miércoles, 5 de junio de 2013

Pero más sabe por viejo

El encanto de los viejos, esa particularidad de su piel que se vuelve añeja como su pelo. Sus ojos permanecen joviales y cada vez más especiales con el tiempo, porque a diferencia del resto, vieron más. Dicen lo que todos tienen miedo de decir y escucharon tanto que están más preparados para escuchar lo que nadie quiere. Aunque lo digieren con más dolor.

Caminan más lento, pero entienden que con cada paso que dan, van a algún lado. Oyen menos, pero escuchan más. Ven poco, pero miran más allá. Todo implica más esfuerzo, por eso lo hacen con conciencia y dedicación. Su vida se torna más simple, y como resultado, empiezan a ver cuáles son las cosas que realmente valen la pena. Y comprenden que la felicidad, claro, se esconde en la simpleza. Descubren el valor de la salud y crecen en dolor al ver cómo poco a poco se van yendo los pocos pero buenos amigos que quedaron.

Tienen más desarrollada la paciencia y reconocen que la esperanza no solo es lo último que se pierde sino también, lo primero que se tiene. Ya no tienen miedo de morir porque tienen amados a los dos lados del camino, y se dieron cuenta, mientras vivían, que acá solamente estamos de paso.

El valor de lo compartido: un encuentro, para ellos puede significarlo todo. La generación que nos separa, una que arrasó tecnología pero se olvidó de los valores, no los comprende. Por eso sufren más: cuando ven familias destruidas, ambición de poder y materialismo, silencio cuando lo tienen todo para comunicarse, gobiernos que no aprenden de los anteriores y mandan todo cada vez más a la mierda.

No son cínicos con el amor. Vislumbran los vínculos que construyeron con naturalidad y los cuidan más que al oro.

Ven que sin esfuerzo no se llega lejos. Por eso siguen caminando aunque tengan que llevar el camino a cuestas. La línea que nos separa no es delgada, se trata de una vida que solo por ser vida, está sellada con experiencia. Tienen sus tiempos, y nosotros, los apurados, no entendemos. Y ellos se pueden enojar o se pueden reír, pero saben, saben que en el fondo lo que necesitamos, es eso que nos separa: años.

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