Volver a
ser uno mismo, reivindicarse. Pero para eso se necesita saber quién es, o por
lo menos quién era uno antes de ser lo que es hoy. O es que lo que es hoy
todavía, de alguna manera, sigue siendo parte de sí. Dejó de ser, pero sigue
siendo él. Reinventate, probá cosas nuevas, si no cambiás los detalles el
resultado final va a ser siempre el mismo. Cambiá de look que los cambios
exteriores a veces potencian e incentivan a los de adentro.
Sí, alguna que otra promesa que la encamine un poco. Separarse de la oscuridad para divisar un poco mejor los colores. Soplar el humo y hacer que los pájaros salgan volando por la ventana. Sostenerse un poco en una mano divina que empuje y aliente a seguir, a no frenar el ritmo. Desacelerar, sí, pero no frenar, porque el corazón sigue latiendo.
Un ramo de flores que perfume el ambiente que antes olía a alcohol, ser consciente de los recuerdos, que los momentos no se pierdan en el olvido, captar los detalles y las miradas, los movimientos de las bailarinas y las palabras de los poetas.
Sí, alguna que otra promesa que la encamine un poco. Separarse de la oscuridad para divisar un poco mejor los colores. Soplar el humo y hacer que los pájaros salgan volando por la ventana. Sostenerse un poco en una mano divina que empuje y aliente a seguir, a no frenar el ritmo. Desacelerar, sí, pero no frenar, porque el corazón sigue latiendo.
Un ramo de flores que perfume el ambiente que antes olía a alcohol, ser consciente de los recuerdos, que los momentos no se pierdan en el olvido, captar los detalles y las miradas, los movimientos de las bailarinas y las palabras de los poetas.
En
definitiva, ¡volver a ser uno mismo! Qué mejor que eso, si es la pura verdad
concreta, el puro amor tangible, la felicidad real. Reivindicarse. Reinventarse.
Cambiar el look. Y sonreír, escuchar a los ancianos y sonreír.
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