“Allí
donde está tu tesoro estará también tu corazón”. Ese tesoro solo se encuentra
buscando. Y se nos fue prometido que si buscamos, encontramos. Lo difícil ergo el
dolor llega cuando inundados en esa larga búsqueda encontramos lunas cuando
todos hallan soles. Es entonces cuando los escombros joden y los zapatos pesan,
porque cuesta virar la vela y navegar contra el viento. Darse vuelta y correr como
cangrejos para atrás. Cerrar la puerta con llave y salir por la ventana. Cuando
se supone que lo diferente atrae, lo raro nos llama, lo distinto genera
curiosidad… y la tormenta llega con esa fina línea que separa un mundo loco del
otro cotidiano. Esa línea que por ser tan fina y tan delicada se convierte en
un mero punto. Porque estamos lejos del límite. Y a la vez, lo bordeamos. Y se
mezcla todo, la ansiedad por querer verlo todo, la adrenalina de correr y
saltar y bailar para poder experimentar más movimiento, la sed de amor y la intriga
que genera lo desconocido, el querer
leer todos los libros, ver todas las películas, escuchar todas las canciones,
abrir el espectro y ampliar el ángulo de visión, conocer aún más, alejarnos de
esa puta línea y que todo se una, que los dos mundos y los miles que andan dando vueltas
por ahí se fusionen, así todo se unifica, y nos hacemos one tribe y lo
compartimos todo, con nuestras diferencias, nuestras similitudes, nuestras
locuras, nuestra sed de vivir, de reír, de compartir. De soñar con el pasto y
crecer con el sol, ir a recitales y acostarnos con el mar. Y actuar acorde a lo
que pensamos, y creer en lo que creemos, y hacer lo que queremos. Que la mirada
del otro sea una mera hoja en el viento, o no, menos que eso. Porque ir por la
ventana cuando todos van por la puerta duele, y duele fuerte. Porque es una
pieza del rompecabezas que no encaja, un froot loops negro, un pelo negro en la
cabeza de Einstein, un Charly García sin
bigote. Pero es entonces cuando aparece la música y todo se vuelve blanco, se
da cuenta que vale la pena atravesar ese dolor para vivir la alegría, y estar
con uno mismo se vuelve algo bonito y digno de ser vivido, encontrar lo que hay ahí adentro es una sorpresa
grata y nos alejamos del miedo. Porque el verano existe, y con él llegan todos los
colores. Y esas lunas que encontramos brillan en la noche para que se
complementen con el sol que brilla de día. Salgamos por la ventana sin miedo
entonces y dejémosnos llevar por el camino. Que aunque turbulento y revoltoso, es bello y placentero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario