Costó
llegar pero llegaron. Costó cuatro aviones, un barco, quién sabe cuántos taxis,
quién sabe cuántas combis y un par de balsas. Eso que siempre viene y nunca
llega… hasta que llegó. Otras siete las reciben en una casa verde que las
saciaría con comida y tardes, vistas y burritos. Algunas se obsesionan con el
lugar, otras quieren innovar. Tras recorridas, islas, ranas rojas y tortugas
que son tan solo sustantivos abstractos pues yo no los vi, más noches de
alcohol y locura, yankies y mañanas revolcadas en risas y boliches con piletas
y hamacas… básicamente de eso se trata Panamá. Lluvia debajo de palmeras y qué
momentos, solas y apartadas se sienten como en una especie de- digámosle Limbo,
un lugar en donde todo se detiene. Todo frena, el mundo rueda pero ellas no lo
sienten. Sólo cuando se va el sol.
Con
una que quedó atascada y deportada en el país de ¿residencia? siguen caminando
y esperando ansiosas el rencuentro. Lo que no quedan atrás son los lujos, se
hospedan en los mejores hoteles con las mejores madres #Ersilia/Arsilla/Orfilia y un desayuno que
por haberlo decorado con palabras exageradas, deja algo que desear. Tardes de
música y lluvia, soles que no aparecen pero qué más da, ellas lo remplazan con
su luz.
Juntas
arrancan el año, rebalsan de comida y canciones, “do sol do” y no sigamos que
podemos estar escribiéndola hasta mañana. Susanita, querida Susanita. El
encuentro con alguien que empezó siendo (algo despectivamente, seamos sinceras)
el millo, siguió siendo alguien que agradaba por los regalitos y acabó siento
el querido y amoroso Kevin, ese que nos pedía shampoo y se instalaba a
conversar sin razón en la cama, ese que aceptaba chocolates con una sonrisa,
ese que seguía queriendo regalarnos cositas y que nos lo tomáramos como
obsequios navideños… ay Kev. Gracias por tanto.
“Este
lugar me cambió” y se van cumpliendo los (no) objetivos del 2013. Esos zapatos
que quedaron como escombros en el mar de la fiesta, alguien que corre en vano
para evitar un saludo, “dinner at six” te la debo. Adiós pudor, adiós estrés,
adiós Buenosairenses desesperados y apurados. Acá es todo lento. Si tenés
hambre bancátela, “si mi amor, no mi amor”. En vez de quejarnos aprendamos un
poco más de esta gente que con cuarenta años parece de veinte, que no saben lo
que son los colectivos que rebalsan de gente y una ciudad en caos.
Nada
de malo tiene darle un besito a alguien que te gusta, así que olviden las
convenciones y sean felices, que si para algo está el verano es para dar amor,
y amor a lo lindo. La noche es un riesgo, bordean la muerte, y así terminan
todas. Con astillas, con marcas, moretones, como si vinieran de la mismísima
guerra. Ejem... guerra.
Panamá.
¡Bendito seas! Uno de los cruces de frontera más calurosos de nuestras vidas.
Panamá. Agua por doquier, risas para conmemorar, noches largas y mañanas
desquiciadas. Panamá. Balsas, islas, sale el sol y se agradece a Dios, verano y
¡sí! Queridas amigas.
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