¿Y
es que tan poco humano es el gobierno que ya literalmente se caga en la gente
que viaja? No al extranjero, no a pasear, no a recorrer la ciudad. A trabajar,
a estudiar. A colaborar con lo que pueden para que este país deje de ser la
mierda que es. O por lo menos para que mejore. Yendo a trabajar, cada uno
aportando con lo que puede, para construir entre todos algo mejor, para darle
de comer a sus familias, para formarse como personas y como profesionales. Sin embargo,
viajan a destino como ganado. Seré monotemática con el tren. ¿Pero acaso somos
ciegos? ¿Creen que no vemos a dónde van destinados los millones de pesos que
deberían ser invertidos en estas vías? Nada menos que a sus bolsillos,
degenerados, egoístas, corruptos. Cada vez que sube al vagón siente el calor de
todos los que viajan apretados, sin poder siquiera sacarse la campera, sin
poder respirar como se debe, sin poder leer un libro. No piden mucho, solo
viajar con dignidad. Esa que se ve perjudicada cada vez que embarcan ese viaje,
vacío de salud. Pues ya no están jodiendo con los salarios de las personas, se
metieron con la salud de la gente. La esperanza de que aparezca Batman o algo
parecido se va desvaneciendo poco a poco. La luz en ese túnel es cada vez más
tenue, más clara, está cada vez más lejos. La figura de un héroe no está. Lo único
que ve es un conjunto de déspotas que dominan a una población entera. A través
del miedo los controlan, y mientras pierden el tiempo sonriendo cínicamente
como quien porta lingotes de oro, el resto de los ciudadanos se ahoga en un mar
de deshonra. Sometidos a un régimen vil que no busca el bien de todos. Indignados
por semejante agravio. Ofendidos, y sin embargo, sin más que hacer que seguir. Cada
mañana, cada tarde, cada noche. Insalubre. Adentrarse en los vagones de la
muerte. Que si ay, si tan solo pasaran más seguido sería todo tan distinto. No alcanzó
con que murieran cientos de personas en accidentes, en incendios, en
descarrilamientos. Puertas que no cierran están agarradas literalmente con
alambre. Vamos, qué estamos, ¿en el 1900? Algunos pocos, y digo fuertes, se
toman el asunto con humor y gracia, y en alguna que otra oportunidad lanzan una
bomba irónica. Qué más nos queda. Esto ya no es injusto. Esto ya dejó de ser
insalubre. Lejos está de ser mentira y corrupción. A tal punto se llegó, que ya
es gracioso.
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