La sensibilidad mueve montañas, hay
quienes huelen colores y quienes escuchan sabores, animales que les dan vida al
mundo y reyes que se nutren entre sí entendiendo el amor como algo para
siempre. En el reino del amor, ahí viven.
Es una persona por demás sensible. En pos de esa
hipótesis, se pregunta:
¿Cuánto tiempo hay que esperar para que su
presencia sea una mera sombra más, en ese espectro de oscuridades que (ahora en
primera persona) nos rodean? ¿Cuánto más hay que esperar para que tus manos
sean eso, nada más que manos, y no esa morfología de dedos que me invitan a
abrazarlos con los míos? ¿Cuánto más hay que esperar para que tus labios, tan
llenos de vos y vacíos de nada no llamen ya al deseo y me exilien de mi vanidad
insana? ¿Cuánto más hay que esperar que dejes de esperar y aparezcas? ¿Cuánto
más? ¿Son acaso días, meses, años? ¿Se trata de décadas, siglos, o una
eternidad? ¿Cuánto más hay que esperar que dejes de inspirarme, aunque no lo
siento, menos aún me arrepiento? ¿Cuánto más hay que esperar que el sol te extrañe,
la lluvia te seque y te saque de donde estás para que vuelvas a mí? El tiempo
dirá, así dicen, pero el tiempo no dice nada. No ayer, no hoy, no mañana. Ni siquiera
murmura. Porque si te cruzo, vaya a saber uno cuál va a ser mi reacción. Si te
encuentro, y bendito sea el momento, me recordaría todo lo vivido, y aunque me
duela, más me duele todo eso que no vivimos. No todavía, y no nunca.
Te digo adiós, aunque
te sigo recordando con cada mañana. Te digo adiós porque aparentemente es lo
que hay que hacer, aunque no quiera. Te digo adiós aunque no lo sienta. Aunque
no lo quiera. Aunque no lo crea. Te digo adiós a pesar de que todo me dice
“bienvenida”, a esta vida juntos, a este brebaje de estrellas, a esta canción
nuestra, imposible, infinita. Bienvenida a este mar de sensaciones que nos
invitan a dejar todo lo que nos ata a lo cotidiano, que quiere que seamos el
“yo” nuestro mas dulce, sincero, ese que se suelta poco y nada. Únicamente en
viajes. Casi siempre con amigas. Bienvenida a esta ruleta rusa de besos que no
nos dimos y música que al día de hoy, me recuerda al ardor que me transmitieron
tus ojos. En ese día cuando juntos nos hicimos uno, y siendo uno inventamos el
amor.
Pero te digo adiós,
para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en vos.
Por eso, si tienen
que pasar este y mil veranos más, este y mil inviernos más, que pasen nomás. Mientras
tanto, por favor no hagas del amor algo cínico y burlón. No arranques los
corazones, no los despegues de la piel. Todos pueden desaparecer e irse lejos,
bien lejos como quien bien busca la cosa. No te des el lujo de lastimar que la vida es
una, los amantes varios y los amores pocos.
La espera es larga,
pero no es eterna. En el mientras tanto nos acompañan ellas, que nos invitan a
conocer la variedad y bailar hasta con las palomas. Que ellas te acompañen. Volá
con el viento como volamos todos, y ojalá que en ese cielo encuentres la pureza
que escondés. Hay quien cree en vos, solo falta que vos creas más en vos mismo.
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