Todo se hace más difícil cuando son años los que nos separan, cuando el pasado compartido se nos pone en contra, convirtiendo el presente en algo de temer, haciendo que el mañana ya no sea un mero día más, sino un futuro indescifrable y a decir verdad, algo tenebroso. Ya no sé a qué me depara la vida, no sé si he de estar solo, si he de seguir peleando por lo que aparentemente ya no existe o dejarlo finalmente todo al azar, a esa decisión que tomamos ayer entre dudas y consuelos en vano. Tu recuerdo me acosa y tu sombra me persigue. Pero te extraño cuando te pienso, me confunde no saber si es que sufro por vos o por tu compañía. Si deseo tu cuerpo o un cuerpo que me saque de esta soledad. Y es que si hoy debo elegir entre tus manos o el sonido del mar, opto por esa inmensidad que nos rodea, elijo las olas y la frescura del aire. Tu rostro se va desvaneciendo poco a poco, y si alguna vez te amé, hoy no lo hago con la misma intensidad. El tiempo todo lo cura, pero siempre queda la cicatriz. Las distracciones de todos los días te alejan más de mi y no dejo que las memorias que vagan por las calles me acechen sin piedad. Cuando dejaste de lastimarme, me di cuenta que el dolor no valía. Las lágrimas me recuerdan que seguís ahí, viviendo, llevando tu vida lejos de la mía, la incertidumbre y la pena me recuerdan que no sé si ya encontraste el amor, otro amor, distinto al que yo te di. La música me llena de nostalgia y vive adentro mío, mientras el mundo sigue su curso y allá afuera los días se convierten en años. Pero el sol me calienta las ilusiones, me nutre el alma y me convence de que todo pasa por algo. No creo en las coincidencias, hay un hilo que nos conduce y fuimos pensados para seguir cierto rumbo. Ahí es cuando te descubrí.
Oh, suspiró mi cuerpo.
Volví a enterrarme en esta carroza que todo lo arrastra y nada deja atrás. Me ató a ella. Hoy soy víctima de sus mandatos, rehén de su voluntad, amo de sus deseos, mendigo de su amor. Ya no te hablo a vos, le hablo a la locura que me destrozó por entero, ha hecho de mí algo que ni yo mismo reconozco, pobre de mí si pensé que había conocido el amor antes de encontrar esto que me saca de mi cuerpo, cada vez que la veo y escucho su voz, esa que habla cantando y vuela cuando vuelan los pájaros. Condenado al tiempo, condenado a ella, condenado a nuestro futuro sin vos.
Oh, suspiró mi cuerpo.
Volví a enterrarme en esta carroza que todo lo arrastra y nada deja atrás. Me ató a ella. Hoy soy víctima de sus mandatos, rehén de su voluntad, amo de sus deseos, mendigo de su amor. Ya no te hablo a vos, le hablo a la locura que me destrozó por entero, ha hecho de mí algo que ni yo mismo reconozco, pobre de mí si pensé que había conocido el amor antes de encontrar esto que me saca de mi cuerpo, cada vez que la veo y escucho su voz, esa que habla cantando y vuela cuando vuelan los pájaros. Condenado al tiempo, condenado a ella, condenado a nuestro futuro sin vos.