La amistad como sentido de la vida. Eso que tantos buscan y tan pocos encuentran. Eso que es tan evidente, que da tantas sonrisas, regala tantos momentos y convierte el alma en algo apacible y lleno de paz. Amigas, qué mal cuando las damos por sentado. Qué lindo es de vez en vez rendirles un homenaje. Qué lindo es vivirlas y exprimirlas y mejor aún, ser concientes de lo que valen. Y eso es, claro, indefinible.
Verano y un sol que se va para volver. Se despide y llegan los astros que recitan su canción. Mientras, la guitarra de Jimmy Hendrix se luce sonando en la oscuridad de la noche.
Un grupo que ciertamente sabe lidiar con gente diferente y divertida y amigable.
Y entre ellos, los más sofisticados, los que viajan a la Pedrera con una parrilla y una máquina de hacer fideos. Ellos, tan orgullos de su patria, de su tonada, de su tierra y hasta de su bandera, que lejos de esconderla, la cuelgan y la exhiben a donde quiera que vayan. Ellos, que rodeando a una Juani con guitarra y bien merecidamente inmersa en su salsa, cantan folklore.
La playita del barco, en la que se culminaron tantas amistades y las huellas de cuatro personas quedaron marcadas. Aventuras en un mar que llama al desorden y a la sagacidad, y para ese sol imponente, recursos como la cuarenta y la visera de Jua. Rememorando anécdotas con Viole que se esmera imitándolos, y luego, círculos de canciones, canciones que se funden con guitarras, guitarras y más canciones que andan juntas de la mano, y más amigas y más evolución y una tierra que se abre y salen niños voladores de todos los colores y un sol que permanece y suelda sonrisas y las marca y hace que no se vayan nunca, junto con esas canciones y esa guitarra y esa tarde y esas personas. Que por ser fuerte en sus convicciones y unidas en esa fortaleza, quedarán.
Todo tan unido, todo tan íntimo, todo que era uno y uno que era todo. Ellas cambiándose, ellos asesorándolas. El disfrute de unas zanahorias con cebolla y el placer no solo de la comida, sino también del encuentro. Y para el desayuno, un show de música y de baile y de actuación, would you Light my candle y ellos escuchando y mirando y divirtiéndose. Y yo, desde un rincón de luz, remontándome a Chiquititas… Qué sueño.
Un café en un bar. Una despedida, un tostado. Una pulsera, cascabeles, colores, ángeles. Al fin y al cabo es todo lo mismo. Playas, amigas, desayuno, pulsera, hostel, canciones, evolución, Michael Jackson, Marta… todo lo mismo. Amistad, amor, sentido de la vida. Porque por pasar por todo esto es que vale la pena vivir. Acá y solamente acá nos damos cuenta que toda la otra mierda vale la pena pasarla y enfrentarla y superarla. Porque del otro lado de las cosas, está Dios. Están el sol y la luna. El mar y los hippies. Ustedes y La Pedrera.
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