Empezó como una curiosidad, creció en un placer, evolucionó hasta convertirse en un disfrute, se está transformando en un amor. Fue, por momentos, un escape. Mas ahora no, porque no está fuera de lo rutinario, sino que convierte esa rutina en algo más ameno y mucho más bonito.
Le cambia la vida a la gente, provoca emociones, convoca a llantos y con ellos, afloran sonrisas. Los ojos brillan, los corazones bailan.
La mente vuela. El cuerpo se inquieta. Son tangos, son clásicos, ahora es un minué, ayer fue una balada, mañana va a ser ¿Coldplay? No, Don Mclean y un tenue pero no por ello menos fugaz “but they could have told you Vincent, this World was never meant for one as beautiful as you…”
Suave es el contacto de los dedos con las teclas, pero fuerte lo que pasa por dentro. Los ojos no quieren abrirse, pero la pierna participa, marca el pulso y acompaña al sonido. Pero ojos, no se ofendan. Ustedes brillan.
Figuras que aluden a acordes y acordes que componen una melodía, esa melodía que no deja nada atrás sin volverlo más piadoso y más feliz. Esa melodía que resuena hoy y siempre, que cambiará la vida de tantos o importará a pocos, pero esa melodía que es melodía al fin, y que solo por serlo es digna de ser honrada valorada y destacada.
Letras, a veces, que intervienen. Palabras románticas, frases que conmueven. No se vayan nunca. Gracias músicos, por hacer música. Gracias piano, por sumar alegrías y restar tantas cosas malas. Gracias a vos, desconocido, por dejarme expresarme de una manera tan gratificante y armoniosa. Esa que me invita todos los días a soñar y ergo a escribir.
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