domingo, 5 de junio de 2016

Vivir el absurdo

“Todo era para reírse. O bien todo era una gran risa y a eso le llamaban historia”,
Rayuela, Julio Cortázar

Me despierto un martes, toso un poco, camino en medias hasta el baño, me empapo la cara, me seco con la toalla y me miro al espejo. Cómo llegué hasta acá, en qué momento pasó la vida, cómo es que la vida sigue pasando en contra de mi reloj, en contra de tus tiempos, en contra de los bebés que nacen, de las estrellas que se apagan, de los viejos que mueren, de la vida que como una tragedia se pasea por las vías del tren, jugando con la muerte todo el tiempo, riéndose de los débiles, haciéndonos acordar que todo esto es un absurdo. Que la gente sufre, se enferma, tiene hambre. Tienen al amor de su vida en frente pero no pueden estar con él. Tienen todo para ser feliz y se lamentan, lloran. Tienen salud, pero el corazón lo tienen roto. Tienen un mundo esperándolos queriendo ser recorrido: océanos donde nadar, especies para admirar; quieren sumergirse en cien ciudades, leer libros, ver películas que les pueden llegar a explicar –o al menos los van a acercar- al sentido de todo esto. O es bien todo una gran risa, por no llamarlo miseria. Crímenes pasionales, ciudades inundadas, campos, kilómetros de verde y tu alma esperando ser amada. La vida: un árbol en medio de un desierto. ¿Será eso? ¿Será eso, todo eso que pasa mientras dormimos, mientras soñamos? Tal vez son los sueños que soñamos… tal vez… ¿estará ahí escondida la verdad? ¿En la atmósfera, en lo más profundo del mar? ¿Adentro de eso que creemos son nuestros corazones? Aprender a vivir porque nadie sabe vivir, mirarme de vuelta en el espejo y preguntarme quién soy, qué son las cosas que me hacen sonreír, cómo crecí, en qué creo, en quién creo. Tantas ciencias, tantos estudios, tantas encuestas, tanta política para que al final se siga remitiendo todo a este punto infinito que jamás podremos alcanzar. La semilla, lo que nos engendra, lo que nos mueve, lo que mueve tus manos, tu incoherencia, tu pesar. ¡Qué patético sos, cómo dibujar tu personalidad ridícula, cómo poner en palabras tus gestos turbios, tus actitudes que van en contra de tus deseos, tus deseos que se contradicen con tus principios! ¡Es que no tenés principios! Evidente la falta de caballerosidad: nada peor que un tipo o una tipa sin principios. Hasta los ladrones y corruptos tienen sus propios ideales. ¿Pero (perdón por tanta pregunta sin respuesta) realmente creemos que esto sería interesante si todas estas preguntas tuvieran una respuesta? Si en el libro santo estuviera la receta escrita, la fórmula de la felicidad, la Sabiduría con nombre y apellido, el porqué de la vida, el famoso sentido o el Gran Absurdo, entonces nadie querría vivir, porque lo mismo daría estar muerto. Por eso seguimos buscando, me sigo despertando todos los días creyendo que sé un poco más de todo pero entendiendo cada vez menos. Porque mientras todo esto siga girando, mientras te escuches y por lo menos algo te prenda fuego, mientras ese fuego te queme el alma –ya sea el del amor, el de tus desesperadas ganas de andar- seguiremos viviendo, seguiremos buscando, sorprendiéndonos de las mil maravillas, asombrados por la belleza de un pájaro que vuela sobre el mar, escribiendo, cantando, pintando, escuchando la música que toca el mundo y riéndonos de la historia que nos envuelve para no llorar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario