sentite a gusto, pasemos un buen rato sentados en la arena. De poco sirve el mundo si no se comparte, en vano tu cuerpo si no está junto al mío, por qué no dejamos que pasen las horas sin que pase nada. O que pase todo en ese nada, que seamos uno nomás, mientras siendo uno somos todo.
Vayamos ahí, a algun lugar y tomemos conciencia de lo que somos, de que pronto ya no tendremos la destreza y agilidad que tenemos, de que la vejez va a venir, como todo, como la muerte, como el polvo. Seremos felices entonces también, por qué no, al entender que vivimos como teníamos que vivir: disfrutando, agradeciendo, y una vez más, siendo concientes de lo que nos rodea. Que los que están dormidos se despierten y duerman más siestas, basta de esperar las cosas grandes cuando las cosas grandes son las chiquititas que les pasaron hoy.
Ahora sí, vayamos juntos a algún lugar que tenga mar. Yo escribiré pensando en mis lectores y vos sonreirás pensando en mí.   


One love, one heart, lets get together and feel all right--- 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Ya sos un ángel

El sol se asoma y ya empieza a soñar. 
El río es una posibilidad.
Los perros corren y los chicos ven el mar, 
pero lo más bello es que al cantar,
logra entonces suspirar,
porque sabe que sus nietos
tienen tanto que contar.

Los faroles iluminan la noche
que sola y oscura y sin reproche
acoge a los perros que despacio,
pasean sin dueño a la medianoche.

Un perro en particular
ha de mirarte con esos ojos lánguidos, 
y vos con tu eterna generosidad
has de regalarle un pedazo de pan.

Y que los miedos desaparezcan, 
y a tu cara vuelva la luz.
Pues la muerte hoy te invita a que vivas,
Solo que en otro espacio y sin tu cruz.

Ya te habrás reencontrado con el amor de tu vida
que ha de haberte esperado hasta este día.
Orgulloso y feliz debe haberte abrazado,
viendo cómo llenaste de amor a esta familia.
Abrácense por toda la eternidad ahora, 
porque claro, ya ni la muerte los limita.

Y se despierta en mí una nostalgia eterna
al comprender que la muerte siempre llega.
Que los sueños la anticipan y la recuerdan
cada vez que cierro los ojos para no querer verla.

Pero qué hermosa ha sido tu vida,
siempre tan llena y blanda y distendida 
que hasta los pájaros hoy te contemplan y te miran
pues la libertad al fin recobra forma 
y te eleva al cielo, oh bella mía
para que seas, finalmente, un ángel ahí arriba

Ya no has de sufrir, solo has de sonreír.
Andá en paz, caminá con fuerzas y sin limitaciones.
Pues ahora las piernas te permiten
disfrutar con todas tus pasiones.

Trajiste amor, nos dejaste amor
Levantaste la cabeza y bajaste el corazón
Nos dejaste ayudarte y acompañarte en el dolor
Y nos enseñaste a entregarlo todo, con o sin razón. 

Te estaremos hablando, te estaremos rezando.
Más aún te estaremos recordando
pues sentiremos tu ausencia, extrañaremos tu sonrisa
hasta que al fin comprendamos
que estás donde la brisa.

En aquél árbol que se mueve con el viento
en aquella tarde de café y cuentos.
En el pasto verde, en el mar,
y suavizándonos el alma
cuando hemos de cantar.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Más miedo que amor

¿Hacía falta llegar hasta donde llegaron para darse cuenta que se tenían afecto? ¿Algo un poco más verdadero de lo que creían? Algo más parecido a un cuento de Julio que a una mera canción de ingenuos, más cercano a una tarde de mares que a una mañana de libros secos.

Es el primer texto que empieza con un signo de pregunta y no creo en las casualidades. Las coincidencias no existen, lo único que hay son almas conectadas en el tiempo, en el espacio, porque alguien así lo pensó. La pregunta que la lleva a sumirse de vuelta en esa rueda de incoherencias e incertidumbres. El miedo de no serle fiel a sus principios idiotas, ridículos y entonces, enamorarse.

A veces la razón es mucho más fuerte que las pasiones, y eso nunca es bueno. O casi nunca. Siempre es ella, es inevitable serse infiel a sí misma. Pero ¿y si pensaba que era algo que en realidad nunca fue? El hecho de que la haga cuestionarse de toda su integridad, de que la descoloque de semejante forma, ya dice tanto, tanto que la saca de vuelta de ese lugar de comodidad. El de nunca dejarse conocer, nunca dejarse sentir, nunca mirar a alguien a los ojos sin una barrera, abrazarlo sin una especie de escudo, de tocarlo sin tocarlo y darle un beso, claro, sin sentirlo propio. Porque piensa entonces, que nunca lo será.

No se deja intimidar por nada, pero de repente se intimida ante tanta seguridad, una persona tan frontal, dispuesta a dejarse romper, quebrar, fracasar. Por alguien que le ofrece un poco más que solo dudas.

Pero ahora todo cambia y cabe la posibilidad de soltarse y arriesgarlo todo a esa tempestad que tal vez el día de mañana la haga polvo. ¿Qué pierde con intentarlo? No lo sabe, pero una posible respuesta le da miedo: todo. Si se involucra se lleva consigo toda su vida. Por eso le cuesta tanto abrirse a ese retazo que queda, aunque ahora duda que todavía lo tenga.

Quieran los ángeles que todo vuelva a la normalidad, y que en ella desaparezca ese miedo que aborrece, que hace que se esconda en protecciones absurdas y lleva a que se pierda de tantas cosas lindas y blandas, mucho más blandas que la rigidez que la envuelve.


Si vale la pena o no involucrarse en esta oportunidad que se le presentó, lo sabrá en el camino. Ese que puede presentar, en un futuro no tan lejano, escombros de corazones que van a sufrir. Y ahí, de vuelta, ese pesimismo insoportable. Que la defiende de su amigo como si fuese el peor y más vil de los enemigos.  

domingo, 19 de octubre de 2014

No son solo sueños

No dejes que los sueños sean sueños, te dicen mientras mirás todos los días los mismos videos en Youtube, escuchás las mismas canciones mientras te enamorás de quienes cantan esos clásicos, mientras soñás, como siempre, con alguien así, con esos pantalones apretados y esa cuota de romance en las palabras de amor que a pesar de todo, todos los rockeros cantan. En esas canciones que dibujan frases con forma de nube con forma de corazón, mientras las luces iluminan esas sonrisas cómplices que hay entre el músico y yo. Porque existe, solo hacía falta cruzarnos en un bar en los noventa. No dejes que tus sueños sean sueños, te dicen mientras mirás esa película que de vuelta te enamora, mientras los personajes caminan por las calles desiertas de Nueva York, fumando el humo mientras las flores a sus alrededores caen, rojas, sangrientas porque entienden que los amores son perros, son idiotas, son egoístas, incluso a veces cínicos. Los amantes caminan y se miran, y el calor en la mirada es tal que no se puede ni cortar con diez bolsas de rolito, ni aunque se los tire al fondo del Pacífico, ni aunque los chocara el mismo Titanic, esta vez una versión más moderna del mismo. Las calles son oscuras, hay dos copas de vino de por medio y los violines de fondo le cantan a las estrellas. No dejes que tus sueños sean meros sueños, te dicen mientras escuchás Romeo and Juliet y soñás con que el amor se personifique en eso que en pocos minutos te explotaría el corazón, que con solo una serenata te promete el mundo, te hace el amor y llora mientras te dice que te va a amar para por y hasta siempre. ¡¡¡Pero vamos!!!  No dejes que tus sueños sean sueños, te decís a vos mismo mientras sos consciente de que no sos capaz de hacer nada si no es por vos mismo. Mientras sos consciente de lo que no tenés pero más consciente de lo que no te falta, mientras entendés que el mundo es tuyo y de todos –pero en parte tuyo- y que si querés a alguien para compartirlo, no alcanza con soñar. No alcanza con quererlo. No alcanza con querer pensar que ya lo encontraste, porque siempre estás en búsqueda de algo más grande. No sé qué mierda (aunque espero que no sea mierda) hace falta para que todo eso pase en el mundo real, o mejor dicho, no sé qué hará falta para que el mundo real y el fantástico se fusionen de una vez y por todas, para que ya no solo seamos algunos los que vemos las mismas cosas en ellos, sino para que todos encuentren que no es todo producto de una casualidad: que las cosas pasan, así como en los sueños, pasan también en la realidad. Solo hace falta que abramos los ojos y encontremos oh, esa belleza infinita en las cosas de todos los días, y así te des cuenta de que Mark Knopfler realmente te guiña el ojo a vos cada vez que ponés esa canción en Youtube.

martes, 9 de septiembre de 2014

Amor

No es hoy el deseo de una ilusión lo que la lleva a escribir, ya no es el querer encontrarlo en medio de los árboles que dibujan la noche, hoy no siente por él lo que todo el mundo siente por sí mismo, no busca comprenderlo, no quiere quererlo, no entiende que hoy no le urge el deseo del amor, sino la saciedad del mismo. Rebalsan los abrazos y sonrisas, el amor del bueno, ese del cual uno lee en los libros. No es un simple enamoramiento, no es un deseo de los cuerpos, no es ese que uno busca cuando se siente solo ni con el cual sueña cuando tiene sed de romance. No. Es ese que la deja sin aliento por unos segundos, el único que la va a salvar de las miserias del mundo, que la va a acompañar cuando todo esté perdido; cuando entienda que no comprende nada, cuando el miedo a la soledad sea más grande que sus ganas de vivir, cuando las canciones ya no alcancen para hacerla sonreír. Ahí estará ese amor, consolándola en la oscuridad, murmurándole poesías y palabras de aliento. Se tratará, en parte, de amor propio. Ese que nunca va a perder.

Hoy sopla las velas rodeada de gente que ama, esa que le da color a las cosas, energías para seguir, razones para creer que el mundo, a pesar de todo, vale la pena. Vamos, que los días están para vivirlos. Vamos que aún cuando se cree que ya no hay razones para disfrutar, se llenan la boca de merengue, toman un vaso de cerveza y salen a bailar. Cuando se cree que la paciencia se esfumó como el humo de su cigarrillo en una noche de frío, aparece un cuerpo enfermo de alma sana y le dice que aunque las piernas ya no puedan caminar, se sigue caminando con el corazón. Cuando las ganas son pocas y la fuerza no alcanza, viene una madre con un corazón que tiene debilidad por el amor –y que es fuerte gracias a eso- y le dice que si necesita apoyo, ella se lo da. Si necesita un empujón para adelante, ella la va a empujar. Y con su ejemplo, entiende que darlo todo por el otro –incluso la vida- es posible.

Porque –¡y ahora somos publicitarios del amor!- lo que de a uno es casi imposible, de a dos se puede. Hoy no necesitás amor querida, estas saciada de amor. Vas a explotar de amor. Hay demasiado amor a tu alrededor, repartilo y disfrutalo. Que de amor, a no ser que seas Julieta, no te vas a morir.



Y claro, hoy se vuelven reales todas esas ilusiones que ayer parecían imposibles, hoy se hace realidad nuestro sueño, hoy ese amor efímero se concreta, toma forma, agarra envión y sale nomás a la ruta. Para encontrarse con vos y demostrarte que no estás tan lejos de –incluso- la santidad. Le diste tanto amor al mundo que hoy te lo retribuye, te devuelve un poco de esa inmensidad. La luz del sol no se compara con la luz que viene de tus ojos, las estrellas no se asemejan siquiera a tu alma y no alcanzan las arenas del océano para contabilizar los actos de generosidad que entregaron tus manos. Les avisamos que está en camino, que viene con fuerza, que se acerca la gloria de tus brazos. Todo lo que hiciste tiene recompensa, sos más compañera que ninguna y más madre que cualquiera. El mar te clama y los pájaros te llaman, pero a vos te necesita el mundo, y no exagero; en vano apelar a la tercera persona en este escrito cuando el lazo que nos une es tanto más personal, íntimo pero poco secreto, grande pero escondido, por demás amoroso. De amor se llena el aire y tus ganas de seguir abrazándonos, cuando las canciones no alcanzan para comprarnos la vida. Porque no hay nada que comprar, todo se nos fue regalado, por añadidura. Como tu amor.