Cuántos habrá que se preguntan por el sentido de la vida. Cuántos buscaron y buscaron y vieron como respuesta nada más que oscuridad y tinieblas. Cuántos, incluso, lloraron, se frustraron y se mataron por no encontrar ni una puta ni una miserable luz que indicara un poco de este camino tan jodido en el que estamos metidos. Y por momentos es eso. Por momentos es una mierda. Es sufrimiento, es el absurdo en su máximo esplendor. Es, ante todo, incertidumbre. Ignorancia total de lo que vendrá. Y ahí aparece el abatimiento, la resignación y el rendimiento. Se rinden entonces ante Tanto. Ese Tanto que apabulla, sobrepasa y molesta. Y bien de forro, hace que hasta nos cueste respirar. Ese Tanto indefinido. Pero que aparentemente está ahí solamente para joder y complicar las cosas. Como si ya estar acá no fuera lo suficientemente dificil.
Pero hoy entendió. Hoy ese Tanto se da vuelta. Hoy aparece la luz y le muestra no una parte, sino que por unos minutos, TODO el camino a transitar. Hoy, por un instante, entiende el sentido de la vida. Le duelen tantos suicidios, tantas frustraciones, miedos y sufrimientos vividos hasta en carne propia. Porque de repente todo es tan claro. De repente TODO cierra. Y es cuando el sol brilla, las olas rugen, los pájaros apaciblemente vuelan y ellos dos, sonríen. Porque flotan en el mar. Y en silencio, contemplan la isla y buscan la línea del horizonte perfecto. Porque callan, pero se aman y se entienden. Porque el llega y ella está feliz. Porque tras vivir esa vida agitada, rutinaria y diaria, frenan y descansan. Y al compartirlo, nada es en vano. Una plenitud y riqueza que lejos de ser desperdiciada en su soledad, se exprime y se vive y se goza. ¿Tan facil era? Tan claro estuvo todo este tiempo. Mas escondido y acorralado y manipulado por las rutinas de una vida de la que hoy ya nadie parece escapar. O al menos casi nadie.
El sentido de la vida es el amor. Así de simple. El amor. Ese del que pocos hablan, muchos convocan sin sentir y no todos conocen. Y claro, nadie entiende. Porque escapa de las jaulas de la razón y se libera en el sentir.
El amor es el sentido de la vida. O por lo menos es lo que le da sentido a su vida. Todo lo malo, todo lo oscuro, toda la mierda y todo lo trágico vale la pena solamente para para vivir este momento. El de meterse al mar con su papá, pasar ahí horas en silencio mirando la Isla de Lobos y contemplando esa línea imposible en la que el mar se choca con el cielo.
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