"Cómo podía yo sospechar que aquello que parecía tan mentira era verdadero"
Lluvia y chicos dando la vida por una pelota. Barro, agua, charcos y una tormenta atroz. O por lo menos la amenaza de una. Techos y toldos que sirven de refugio, gente fiel que brinda lo que tiene, guarda ceniceros y esconde caracoles. Y en ese cabo, un Polonio que llora.
Y después de una ducha que congela, un café. Gracias Manusa por eso. El tiempo pasa, pero siempre hay un caracol más interesante que el anterior. Lobos marinos que echados al sol, se imponen, se estrechan, se exponen y comen peces. Y para matar el silencio, un juego de canciones con Jua.
Casas rosas, ventanas verdes, espirales rojos, chimeneas azules, peces violetas, tejas amarillas. Simpleza que enamora, paisajes que cautivan y playas que hacen suspirar.
Y muchas risas, y muchas enseñanzas y alumnos concientes de un aprendizaje adquirido y muy bienvenido. Si nos habrás enseñado Eureka...
A no dar nada por sentado. Ni lo más habitual ni rutinario. Como el agua. Como una ducha. Como un baño. Como, incluso, la luz. Y por qué no, el compañerismo, el servicio y algo de vida salvaje.
Entender que después de cinco días de convivencia, uno se puede sentir hermana de cinco extraños. Literalmente.
A valorar un momento. El viaje, la ruta, el camino, no solo el destino. A elaborar un manjar de una lata de arvejas. A encontrar más estrellas fugaces de las jamás pensadas y a descubrirle formas ridículas y fantásticas a las nubes. A ver la felicidad como un modo de vida, no un objetivo. A comprender que un instrumento de percusión dice más que mil palabras. Que hay pendejos que simplemente están dotados para jugar al tenis y que hay rugbiers que solo por ser rugbiers se merecen tragar y tragar mayonesa. Y que otros, solo por ser putos, tienen que comerse un chori.
Que no jodan, vite.
Cocodrilo que duerme es cartera, y Eureka. Fideos, y Eureka. Bolsas de dormir, bidones de agua, pareos que ocultan un plasma, y Eureka. Perros por doquier que remiten todos a Chongui, y Eureka. Un parecido a Gunther, y maravillosa Eureka.
Condenada a seguir, condenada a ser feliz, condenada a vivir.
Y la necesidad de volver, de regresar y pisar El Bondi para verificar que todo fue real. Y verlo ahí, estacionado, con su color blanco y sus dos líneas de color, percibirlo como si fuera algo con vida. Porque algo en lo que se vive tanto, es como si recobrara vida y pasase a vivir.
Eureka. Y un abrazo de corazones. Eureka y Arquímides en bolas descubriendo la fórmula de masa, volumen y peso mientras se bañaba. Eureka y gente simple. Eureka y música, y Dire Straits, y una rubia y un chino buscan asilo en un falcon ´73. Eureka e indias blancas y detectives salvajes. Y en un Cabo, un Polonio que llora, y ahí, esperándonos al pie de la letra, Eureka.
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