Sacá a relucir tus encantos Julieta, vamos, que es la única que queda. ¿Pero qué Julieta nene? ¿De qué hablás? Soy Mechi. Mas sí. Tras una mala pasada, tras un mal momento con alguien que no sabe ver el esfuerzo en los ojos de otro, que no sabe escuchar lo que el otro tiene -con tanto empeño, esperanza, ilusión- para decir, que con ojos amenazantes espera tu derrota, que con tono vengador de algo pero no sabemos de qué te desafía al abismo de lo imposible, que se ríe de tu risa y de tus ojos incrédulos que se rehúsan a contemplar lo que está sucediendo, que desvaloriza horas y horas de concentración y a veces no tanta concentración, que juega con tu conciencia, desvía tus pensamientos, aleja los conceptos, hace que las palabras se vayan con un estornudo, cuestiona tus ganas de seguir, hace que te caigas para que sí o sí vuelvas a levantarte, te hace sentir como un pecesito recién nacido en medio del Atlántico, te genera una sensación de resentimiento no por el fracaso sino por el mal trato sin necesidad alguna, porque podríamos charlarlo bien, ¿no? Pues para qué semejante ceremonia, el show must go on dejémoslo para la noche, sólo quería contarte lo que sabía. Y creeme, era mucho. Buen, vos te lo perdés. Ah, sí, obvio, yo me jodo. Este es el imperio en el que gana el que tiene el poder y el que tiene el poder sos vos, suficiente. Y bien, qué mejor que matar el tiempo en un bar criollo, porteño, clásico, familiar, no es domingo pero parece dominguero. Muchas otras formas. Pero bien, olvidémosnos del episodio anterior, siempre hubo y siempre habrá mala gente. Sigue tu rumbo alma solitaria que le gusta la soledad. Bar, entonces. Sin hambre pide un tostado que comer por comer está de más, pero hay que pedir algo para sentarse. Falta música pero no parece porque los mozos hablan y hablan mucho. Sigue pensando ya sin frustrarse, sigue recopilando cada palabra y cada mirada y duele, piensa mucho, para variar piensa de más. Y de tanto pensar sigue un zig zag que solo la mente entiende y la imagen mental culmina en la billetera. Mierda, mierda, mierda. Esperemos que no. ¿Sí? M, no sé. Puta... quince míseros pesos. Los cinco generosos con monedas. "Perdón, ¿cuánto salía el tostado?" "Veinticinco señorita", contesta esa voz simpática. Mierda, ¡mierda! Dale, ¿ahora me vas a decir que no sos Julieta? Vamos flaca, te conozco... ahí, ese tipo, vestido de mozo, ese es Romeo, ¿no lo ves?
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