lunes, 9 de abril de 2012

Una ilusión un tanto real

Fieras, Fuertes y Furiosas son las Fulminantes ganas de estar caminando por la Floreciente rambla viendo el Fluorescente sol y el Fiel Festín del mar. F de Fiesta, porque eso es lo que fue. Porque eso es lo que es y -lo que Dios quiera, y por favor Dios querelo- siempre lo va a ser. 

No es mi intensión halagarlas hoy con palabras elegantes y un tanto majestuosas,nace en mí simplemente la necesidad de sacar afuera y forjar en palabras la experiencia de unos días que deslumbran y permanecen en un tan amado paraíso. Ese que cuando no está es un sueño y que cuando está es el mismo sueño. Que cuando existe es un anhelo y que cuando no existe es el mismo anhelo. Que cuando lo ve es una ilusión y que cuando no lo ve es la misma ilusión. Porque semejante paisaje es, de hecho, semejante paisaje. Cuesta encerrarlo en los testarudos casilleros de la razón. Es que se desborda, enloquece, se desploma por donde quiera que uno lo mire y cobra vida propia. Se rebela y toma rumbo único, íntimo, propio de las emociones, dueño del deseo y salvaje frente al corazón. Y ahí, entonces, cuando está, el alma baila, cuando existe, la mente vuela, cuando lo ve, los pies se inquietan y al fin, los ojos brillan. 

Y se cosumen así momentos y se fusionan así pensamientos y trascienden entonces recuerdos. Una papada que donde quiera que uno mire está. Y tan potentosa resulta que Mili se enternece, se identifica y fiel a ella, dibuja una raya blanca que haga lo que haga y cueste lo que cueste y por más sol que tome, permanece. Firme, al pie de la letra y blanca como la nieve.

Mañanas largas para disfrutar en la turística playa de los dedos y a la tarde, la aventura de caminar a lo Vane con el outfit deportivo por toda la punta. Esa punta que revuelve y revuelve sentimientos, los hace explotar dentro de sí pero quedan atrapados adentro. Una descarga mínima a través de una lágrima y entonces ahí sí, sonríe. 

Locales en un bar, recibidas y hospedadas por un patoba que como todo bendito uruguayo, es amable y amigo. Ese bar que tantas servilletas brindaría a través de tantos robos a mano armada. Ese bar que quién lo hubiera dicho traicionaría -por así decirlo, y duele decirlo así- a la negra extraviando su única identidad y llevándola así a experimentar una travesía y atravesar una ardua odisea de corridas y búsquedas y cansancio y más corridas y más chivo y una máquina de fotos y una feria hippie desierta y en vano corrí hasta ahí y la re puta madre y un caño que saluda y más confusión y más cansancio y más corridas y un suspiro largo y consolador. Un operativo de rescate. Y se logró, se consumó ese pasaporte provisorio que tan imposible parecía alguna vez. 

Y quién hubiera dicho que Mili sería el indispensable gurú de la limpieza, aquella mano mágica creadora de dos manjares de tartas y centenares de salsas con cebolla. Gracias Mili. Mili gourmet. Mientras, Chofa espera y aguarda a su Moni imaginaria para que le traiga su comida. 

Analísame, analísate.

No hubiese sido igual sin su visita, sin su antojo de helado y como respuesta la generosa bienvenida de El Cali, y un helado de arriba nomás. Adentro, le dicen. 

Pasan los días y se realiza un deseo. Un Block a falta de un Trishot, y para la dulcera, siete aguas heladas. No further explanations for that, lets just leave it there. You might be asking yourself what "cold water" is... well, maybe later. Just... just not now. Believe me, for your own sake, you dont wanna know.

Agua en la crema de enjuague a causa de tiempos de sequía y abstinencia, un té que lejos de no tomarse pasa a ser de las comidas más esenciales y una coca contada con los dedos medida con la mente y disfrutada como pocas. Necesaria, claro, para los dolores de cabeza. 

Y un párrafo aparte por favor para Ricardo. El clon -no, perdón, el gemelo perdido de Guido y tristemente abandonado a la merced de los chilenos. No te traumes por tanta risa Ricardo, te debemos tanto.

Dejan atrás una casa que brilla por su triste ausencia. Dejan atrás una batalla contra el hambre atroz (ja) y la falta de papel higiénico. Dejan atrás risas, momentos, playas, soles, mares, estrellas y una luna redonda como la Tierra. Lo dejan atrás para montarlo al futuro y rememorarlo siempre. Esas amistades que sin risas no se exprimirían, que sin el destino no se cruzarían y que sin Dios, simplemente no existirían. Sin más ni menos. Que sin Dios, no existirían.

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