Mi primer texto como licenciada
no ha de ser periodístico, ha de ser más romántico. Poético tal vez,
autobiográfico, o por qué no, parte de un texto más largo, de una crónica que
se escribe todos los días, de una novela larga pero distendida: mi vida. Hoy
lejos de terminarse una carrera, empieza una. No veo esto como un fin, sino
como el principio de algo grande. La continuación de hacer lo que disfruto y
amo: contar historias.
No hubiese sido lo mismo, eso
seguro, sin los ángeles que tengo en el cielo, esos que me hacen el camino mas
llano, que me tiran sogas cuando lo necesito y convierten las olas en viento a
favor cuando he de remar. (Gracias de
vuelta, de verdad.)
En estos cuatro años salí a la
calle, conocí un poco más el mundo. Un mundo que me sacó lágrimas y me sofocó;
pero ese mismo que me enamoró. Entrevisté árabes, musulmanes, judíos, famosos,
cartoneros, desconocidos, humoristas, periodistas y jueces, nutricionistas,
artistas, psicólogos, políticos, economistas, enfermos, mecánicos,
profesionales y científicos. Grabé corrí ESCRIBÍ edité hablé actué reí.
Critiqué discos, obras de teatro, películas, cocinas de restoranes, partidos de
rugby, peluquerías. Aprendí a hacer una pizza, me hice amiga de los amigos del
Papa y me armé un nuevo grupo de amigas que ahora también amo. Y lo más lindo
es pensar en todos esos mundos quedan todavía por conocer.
Todavía tengo huevo en el pelo y
pintura en algunos lugares –especialmente adentro de las uñas y atrás de las
orejas- y de a poco voy entendiendo un poco más cómo funcionan las cosas, cómo
la vida es tan… vida. Cómo cuatro años pueden pasar volando, pero que si gozamos
de cada momento de esos años y se vive queriendo
vivir lo que uno vive; si en vez de estar mirando lo que puede pasar miramos lo
que está pasando, uno es más feliz. No siento alivio porque termina algo que
disfruté y empieza algo nuevo que seguro disfrutaré también.
Básicamente, porque nací para
contar historias. Porque nací para contar cuentos. Nací para amar la
literatura, y amarlos a todos ustedes, claro, mis lectores.