sábado, 1 de febrero de 2014

Every step you take

Calles hechizadas por el insomnio. Avenidas anchas bañadas en luz. La ciudad del primer mundo y capital de la gente solitaria abraza a los viajeros con los árboles del parque y les regala ardillas para que jueguen, ya que con sus colas importantes se acercan con inocencia a recibir el pan que les tiran.  Y se escucha un coro de blues a capela en los pasillos del subte, y se huelen salchichas picantes que ofrecen los carritos de cada esquina, y se perciben las lenguas de todo el mundo que vinieron a ocupar la Gran Manzana, se ven infinitos Starbucks y jóvenes que sueñan con soñar en Broadway. Cantar en Broadway. Bailar en Broadway. Mas ahogan sus penas en Elen's Stardust, dejando la vida en cada canción y los pulmones en cada agudo. Por demás alto, eterno, imposible. Y allá lejos se vislumbra al Cardenal... o no tan lejos... ahora cada vez más cerca... ¡y acá está! ¡lo logró! El hombre que puso tan en claro las palabras de Jesús, el que habló con tanta claridad, hizo emocionar a la audiencia y explicó casi literalmente la Santísima Trinidad, el que dibujó en cada mente lo que es el Amor de Dios y habló de la oveja sacrificada, "and if that isn't good news folks... i don't know what is" finalmente le dio la mano al mejor de sus fans, aquel que lo siguió con un frío insoportable, aquel que viene del país del Papa. Y así, sin más ni menos o con más menos que más, nos da la bienvenida esta ciudad que al final nos daría tantas alegrías, nos llenaría de ropa y nos pondría barreras y dificultades que bien íbamos a poder sobrellevar. La isla en la que el sol se esconde a las 4.30 pm, en la que el frío te carcome las sienes, en la que caminar cuesta caro y las memorias de las cámaras todavía más, nos abrigó del frío por una semana. Nos llevó al pueblo de Bob Dylan que nunca existió. Nos llevó a conocer las calles de los tanos y las memorias de los chinos. Nos deleitó con museos y cuadros de los más grandes clásicos y maestros del arte. Nos hizo bailar en una noche de rock y soñar, por qué no, en cada paso que dimos. Porque cada paso significó un GRACIAS en el corazón de quien lo dio. Ese gracias que nos empujó a seguir, a disfrutar en soledad y gozar en familia. Y ojo que los pasos dados, my dear friend, no fueron pocos.

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