No sé qué ciudad volver a recorrer ahora, está todo tan lejano. Cuánto más fácil es olvidar los sueños que uno tuvo, las pasiones que lo envuelven, ponerse una cinta en los ojos para no ver lo evidente, poner la música más fuerte para no escuchar, para no escucharse, para escuchar otras cosas que convengan acá y ahora. Darle la espalda a los sueños, que nos gobierne un Big Brother que nos diga cómo vivir, a quién amar, qué leer, qué pensar, cómo escribir, cómo mirar. Somos presos de todo, se apartó al arte, a la música, las conversaciones provenientes del mundo donde los unicornios se pasean. Nos inundaron las vulgaridades, el común de la gente estableció puntos de referencia, tópicos de conversación, maneras de pensar. Le cortaron los brazos a un par, a quienes no piensan igual los miran con desprecio. Te empalagaste de fiestas, vomitás vestidos, cinturones, zapatos, pero querés seguir consumiendo todo lo que está a tu alcance, nunca nada es suficiente. Queremos más, más de todo y en grandes cantidades.
"It'll show you how I've gotten to feel about – things. Well, she was less than an hour old and Tom was God knows where. I woke up out of the ether with an utterly abandoned feeling, and asked the nurse right away if it was a boy or a girl. She told me it was a girl, and so I turned my head away and wept. 'All right,' I said, 'I'm glad it's a girl. And I hope she'll be a fool – that's the best thing a girl can be in this world, a beautiful little fool.'"
Daisy lloró con valor entonces, con razón. Todo con tal de no sentir los pesares de adentro, el llamado desesperado que clama por vos. Lo curioso es que buscás sin encontrarte, sin lograr comprender que la felicidad eras (ahora más romántica) tú, aquél plato de pastas, el abrazo, la caminata por el mar, el libro que leíste, estar acostada con tu hermana mirando el techo. Ahí reaparece la euforia, el éxtasis, dejás de sentir pena por vos, por la vida, por los asuntos eternos y ajenos, entendiste -por un segundo hasta yo entiendo- de qué se trata la vida. Era eso, es esto, es una canción que nos sacó lágrimas, es el aire de verano que entra por mi ventana, la lluvia, todo. Terminaron las recetas para ser feliz, las fórmulas que cada uno debe tener resueltas a tal edad, con tal trabajo, tal familia en tal lugar ¡y tales son las barreras que te impidieron ser vos! Cesaron las luchas en contra de lo que uno mismo es. ¡Si la riqueza es eso! Ser uno mismo. El camino es arduo pero qué grande es la recompensa. Si al final de cuentas, al final de la cuestión, es todo lo que tenemos, es todo lo que podemos hacer, es todo lo que podemos ser.
Si en el Paraíso los sueños están por encima del mundo, que no nos ganen las ideas y los preceptos y cosas que “deberían ser”; sentirse abrazado por el universo en lugar de sentirse apartado por él, comprender, esta vez con dolor, que se puede ser feliz y fiel a uno mismo aún no viviendo de lo que uno ama. Andar por ese camino, por esa ruta que lleva vaya uno a saber dónde, es tan grande el compromiso con uno mismo que las angustias y las alegrías son fatales. No se pueden soportar siquiera. Resignarse al fin a la tristeza de que semejante realidad existe solo en el limbo que va derecho por la ruta paralela al mundo real, será así eternamente, pues las líneas paralelas jamás han de chocarse o cruzarse. Cada uno elige a qué mundo pertenecer, pero a fin de cuentas, todos caen en la cuenta, hacen las cuentas, sufren las cuentas y los números finalmente nos manejan como ellos quieren. Llueve tanto que el agua te tapa, te hundís y no podés respirar. Ser feliz no debería ser una lucha, pero acomodarse a los preceptos es más fácil, no pelear, no discutir, estar de acuerdo con todo, asentir con la cabeza, decir siempre que sí, aguantar las críticas. O hablar y ser uno mismo. Shine On You Crazy Diamond.
Vuelven entonces los relatos oscuros llenos de vos, las noches largas cuando te pienso, el deseo de encontrarte leyendo un libro en un bar –vos poeta, vos escritor, vos empresario, vos artista, vos científico, vos, vos- y que me invites un café y hablemos de las posibilidades ridículas que tenemos de encontrarnos así; vuelven las tardes de sol y los juegos de cartas, vuelve el mar y la ola nos acuesta en la orilla, corrés el pelo que me tapa los ojos y no me deja verte pero te veo de vuelta, te encuentro en el fuego que nos reúne, las estrellas que me recuerdan que somos astros, los dos, Lay Lady Lay, mientras la ruta que nos devuelve a la ciudad nos recuerda lo lindo que es el campo, mientras te encuentro en sueños y te sueño amándome. Qué lindo que el mundo paralelo sea este mundo que nos encuentra hoy.
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