domingo, 4 de agosto de 2013

CaroLinda

Está más allá del bien y del mal. Más allá de lo establecido, de lo permitido, de lo que es modesto y lo que no. Porque esto ciertamente no lo es.

Es desaforado, y quién diría, loco. Como a todos, le llama lo prohibido, el NO se transforma en una necesidad humana implacable y básica de que le digan que sí. O al menos un tal vez. Pero ella es dramática y como diría Borges, asquerosamente sensible. Es una de esas personas que priorizan las pasiones, se dejan llevar por lo que sienten, lejos está de medir las consecuencias, no conoce sus límites y actúa por impulsos. Como actuaría un inocente, o un animal romántico. Y qué mejor.

Está cerca de las alegrías más grandes y roza las tristezas más insoportables. De no hacer lo que hace, no la lastimarían de forma semejante. Pero de no hacer lo que hace, se quedaría siempre con la duda devastadora de no saber qué hubiera sido de ella, de su vida, del amor que podría haber alcanzado y que por miedo, lo perdió.

Es rubia, sexy, precoz y si quiere, puede tener el mundo a sus pies. Porque para ella todo es una cuestión de actitud. El mundo la ve como se ve ella a sí misma: segura, única, con la personalidad suficiente como para plantarse frente a alguien y desnudar su alma, abrirse y quedarse ahí, a la intemperie, sin abrigo, sin paraguas, la tormenta la acosa y los vientos la revuelven, los rayos la lastiman y la lluvia la moja, pero no importa, porque habló, se animó, y lo más lindo de todo es que volvería a hacerlo. Hoy, mañana, y las veces que hagan falta.

Es ingenua y va a aprender del error. Nadie le explicó cómo funcionaba esto, no hay libros que le enseñen a uno cómo actuar frente a las adversidades, no hay películas que ilustren situaciones cotidianas y nos enseñen cómo decir lo que sentimos, hay infinitas canciones, pero ninguna nos cuenta cómo hacer para vencer al miedo, soportar el rechazo, seguir a pesar de los fracasos, levantarnos después de tropezar una, dos, o tres veces. Nadie nos dijo que nos iban a romper el corazón así. Y nadie, claro, nos dijo que éramos tan vulnerables. Indefensos. Víctimas de la desolación y rehenes de amores que nunca van a ser nuestros.

Y seguramente la vean con ojos raros, seguramente la cataloguen como una loca, sacada y de más. Porque no hace lo que hacen todos. Lo dejó todo por algo que ni siquiera ella sabía con certeza que lo quería.

Por ser distinta, la lastimaron. Por hacerle caso a sus sentidos, la razón le declaró la revancha y se le puso en contra. Por dejarlo todo, perdió mucho. Y sabe que el que no tiene nada, ya no tiene nada que perder. Así que eso poco que le queda, está dispuesta a volver a jugarlo. En otra ocasión, con alguien más, y quién diría, mejor.


Jugarlo, sí, pero esta vez, por alguien que lo valga. 

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