Es en una tarde de lluvia y café
cuando cierra esos ojos que le pesan y se da cuenta, entre una búsqueda de
verdad y una cuota de nostalgia que al final, es igual a las demás. Pensó que
ella misma era distinta… y no. Vivió criticando la poca originalidad y la falta
de espontaneidad de los demás, y hoy su
peor enemigo se asoma para revelarle una verdad ínfima y precoz: “ja, ¿de
verdad pensabas que eras distinta?” No te compares con los otros porque siempre
va a haber alguien mejor y peor que vos, cierto, pero es inevitable ver que no
está absenta de la incertidumbre del amor, de la duda, de la inquietud.
Las apariencias pueden engañarte,
pero cuando lo esencial se pone en juego, salen a la luz las verdaderas
reacciones que te delatan. Es triste pensar que no puede seguir adelante sin
pensar en cómo actuar, sin poder dejarse llevar por lo que siente en el momento
por miedo a sufrir después. Hay que pensar menos, sí, pero hasta qué punto uno
debe actuar sin pensar. Eso no es ser sabio, todo lo contrario. Pero claro, de
vuelta, no se es razonable en el amor. Nunca.
Inundada en el melodrama se pregunta
si es una de aquellas almas víctimas que inevitablemente fueron destinadas a
sufrir por amor. Las historias de amor son crueles y sufrientes, terminan en
desdicha y están compuestas por dagas y suicidios. Las pasiones violentas
tienen finales violentos, y el fuego que enamora y consume los cuerpos, los
termina quemando.
Mientras, el clásico de siempre
espera alguna señal para reaparecer, sabiendo que él todavía no se enamoró y
soñando con que ella todavía no encontró el amor. Pero esperó tanto que cuando lleno
de coraje -ese que no había tenido nunca y en el cual se había escondido
siempre- se decidió a actuar, se animó a hablar y no tuvo miedo de besar, era
demasiado tarde.
HOY es el día para vivir, no
mañana. Hoy es el día para hacer lo que uno ama y no esconderse por miedo al
fracaso. Para levantarse y cambiar la música porque quiere escuchar ESA canción,
AHORA. Basta de esperar que las cosas pasen, nosotros tenemos que hacer que
pasen. Los románticos se pasan la vida hablando del amor sin sentirlo en carne
propia, los desdichados creen fervientemente que no fueron hechos para ser
amados y los pesimistas se alimentan de sus derrotas sin poder ver que para
ganar una guerra, hay que perder alguna batalla.
Y así se le fue la vida. Suspirando
por lo que pudo haber sido, lagrimeando por lo que no fue y soñando que quizás,
en algún otro tiempo en algún lugar remoto y muy lejos de acá, las cosas
podrían haber sido diferentes. Cerca de la luna y viviendo al lado del mar
podríamos ser felices. Pues entonces mudémosnos al más allá. O traé tus cosas
acá y seamos felices en la desdicha, que si realmente es él quien te abraza el
alma, no se necesita más que su compañía para sonreír en paz.
Sí, los sueños son abstractos. La
fantasía quiere ganarle a la realidad y esos ojos pesados hoy se cierran para
no poder verla. Pero es más bello vivir en ese sueño. En esa dimensión poco
sólida. En ese mundo lejano donde no solo los pájaros son rosas y las estrellas
están conmigo. Vos también lo estás. Y juntos nos bañamos en ese mar que se
prende fuego con el sol, en una tarde llena de nosotros.
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