domingo, 18 de noviembre de 2012

Decidido a vivir


Son las experiencias las que incitan a escribir, y el amor, a vivir. Hoy, con centenares de corazones que celebran sus ochenta y cinco con él, levanta la cabeza y con esperanza dice que aún en semejante dolor, aún con semejante pérdida y después de tantas noches sumergidas en llanto, la vida es digna de ser vivida. Un regalo demasiado valioso para dejar pasar, así que con voluntad y convicción decide aferrarse a ese don y exprimirlo. No fue feliz, es feliz. Porque hay sonrisas que le dibujan un porvenir, hijos que confían en la unión, amigos que como amigos, son fieles a la lealtad y leales a la fidelidad. Y aunque el amor de su vida ya no esté, aunque la razón de su existencia se haya esfumado como el humo y con el viento, aunque el sol de sus mañanas y la luna de sus noches hayan desaparecido de forma repentina y sagaz, ella está más cerca aún, duerme con él, respira a su lado, llora cuando llora y sueña cuando sueña. Lo ama más que ayer y no se sorprende de verme cada vez que me la encuentro en sueños. Hoy algo cambia, todo el sufrimiento recobra sentido y la mirada frente al mundo da una vuelta al costado. Fuimos hechos para amar, entonces amemos. Él la amó y ella lo espera, canta con los ángeles y se regocija con el sol. Porque algún día estará con él, algún día estaremos todos reunidos, de vuelta, y los tesoros de hoy no se comparan con los tesoros de mañana. Es ella quien le sigue apostando a un Cielo eterno. Vivieron un amor sin condiciones, un amor en MAYÚSCULAS, un amor para siempre. Un amor de verdad, que todo lo arriesga y todo lo puede. Esta vez la palabra amor no abunda, no se excede, no exagera. Porque tiene una connotación y un significado en sí mismo, no es estéticamente redundante y no molesta a los lectores. Porque supieron amar, y para eso fueron hechos. Amar a los pájaros, al viento, al mar y a las flores. Hoy reina la fiesta, siempre hay razones para llorar y más de mil para reír, dejemos de lado la oscuridad para deleitarnos en el regocijo del amor. Si son merecedores de semejante felicidad o no, no lo sabe. Pero son felices al fin, y se atreven a serlo. En esta jornada nos nutrimos de los recuerdos, son bonitos y sensatos, mas a posar la mirada en el futuro, que desafiante y atractivo se asoma para que nos inundemos en él, en su canto que es un clásico tango. Ya que no está solo, los corazones terrenales lo aman y los ángeles celestiales velan por él. Bailemos al son de la música pues y soñemos con la playa, que de alguna manera, refleja su belleza y todo lo que fue. 

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