Combina la metáfora con la ironía y juega con las paradojas, solo los viejos entienden.
El país, dice, ya no tiene
problemas políticos –y psiquiátricos-, sino teológicos. Estamos frente a una
secta que se creyó su propia mentira. Todos los gobiernos fueron corruptos,
pero al estar frente a una sinvergüenza que no tiene cuidado con sus formas y
hace todo tan denigrantemente, esta vez todos nos damos cuenta.
El país está enfermo. Está en una
camilla en terapia intensiva. Hay cuarenta millones de especialistas en
diagnóstico que dicen cómo hay que tratar al moribundo, qué tratamientos hay
que aplicarle, qué es lo que hay que hacer, qué es lo que tienen que operar. Mientras
los expertos discuten, disienten y confrontan sus opiniones, el paciente se
muere. Hay diagnóstico, pero no hay cirujanos. Hay palabras, pero no hay
acción. Y cuando alguno que otro se acerca para tratarlo se da cuenta de que no
puede: es mucha la sangre, los huesos están expuestos, es todo muy
impresionante. Cuando nadie mira, entonces, entra el carnicero con su cuchillo,
lo corta en mil pedazos y se lo lleva. Se lleva a cuestas al país, enfermo,
muerto, asesinado.
Sí, hay una periferia de pobres, aclara.
Pero también estamos rodeados de gente rica. Rica en posibilidades,
conocimientos y virtudes que por miedo a actuar, por miedo a hablar, se quedan
callados. En lugar de unirse permanecen aislados. Tratá de salvarte solo y vas
a hundirte. Hay pocos peronistas argentinos que conocen el peronismo en
profundidad, pocos radicales que conocen el radicalismo. Hace falta una alianza
fuerte que trascienda todo tipo de ideología, que como dice, no está tan
arraigada como parece.
No es la tarea de los jóvenes
hacer todo lo que la otra generación no pudo hacer. Debe ser esta la que
impulse el cambio; seguramente no pueda ver las cosas nuevas, pero no es justo
que los jóvenes carguen con una mochila que no les pertenece. Sus ojos
vislumbran un sueño, el de una madre diciéndole a su hijo “me enorgullecería que
fueras diputado”.
Signos de aprobación entre el público, ancianos que están cansados de esperar un milagro, sería infantil pensar que algo así ocurriera, por más Papa argentino que tengamos, él no va a hacer lo que nosotros no nos animemos a decir.
Amigo del papa de
Roma, habla afectuosamente de su rabino. La Argentina busca ídolos, no ejemplos, y el Papa es un ejemplo. No es el
Papa de Argentina, es el Papa del Vaticano. “Cuando lo vi por primera vez,
pensé que era Bergoglio disfrazado de Papa”. Busca ante todo la unión en el
amor, el respeto por las diferencias y la alianza de todos. Entiende el poder
como una vocación de servicio. Y en este sentido, todos necesitamos querer
tener poder.
Con sus túnicas rezó sus
oraciones en Roma mientras Francisco daba su primera misa. Es judío y cita no
solo la Biblia, sino también el Nuevo Testamento. Cree en la unión de las
religiones y las oraciones a un mismo Dios a través de distintos caminos. Se comprometió
con la política y como a todos, le da lástima ver cómo poco a poco el país va
cayendo en ruinas.
*Citas e ideas de Sergio Bergman
*Citas e ideas de Sergio Bergman
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