martes, 12 de marzo de 2013

Trenes, mi motif preferido


¿Y es que tan poco humano es el gobierno que ya literalmente se caga en la gente que viaja? No al extranjero, no a pasear, no a recorrer la ciudad. A trabajar, a estudiar. A colaborar con lo que pueden para que este país deje de ser la mierda que es. O por lo menos para que mejore. Yendo a trabajar, cada uno aportando con lo que puede, para construir entre todos algo mejor, para darle de comer a sus familias, para formarse como personas y como profesionales. Sin embargo, viajan a destino como ganado. Seré monotemática con el tren. ¿Pero acaso somos ciegos? ¿Creen que no vemos a dónde van destinados los millones de pesos que deberían ser invertidos en estas vías? Nada menos que a sus bolsillos, degenerados, egoístas, corruptos. Cada vez que sube al vagón siente el calor de todos los que viajan apretados, sin poder siquiera sacarse la campera, sin poder respirar como se debe, sin poder leer un libro. No piden mucho, solo viajar con dignidad. Esa que se ve perjudicada cada vez que embarcan ese viaje, vacío de salud. Pues ya no están jodiendo con los salarios de las personas, se metieron con la salud de la gente. La esperanza de que aparezca Batman o algo parecido se va desvaneciendo poco a poco. La luz en ese túnel es cada vez más tenue, más clara, está cada vez más lejos. La figura de un héroe no está. Lo único que ve es un conjunto de déspotas que dominan a una población entera. A través del miedo los controlan, y mientras pierden el tiempo sonriendo cínicamente como quien porta lingotes de oro, el resto de los ciudadanos se ahoga en un mar de deshonra. Sometidos a un régimen vil que no busca el bien de todos. Indignados por semejante agravio. Ofendidos, y sin embargo, sin más que hacer que seguir. Cada mañana, cada tarde, cada noche. Insalubre. Adentrarse en los vagones de la muerte. Que si ay, si tan solo pasaran más seguido sería todo tan distinto. No alcanzó con que murieran cientos de personas en accidentes, en incendios, en descarrilamientos. Puertas que no cierran están agarradas literalmente con alambre. Vamos, qué estamos, ¿en el 1900? Algunos pocos, y digo fuertes, se toman el asunto con humor y gracia, y en alguna que otra oportunidad lanzan una bomba irónica. Qué más nos queda. Esto ya no es injusto. Esto ya dejó de ser insalubre. Lejos está de ser mentira y corrupción. A tal punto se llegó, que ya es gracioso. 

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