Querido porque lo amaron, Ruso porque así lo fue. Feliz
porque le hicieron un lugar, contento porque fue al campo, trepó montañitas,
persiguió pájaros, disfrutó del sol y conoció el río. Simple porque fue perro,
importante porque fue el y fue fiel.
El verbo en pasado porque ya no está acá, un reconocimiento
porque fue especial, y una sonrisa esperanzadora que indica que algún día nos
volveremos a cruzar. En ese majestuoso musical, en ese paraíso celestial, en el
que el ruido de sus patitas indica que se acerca y que ya nada va a volver a
ser igual.
Blanquito y flaquito alegró muchas vidas, con sus ojos
inocentes se dejó acariciar, y con la cama en su cuarto la ayudó a soñar en
paz. Pequeño pero no indefenso, y para con ella, protector.
Alegría extrema al pasear… ay si todos fuéramos un tanto más
perros que humanos. Una caricia lo sería todo, un paisaje verde sería un sueño
hecho realidad, y un plato de comida sería todo lo material. El resto, claro,
pasa por los afectos. Sin conveniencias, él todo lo que quiso fue jugar. Y estrellas
en la noche pudo contemplar, ríos fue a visitar, y más relevante aún, una
familia supo alegrar.
Ruso corre ahora en otros prados, pero los recuerdos quedan. Los
frutos permanecen. Lejos de remplazarte, buscan recordarte. Y cada árbol y cada
canción que nos recuerde a vos y a tu sexy silueta, pues entonces será un árbol
lindo y una canción bonita.
Gracias por lo que diste en esta vida. Aguardamos ansiosos
esperarte en la que sigue, veremos ahí qué tanto más tenés para entregar. Hasta
allí y hasta entonces, adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario